sábado, 31 de diciembre de 2022

en la muerte de un Papa

Para glosar la figura de Benedicto XVI, incluyo el artículo escrito por el obispo de Oviedo:


 Benedicto XVI: el Papa sabio que luchó por preservar las raíces cristianas de Europa

Si de Juan Pablo II fue fácil y rápido su calificativo de ‘santo’ (aquel ‘santo súbito’, santo enseguida), de Benedicto XVI, será también fácil y rápido calificarle como ‘sabio’. Una sabiduría llena de bondad y mansedumbre frente a los violentos que imponen ideologías, de apasionada defensa de la verdad frente a los que de tantos modos la relativizan, y de cuidada belleza en cuanto dijo, explicó y predicó. Bondad, verdad y belleza, como tres trascendentales de la vida que permiten asomarse a la grandeza de alguien que los asumió y vivió con toda el alma.

Es conocida la triple matriz con que el cardenal Carlo María Martini explicó la rica personalidad de Joseph Ratzinger: su fe honda y la rectitud con la que la ha vivido, su maestría teológica y su capacidad dialéctica y dialógica, y su propio itinerario biográfico. Esta es la coyuntura con la que este hombre ha vivido su tiempo y sus espacios, poniendo en juego los distintos dones con los que Dios le equipó, y las distintas circunstancias que le fueron conduciendo y a las que él acertó también a acompañar.

Gozó de una la calidad intelectual de un hombre de Iglesia: saber dialogar con todo lo que acontece. Dialogar significa tener un juicio sobre las cosas y entrar en lo que éstas tengan de verdad plena, de media verdad o de mentira manifiesta. Ni el servilismo de quien acríticamente se rinde, ni la beligerancia de quien todo lo maldice y contradice, sino la sabia y serena libertad de quien, sin renunciar con humildad a su posición razonable, sabe dialogar con todos los demás.

Por más que a Joseph Ratzinger le hayan colocado antes, en y después de su llegada al papado una serie de etiquetas despectivas con cargas ideológicas que trataban de ridiculizarle hasta la censura, su figura se acrecienta más y más mientras nos narra con sencillez y audacia la palabra que nos debe anunciar en esta coyuntura histórica nuestra. Es quizás lo que más puede sorprender e irritar a sus no declarados enemigos. Él no ha querido dar por supuestas las verdades verdaderas en una Europa de raíces cristianas que se han debilitado en extremo. Tampoco ha juzgado como inocente el proyecto cultural que desde un laicismo anticristiano se nos impone en tantos escenarios políticos y areópagos mediáticos. Esta fue su voz humilde y sólida que nos acercó a la verdad.

Porque sabemos que existen otros voceros que vociferan sus proyectos de civilizaciones aliadas, de educaciones domesticadas en su sistema, del relativismo total en la feria del disparate sin un horizonte moral, ansiosos de legislar con prisa ideológica lo que está destruyendo vidas antropológicas y tradiciones culturales. La voz de la Iglesia seguirá contando a quien la quiera escuchar, aquella vieja y eterna historia de la belleza y la bondad con la que Dios soñó la suerte de sus hijos en la mañana primera, por más que en el tramo cotidiano de nuestro andar no hayamos sido capaces de entender a Dios, de adherirnos a cuanto Él nos dijo y mostró para nuestra felicidad. Esto lo encontramos en la entraña biográfica de Ratzinger, que como Benedicto XVI expresó también su larga trayectoria humanateológica y pastoral.

Ahora ha comenzado también para él ese encuentro con aquel Jesús que tanto amó con todo su corazón, que estudió con pasión y veneración, que explicó como profesor brillante y profundo, que predicó con belleza inolvidable, y que testimonió en tantos momentos pagando el alto precio que la fidelidad conlleva y contrae. Un encuentro que no defrauda con desencanto ni con trampa caduca. El cielo que Jesús nos prometió abre sus puertas a este anciano pescador que llega con sus viejas sandalias. Junto al Papa Santo, que fue Juan Pablo II, ahora el Papa Sabio. ¡Qué precioso legado nos regala Dios!

 

Fr. Jesús Sanz Montes es Arzobispo de Oviedo, coautor de un libro con el fallecido Papa emérito.

