Lucrarse con Lesya Ukrainka
A la mentirosa compulsiva autodenominada “especialista en Lesya Ukrainka”,
le han hecho una entrevista en uno de esos periódicos sensacionalistas que son
como el ayuntamiento; es decir, que van recogiendo la basura que se encuentran.
Aunque ya sabéis la
historia, os pongo en antecedentes. Tras publicar mi libro Taras Shevchenko, la voz de la Ucrania libre, que ha sido el
primero y el único libro que se ha escrito en España sobre este símbolo de la
nación ucraniana, mal que les pese a algunos, desde la embajada me propusieron
escribir una obra sobre Lesya Ukrainka.
Atención, primera mentira: Dice que “se fue a un congreso en Cádiz de hispanistas de su país. Su
intención era hacer contactos y de resultas terminó cruzándose en 2019 correos
con el historiador y editor español José Andrés Alvaro Ocáriz, conocido de uno
de los catedráticos presentes. Supuestamente, él buscaba bibliografía sobre
esta notable figura de la literatura porque quería “promover la cultura” de
Ucrania. Ahora Tetyana se siente “ingenua” pero ya no “avergonzada”, porque le
hizo llegar su TFM ―sobre lo que versaría también su tesis―. Le dije: “Puedes
citar mi trabajo, que está registrado”. Cada día se arrepiente.”
Me puse en contacto con el presidente de la asociación de hispanistas de
Ucrania, quien me dio el correo de esa chica. Le escribí, le hablé del encargo
de la embajada y me envió, voluntariamente, un trabajo que había realizado, del
que tomé siete poemas.
Atención, segunda mentira: “Después de recibir un burofax, Alvaro Ocáriz
se comprometió a retirar la obra.”
No recibí ningún burofax, ni me comprometí a retirar la obra, Recibí un
correo de un abogado, estuvimos hablando y llegamos, en octubre de 2020, a un
acuerdo. Yo retiraría de la obra los siete poemas de la chica. Previo a este
acuerdo, le propuse que sus poemas aparecieran con unas notas a pie de página
en la que ella aparecía como autora de ellos. ¿Por qué no quiso esta
posibilidad?
El caso es que llevé a cabo una nueva edición sin el material que la
chica me había enviado para que yo lo empleara y, desde diciembre de 2020 (hace
ya cinco años) la versión que se puede adquirir en Amazon no contiene nada del
material que ella me envió.
Atención, tercera mentira: “le daban una medalla de honor en la Embajada
de Ucrania”.
Es falso. Lo que me dieron en la embajada fue la Carta de reconocimiento
"por su (mi) elevada contribución a la causa de la difusión de las obras
de la literatura clásica ucraniana y la información sobre las magnas
personalidades de la poesía ucraniana en el seno de la sociedad española, así
como al desarrollo de la cooperación cultural entre Ucrania y España."
Atención,
cuarta mentira: “Un juez estimó que la primera versión
era un plagio, pero en la segunda no, y que Alvaro Ocáriz debía compensarle con
3.000 euros por daños morales, pero no la retirada del libro. “¡Y yo no sé qué
versión está vendiendo!”,
Sabe perfectamente,
porque cuando me llegó la demanda le envié el pdf de la versión que se está vendiendo desde diciembre de 2020.
Atención,
quinta mentira: “El autor “no ha puesto en su blog, como
decía la sentencia, que la primera versión de su libro era un plagio”, se
lamenta Nizhelovska”
La sentencia estuvo en mi
blog, como lo pueden atestiguar mis abogados, durante el tiempo que me indicó
la sentencia.
Después de ver toda esta
sucesión de mentiras, hay que hacerse varias preguntas:
¿Por qué miente tanto
esta chica?
¿Por qué, tras dos años
de comercializarse la versión que no contiene el material que ella me envió
para que lo publicara, pone una demanda por plagio contra un libro que ya no
existía?
Alguien que no ha sido
capaz de publicar nada sobre la autora de la que se cree especialista, ¿cree que
esa autora es monopolio suyo?
¿No parece que lo que
realmente quiere es lucrarse con Lesya Ukrainka?
Además de escribir este
que fue el primer libro que se escribía en España sobre esta autora, he escrito
otros dos: (Mavka) La canción del bosque
de Lesya Ukrainka y El feminismo de
Lesya Ukrainka.
¿Cuántos ha escrito la
mentirosa? Creo que ninguno.
Concluyo con una
confesión suya:
“Tuvo que contratar a un
perito que desde Ucrania ―donde Rusia había empezado a bombardear― cotejó los
textos. Un juez estimó que la primera versión era un plagio, pero en la segunda
no.”
Pese a no existir el
plagio, el juez me condenó a 3.000 euros por unos presuntos daños morales. El
juez había sido alumno del abogado de la mentirosa.
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