 

jueves, 29 de diciembre de 2022

El fútbol pierde a su rey

 En el fallecimiento de Pelé, publico el artículo de David Villén en https://www.20minutos.es/deportes/noticia/5082007/0/perfil-pele-muerte-82-anos/


Pelé, el jugador de origen humilde que se convirtió en un mito del fútbol

DAVID VILLÉN  NOTICIA29.12.2022 - 20:11H

 

 

Edson Arantes do Nascimentofallecido este jueves 29 de diciembre, era conocido como 'O Rei' Pelé por el mundo entero. Nació un 23 de octubre de 1940 en la localidad brasileña de Três Corações, en el estado de Minas Gerais, sin saber, como suele suceder con todos los genios, que estaba destinado a ser el más grande de todos los tiempos. Y tenía que estarlo, no hay otra forma de explicarlo, porque siempre enfrentó adversidades a lo largo de su vida para llegar donde llegó, y siempre las superó.  

Ejemplo de humildad, de trabajo duro, y de amor incondicional e irracional por la pelota. Un amor correspondido desde luego, porque todo lo que dio Pelé al fútbol, el deporte rey al rey se lo devolvió, y con creces. Y, por supuesto, unas condiciones innatas para practicar el balompié que jamás han vuelto a reproducirse de esa forma tan salvaje, magnificente e imparable en ningún otro jugador. Veloz, elegante, explosivo, pillo, inteligente, avispado y atrevido. Ha habido grandes, muy grandes jugadores, pero es muy difícil que alguno esté realmente a la altura de 'O Rei'.

Esa pasión y esa mística por el fútbol le vinieron, literalmente, de nacimiento. Su padre, a pesar de ver truncada su carrera por una lesión de ligamentos, fue futbolista en el Atlético Mineiro, y transmitió al joven Pelé desde bien pequeño ese interés por el fútbol. Tanto es así, que 'Dondinho' (como apodaban a su padre, João Ramos do Nascimento) fue testigo en 1950 de cómo su propio hijo le prometía hacer a Brasil campeona del mundo algún día, mientras él se deshacía en lágrimas por el 'Maracanazo'. Y vaya si lo consiguió.

Amor y fidelidad por el fútbol, por Brasil y por el Santos.

Empezó a tomarse en serio el deporte profesional cuando entró en las divisiones inferiores del equipo del Baquinho, donde jugaba 'Dondinho', y donde entrenaba Waldemar de Brito, internacional con Brasil en la Copa Mundial de 1934. La influencia de Brito fue notoria en los inicios de la carrera de Pelé, al que ayudó a perfeccionar su juego, aunque no fue lo único. Waldemar también logró convencer a su madre, Maria Celeste Arantes, para que abandonara su empleo en una fábrica de zapatos de apenas dos dólares de sueldo diarios y apostase por su hijo y su carrera, a pesar de que ella no veía el fútbol como una profesión. Así, Pelé y su familia dejaron Baurú para que el prometedor joven conociese a uno de los amores de su vida: el Santos de São Paulo.

Hay que hablar de amor y de fidelidad, porque eso es lo que le profesó Pelé toda su vida al Santos. En el equipo de São Paulo militó desde 1956, cuando ascendió de sus categorías inferiores, hasta 1974, cuando se marchó a su retiro dorado en Estados Unidos ya semi retirado y habiendo dado todo al club y al país. Porque ese acto de fidelidad con el que se puede describir la carrera de Pelé no involucró únicamente al Santos. Pelé fue el icono de toda una era en el fútbol brasileño, el jugador ejemplar que se negó a dar el salto a Europa cuando otros sudamericanos, como Alfredo Di Stéfano, forjaron su legendaria carrera en el viejo continente.

Y con el Santos, logró número estratosféricos. 643 goles en 663 partidos oficiales con la camiseta del conjunto 'alvinegro', que sirvieron para ganar dos Copas Libertadoresdos Intercontinentales ante el Benfica de Eusébio y el AC Milán de Trappatoni, y seis 'Brasileirãos', además de otra veintena de campeonatos regionales. Más de 1.200 goles a lo largo de su carrera, contando siempre los múltiples amistosos que jugó, pero que demuestran que estaba hecho de una pasta única. Además, allí creó una escuela que mucho tiempo después ha dado fenómenos como Neymar, a dos goles de igualarle como máximo goleador histórico de Brasil.

Después de darlo todo por la 'Canarinha' y por el Santos, Pelé estaba listo para retirarse, pero acabó jugando tres años más en el New York Cosmos. Una mala inversión complicó su situación financiera, pero no quería aceptar ofertas todavía de primer nivel como las de Juventus y Real Madrid, que ofrecían 15 millones de dólares, o las del AC Milan y el América de México, y acabó en un país donde el fútbol no era tan popular. Allí, metió otros 65 goles en 111 partidos, sacando al Cosmos campeón en su último año, cuando compartió vestuario con Franz Beckenbauer y Carlos Alberto. Su despedida del fútbol tuvo lugar el 1 de octubre de 1977, a sus 36 años. Pelé se despidió definitivamente de su amado fútbol ante 75.000 espectadores en un encuentro entre el Santos y el Cosmos, jugando un tiempo para cada equipo.

Brasil, tricampeona del mundo

Punto y aparte merece la trayectoria de 'O Rei' con su selección, a la que llevó de la decepción del 'Maracanazo' ante Uruguay en 1950 a conquistar su primera Copa del Mundo en 1958, apenas unos meses después de debutar, otra más cuatro años después, en el Mundial de 1962, y la tercera ya en 1970, con la que coronó una carrera y un palmarés inigualable, y situó ya para siempre a Brasil como reina del fútbol mundial a nivel de selecciones.

Su primer Mundial, el de Suecia 1958, estuvo a punto de no ser su primer Mundial. Una lesión de última hora complicó su presencia en el torneo, que ya venía siendo discutida por haber provocado que la estrella de Corinthians, Luizinho, se quedase sin Mundial. Sin embargo, se recuperó antes de los cuartos de final, y llevó a la 'Canarinha' hasta la Copa Jules Rimet por primera vez junto a otras leyendas como Garrincha Didí tras derrotar a la URSS de Lev Yashin, a Gales, a la Francia de Kopa, y en la final a la anfitriona Suecia. Y lo hizo logrando un 'hat trick' y anotando en total 6 goles en el torneo, todo con 17 años.

Cuatro años después, en el Mundial de Chile, Pelé contaba ya 21 primaveras y logró incluso hacer gol en su debut, pero lo que prometía ser un certamen escandaloso para el talentoso brasileño, fue un calvario. Una lesión que arrastraba se agravó en su segundo partido, ante Checoslovaquia, y le dejó en el dique seco para el resto del torneo. Gracias a Garrincha y Amarildo, no obstante, la ausencia de Pelé no fue tan determinante, y reeditaron título mundial.

El más dramático, mágico y significativo fue el de 1970 en México. Tras la debacle brasileña en Inglaterra 1966, donde se fueron eliminados en primera ronda después de una preparación desastrosa, Pelé había renunciado a la selección. Sin embargo, su regreso quedó confirmado en 1969, en vísperas del torneo, donde Brasil no tuvo rival. Ni siquiera en la final, en el Estadio Azteca antes más de 120.000 personas, contra Italia. Pelé anotó un gol y dio dos asistencias para despedirse de los Mundiales con tres estrellas en el pecho.

Su despedida competitiva de la 'Canarinha' fue en 1971, y estuvo tentado de volver para un Mundial más, aunque el de 1974 en Alemania le pilló ya pensando en el retiro en el NY Cosmos. Aun así, no necesitó ni se le podrá exigir jamás más de lo que hizo por la selección y el fútbol brasileño. Con Brasil, logró 77 goles, récord aún vigente, en apenas 92 partidos, pero sobre todo logró introducir un gen ganador que se vio reflejado en la pentacampeona en 1994 y 2002.

El reconocimiento tras la retirada.

Más allá de su legado futbolístico, de incalculable valor, Pelé logró convertirse en toda una figura pública de celebridad internacional. Tras su retirada como jugador, Pelé fue actor y cantante. Además, fue nombrado Ciudadano del Mundo por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1977, Embajador para la Ecología y el Medio Ambiente por la ONU en 1992, Embajador de Educación, Ciencia, Cultura y Buenos Deseos de la Unesco en 1994, Ministro extraordinario de Deportes por el gobierno de Brasil entre 1994 y 1998, Caballero de Honor del Imperio Británico en 1997 y Embajador del Deporte en el Foro Económico Mundial de 2006.

En 1999 el Comité Olímpico Internacional lo distinguió como el 'mejor deportista del siglo XX', y le otorgó la Orden Olímpica en 2016. En el año 2000, fue elegido como el 'mejor futbolista oficial del siglo XX' con el 73% de los votos en una votación realizada por la Comisión de Fútbol de la FIFA y los suscriptores de la Revista FIFA, por la Federación Internacional de Historia y Estadística de Fútbol, así como en una encuesta respondida por los ganadores del Balón de Oro hasta aquel momento. Casi nada. Simplemente, el mejor de la historia del fútbol.

Pelé nunca pudo ganar un Balón de Oro, ya que solo participaban jugadores europeos en el galardón en su época, y tampoco ganó una Copa de Europa. Pero tampoco lo necesitó. Solo más de seis décadas después, dos auténticas leyendas como Messi y Cristiano Ronaldo fueron capaces de batir sus récords. En un fútbol moderno, actualizado y evolucionado, a años luz del que practicó 'O Rei', pero con el mismo espíritu. Y, sin embargo, nadie ha sido ni parece llegar a ser capaz de hacer a su selección tres veces campeona del mundo. Una carrera rompedora, vanguardista, pero siempre humilde. Un hombre récord que, además, entendió como nadie su idilio con el balón. Simplemente, el mejor.


jueves, 22 de diciembre de 2022

150 años de Pío Baroja y de Eugenio Aviraneta

 En euskonews 

https://www.euskonews.eus/zbk/776/150-anos-de-pio-baroja-y-de-eugenio-aviraneta/ar-0776001006C/#

podéis leer este artículo: 


150 años de Pío Baroja y de Eugenio Aviraneta

Este año se han juntado dos efemérides:

El ocho de febrero de 1872 fallecía Eugenio de Aviraneta y el veintiocho de diciembre del mismo año nacía Pío Baroja.


 

Creo que el motivo es suficiente para escribir un libro en el que ponemos en relación a Baroja con uno de sus personajes principales, Eugenio de Aviraneta, que no sólo fue un personaje barojiano porque Baroja escribió sobre su vida, sino porque su propia vida es eminentemente barojiana.


 

Por otra parte, el modo cómo se presenta a Baroja en la escuela provoca que cuando alguien se acerca por vez primera a este escritor lo haga bajo el prejuicio de que era un ser triste y encerrado en sí mismo. En este libro pretendemos demostrar lo contrario.

Borja Olaizola titulaba así la entrevista que me hacía para El Diario Vasco.

El Baroja que se enseña en los colegios es demasiado oscuro.

Les voy a seleccionar algunos párrafos:

“Huraño, oscuro y triste. Así es como ven la mayoría de los alumnos a Pío Baroja cuando se acercan por primera vez a su obra en el colegio. El escritor donostiarra José Andrés Alvaro Ocáriz reivindica en su nuevo libro, Pío Baroja, el hombre que vino del mar, la cara más amable y entretenida del novelista en vísperas de la conmemoración del 150 aniversario de su nacimiento. El también profesor se ha propuesto acabar con esa leyenda de hombre triste y melancólico» que rodea a Baroja poniendo el foco en algunas de las obras en las que aparece como «una persona con un corazón sensible y brillante.”

“Pío Baroja es uno de los grandes novelistas del siglo pasado y tiene una obra que puede resultar muy atractiva para los chavales que empiezan a leer, pero los planes de estudios hacen que al final termine siendo un autor oscuro y triste para los más jóvenes.”

“Los responsables educativos escogieron hace décadas El árbol de la ciencia como la obra más representativa de Baroja y desde entonces no se ha corregido este enorme error. Es un gran libro, pero es un libro que hay que leer cuando se tienen ya unos años porque a un chaval le resulta oscuro y no le dice nada. Les hacen leer El árbol de la ciencia cuando Baroja tiene novelas de aventuras fantásticas como Zalacaín el aventurero o Las inquietudes de Shanti Andía, que se adaptan mucho mejor al espíritu juvenil. Confrontar a un alumno que se aproxima por primera vez a Baroja con El árbol de la ciencia es como hacer que alguien que empieza a aprender español tenga que leerse El Quijote.”

Pío Baroja, el hombre que vino del mar surge, así como una reivindicación del Baroja más ameno y también más alejado de los estereotipos. «Tradicionalmente se ha asociado su figura al individualismo y también a la tristeza y la melancolía. Cuando decimos que tal persona es ‘barojiana’ ya se le encasilla como encerrada en sí misma cuando lo que hace precisamente Baroja en sus novelas es abrirse al mundo».”

“El título del mar hace referencia a un elemento de gran importancia en la vida de Baroja. No solo desde el punto de vista temático, varias novelas y cuentos hacen referencia al mundo marino, sino por ese talante de búsqueda de la libertad que le dio a Baroja el haber nacido junto al mar; decía Celaya que haber nacido al lado del mar le hacía amar la libertad de un modo especial, eso mismo podemos decir de Pío Baroja. El mar es un espacio de libertad, un ámbito que Baroja introdujo en muchas de sus principales obras y también un elemento que le acompañó durante toda su vida, aunque viviese alejado de la costa.”

Jon Steimeier ponía por título en la que me realizó para el Diario de Navarra:

Un libro para combatir la imagen huraña de Pío Baroja

“José Andrés Álvaro Ocáriz está convencido de que si alguien ha terminado sus estudios y el único contacto que ha tenido con Baroja es a través de El árbol de la ciencia la visión que va a tener de él posiblemente sea la de un ser amargado. Por eso en la primera parte del libro reivindica “un Baroja sentimental, amable, distinto en suma de lo que nos ha transmitido la enseñanza oficial”.

“Queremos desvestir a Baroja de esa vestimenta de persona huraña e incluso desagradable que aún perdura en nuestros días, fruto de la imagen que se ha transmitido”. Por culpa del tratamiento que ha recibido, y recibe, don Pío en la enseñanza reglada, la visión que un alumno puede recibir del escritor donostiarra es esa. Y es lo que pretendemos desmontar con este libro.”

El libro se estructura en tres partes. En la primera se puede leer una selección de textos no demasiado conocidos en los que Baroja aparece con un corazón sensible y brillante.

Hemos recuperado el breve discurso que el novelista pronunció en 1935 cuando acudió a San Sebastián a inaugurar el busto que le había dedicado el escultor Victorio Macho.

“Si se borra mi recuerdo y el busto permanece en su sitio, me contentaría con que la gente que lo contemplara en el porvenir supiera que el que sirvió de modelo a esta estatua era un hombre que tenía el entusiasmo por la verdad, el odio a la hipocresía y a la mentira y que, aunque se dijera lo contrario en su tiempo, era un vasco que amaba entrañablemente a su país.”

En esa primera parte se traza también un pequeño esbozo biográfico del novelista y se recuperan relatos como Mari Beltza, uno de los cuentos de Vidas sombrías, o Elogio sentimental del acordeón y Elogio de los viejos caballos del tiovivo, incluidos ambos en Paradox, rey, además del conocido cuento Angelus, cuento que pueden leer a continuación:

“Eran trece hombres, trece valientes curtidos en el peligro y avezados a las luchas del mar. Con ellos iba una mujer, la del patrón.

Los trece hombres de la costa tenían el sello característico de la raza vasca: cabeza ancha, perfil aguileño, la pupila muerta por la constante contemplación de la mar, la gran devoradora de hombres.

El Cantábrico los conocía. Ellos conocían las olas y el viento.

La trainera, larga, estrecha, pintada de negro, se llamaba Arantza, que en vascuence significa espina. Tenía un palo corto, plantado junto a la proa, con una vela pequeña...

La tarde era de otoño, el viento flojo, las olas, redondas, mansas, tranquilas. La vela apenas se hinchaba por la brisa, y la trainera se deslizaba suavemente, dejando una estela de plata en el mar verdoso.

Habían salido de Motrico y marchaban a la pesca con las redes preparadas, a reunirse con otras lanchas para el día de Santa Catalina. En aquel momento pasaban por delante de Deva.

El cielo estaba lleno de nubes algodonosas y plomizas. Por entre sus jirones, trozos de un azul pálido. El sol salía  en rayos brillantes por la abertura de una nube, cuya boca enrojecida se reflejaba temblando sobre el mar.

Los trece hombres, serios e impasibles, hablaban poco. La mujer, vieja, hacía media con gruesas agujas y un ovillo de lana azul. El patrón, grave y triste, con la boina calada hasta los ojos, la mano derecha en el remo, que hacía de timón, miraba impasible el mar. Un perro de aguas, sucio, sentado en un banco de popa, junto al patrón, miraba  también al mar, tan indiferente como los hombres.

El sol iba poniéndose... Arriba, rojos de llama, rojos cobrizos, colores cenicientos, nubes de plomo, enormes ballenas. Abajo, la piel verde del mar, con tonos rojizos, escarlatas y morados. De cuando en cuando, el estremecimiento rítmico de las olas,...

La trainera se encontraba frente a Itziar. El viento era de tierra, lleno de olores de monte. La costa se dibujaba con todos sus riscos y sus peñas.

De repente, en la agonía de la tarde, sonaron las horas en el reloj de la iglesia de Itziar y, luego, las  campanadas de Ángelus se extendieron por el mar como voces lentas, majestuosas  y sublimes.

El patrón se quitó la boina y los demás hicieron lo mismo. La mujer abandonó su trabajo y todos rezaron, graves, sombríos. Mirando al mar tranquilo y de redondas olas.

Cuando empezó a hacerse de noche, el viento sopló ya con fuerza, la vela se redondeó con las ráfagas de aire, y la trainera se hundió en la sombra, dejando una estela de plata sobre la negruzca superficie del agua,...

Eran trece los hombres, trece valientes, curtidos en el peligro y avezados a las luchas del mar.”

Concluimos la primera parte de esta obra con el texto que Baroja dedica al otoño:

“El otoño es para mí la época más agradable en el campo y en la ciudad. Después de ese ardor pesado y enervante de los días de agosto, las primeras frescuras otoñales son una delicia.

La lluvia benéfica va cayendo suavemente sobre la tierra y parece que es una voluptuosidad nueva mirar el paisaje y respirar ¡El otoño, qué admirable estación!

Otoño es una dama aventurera  saciada de amores y de frutos. En el Mediodía, en las tierras del vino, muestra la carnación abundante de una Venus de Rubens. Es barroca, espléndida, tiene el color dorado del sol, y, en el cabello, el adorno de los pámpanos y de las hojas de viña. En los países del Norte, menos opulenta y más discreta, es una ninfa pálida, engalanada con flores, que marcha por prados entre las altas hierbas humedecidas por jirones flotantes de bruma.

Otoño es ver las mañanas que brotan, radiantes, por entre la gasa blanca de niebla que envuelve el valle; recibir la caricia del sol, ya enfermizo, que tiene un calor dulce al mediodía, y respirar al anochecer el aire fresco y perfumado de los montes.

Otoño es el olor del heno, la sazón de los prados. Otoño es ver caer la lluvia en un día gris, luminoso y plácido, a través de los cristales de la ventana, oír el rumor del viento en el follaje; marchar por la carretera haciendo crujir bajo los pies las hojas amarillas de los árboles, oír las campanadas de la oración desde lejos, entre el ramaje desnudo de bosque, y encender, al lado del camino, una hoguera de ramas secas.

Otoño es ver pasar, por encima de nuestra cabeza, los pintados pájaros de otros climas, y contemplar las bandadas de aves que vuelan en el alto formando un triángulo y van lanzando gritos estridentes.

Otoño es amontonar en los desvanes el grano dorado, las calabazas ventrudas y disformes y guardar, en los armarios de nogal, las gruesas manzanas olorosas.

Otoño es mirar ensimismado los cipreses agudos del cementerio y sentir cómo van hiriendo en nuestro corazón las horas una a una.

Otoño es acompañar a una mujer lánguida, del brazo, al anochecer y hablar con ella de la vida, de las ilusiones pasadas, mientras los gusanos de luz brillan misteriosos, entre la hierba. ¡Admirable y romántica estación!”

En la segunda parte del libro lleva por título Uno de los nuestros y en ella realizamos un resumen novelado de Memorias de un hombre de acción, el ciclo de 22 novelas que Baroja escribió en torno a la figura de su antepasado, el conspirador y aventurero liberal Eugenio de Aviraneta.

Eugenio de Aviraneta fue un aventurero del siglo XIX, en torno a él Baroja va a tejer el entramado de Memorias de un hombre de acción y va a escribir también la novela que lleva por título Aviraneta o la vida de un conspirador”. La vida de Aviraneta le va a llamar la atención a Baroja y le va a llevar a crear este personaje novelesco que tiene una gran base histórica.


 

En esta segunda parte hemos revitalizado un personaje que aparece en la obra. Es una invitación a leer las 22 novelas que forman esta serie y por eso hemos realizado este juego creativo.

Hemos tomado un personaje de Baroja y hemos ido creando una ficción para unir las veintidós novelas. Shanti, a instancias de su tía Ursula, está ordenando los papeles de Pello Leguía y va descubriendo la vida de don Eugenio de Aviraneta, de quien escribirá Benito Pérez Galdós en uno de sus Episodios Nacionales, concretamente en el que lleva por título Un faccioso más… y algunos frailes menos :

“Este señor Aviraneta fue el que después adquirió celebridad fingiéndose carlista para penetrar en los círculos familiares de la gente facciosa y enredarla en intrigas mil, sembrando entre ella discordia, sospechas y recelos, hasta que precipitó la  defección de Maroto, preparando el Convenio de Vergara y la ruina de las facciones. Admirablemente dotado para estas empresas, era aquel hombre un colosal genio de la intriga y un  histrión inimitable para el gigantesco escenario de los partidos. Las circunstancias y el tiempo le hicieron un gran intrigante; otra época y otro lugar hubieran hecho de él quizás el primer diplomático del siglo.”

La tercera y última parte del libro está dedicado a la poesía de Baroja, una faceta muy poco conocida del autor donostiarra. Publicó su única obra de poesía, Canciones del suburbio, cuando estaba ya al final de su carrera literaria y tenía 71 años. Baroja no era un simple versificador, como afirmaban algunos, sino que es un poeta de la experiencia, va a plasmar en sus poemas la realidad que le rodea, con sus luces y sus sombras, sin dejarse llevar por arrebatos poéticos, sino mostrando la realidad tal y como es.

Canciones del suburbio cuenta con una triple introducción:

  • Un prólogo de Azorín, titulado Baladas perdidas
  • Una explicación en prosa del propio Pío Baroja
  • Un breve prólogo en verso 

Azorín reconoce que su primera impresión había sido de sorpresa pero que, una vez que la extrañeza había desaparecido, era menester adentrarse en el libro. Escribe el maestro alicantino:

“Algo hay en Las canciones del suburbio que, sin que sepamos en qué consiste, nos atrae con viveza que no podemos ni queremos remediar. Damos vueltas al volumen y ansiamos que nuestra ansiedad interior quede satisfecha. La materia de este libro es lo popular. A lo popular debemos añadir lo pretérito. Si repasamos atentamente Las canciones del suburbio, advertimos, desde luego, que todo lo primigenio y fundamental de Baroja se condensa en estos versos. Aquí está la sustancia popular. Y con esta sustancia, que compone lo más preciso de la obra barojiana, la esquividad, el apartamiento de todo lo aceptado, la aversión a lo falsamente tradicional que informa y da valor a esta obra. Nada más característico que los versos de Las canciones del suburbio. Los mismos arquetipos barojianos son los que desfilan por estas páginas. El mismo espíritu de las novelas es el que los alienta. No existe, por tanto, discontinuidad entre la novela y estas canciones. Todo se nos aparece unido y compacto. Nos rodea , en el volumen de versos, el mismo ambiente que en el mundo de las novelas. Forzosamente, Pío Baroja había de condensar en unas pocas páginas rimadas su pensamiento sobre el mundo y la vida.”

Compara los versos barojianos con los de Juan Valera, con los de Pedro Antonio de Alarcón y prefiere la realidad vivida sobre la que escribe Baroja:

“Esta realidad le lleva a presentar unas figuras que se mueven en un ambiente de lejanía y casi de ensueño.”

Continúa  Azorín indicando que “el libro de Baroja no tendría el valor que tiene si no le circundara ese ambiente de lo pretérito. Al hacerlo así, al escribir Baroja en pasado y no en presente, se logra un efecto que, de otro modo, acaso no existiera: lo que parece más ajeno a la verdadera poesía cobra de pronto un hechizo verdaderamente poético.

Este escribir en pasado contribuye a crear una impresión de que los hechos se han desvanecido. Eso crea, en palabras de Azorín, una impresión profunda, indeleble, angustiadora. Todo ha pasado, todo se ha disuelto, ya no volverá nada, no volveremos a vivir el pasado. Cuando se cierra el libro de Baroja esa es la sensación que queda en el fondo de nuestra alma ¿Y qué importará si el verso es de un modo o de otro, que la cadencia sea esta o la otra? Junto a tanta y tanta obra poética fruslera, que no dejan huella en nuestra sensibilidad, las Canciones de Baroja nos son queridas, porque han puesto en nosotros, en lo más íntimo de nuestro ser, un anhelo que nos inquieta y que no podemos definir. Anhelo que es a la vez, acíbar y  dulzura, esperanza y decepción, alegría y melancolía.”

La segunda parte de la introducción le corresponde al escritor donostiarra. La titula Explicación y pretende indicar por qué y cómo ha creado un libro de poemas.

“Casi todos los escritores, buenos y malos, han hecho algunos versos en su juventud. Yo no los he hecho en la juventud, sino que los he escrito en la vejez.

¿Por qué se me ocurrió una idea tan lejana a mis gustos? Se me ocurrió por aburrimiento. Estaba en París en el verano y el otoño del 39 y en el invierno y la primavera del 40. El pueblo se iba poniendo cada vez más triste y sombrío. La gente conocida, en su mayor parte, se había ido marchando.

¿A qué podía uno dedicarse? ¿A un trabajo manual? Imposible. ¿A un trabajo de erudición? Era muy difícil.

Venía a mi casa una mecanógrafa y copiaba algunos artículos que yo enviaba a América. Se me ocurrió dictarle un folletín, una especie de novela por entregas y, después, dibujar yo mismo unas estampas toscas e intercalar algunos romances. La idea era muy poco práctica, pero la extravagancia misma del proyecto me producía cierta alegría. Pero lo tuve que abandonar pronto.

Luego, en Bayona, dicté a una muchacha mecanógrafa algunas impresiones de París y unos romances. Al marcharme de Bayona dejé los papeles y algunos libros en casa de una familia casi desconocida y pensé que unos y otros se perderían  y que ya no me ocuparía de ellos. Pero todos me han seguido como perros fieles al amo.

Luego, he comenzado a leer estos versos y no he comprendido si vale la pena publicarlos, aunque sea para un corto número de amigos. Me parecen todos ellos decadentes y, al mismo tiempo, defectuosos, productos de vejez y de neurastenia.

Si yo supiera corregirlos (he intentado hacerlo, sin éxito) lo haría, pero no tengo norma clara para ello. Si intento mejorarlos, pierden su carácter y se hacen afectados, y, si los dejo tal como están, quedan toscos.

Este es el pequeño problema que no sé resolver.”

En la tercera parte de la introducción encontramos este prólogo en verso.

Prólogo un tanto fantástico

Locura, humor, fantasía,
ideas crepusculares,
versos tristes y vulgares,
eterna melancolía,
angustias de hipocondría,
soledad de la vejez,
alardes de insensatez,
arlequinada zozobra,
rapsodias donde todo sobra
y falta mucho a la vez.

Viviendo en tiempo brutal,
sin gracia y sin esplendor,
no supe darles mejor
contextura espiritual.
Es un pobre carnaval
de traza un tanto harapienta,
que se alegra o se impacienta
con murmurar y gruñir,
con el llorar y el reír,
de su musa turbulenta.

Y como no hay más recursos
que escuchar a esta barroca
furia, que siga su curso
y que lance en su discurso
la amargura de su boca.

Cinco partes componen el libro. La primera lleva por título La juventud, con versos  bohemios y madrileños. Recuerdos de vagabundo es la segunda: son los recuerdos del constante viajero que fue Pío Baroja. La tercera, Impresiones de París, está compuesta por poemas tristes, melancólicos, con los recuerdos mezclados de sus varias estancias. Melancolías grotescas  es el título de la cuarta  parte. Y la quinta, Unos epílogos de la época, tiene relación con el primer año de la segunda guerra mundial, el último de su vida parisina y con el viaje final hasta Bayona y la frontera.

La primera parte, La juventud, está formada por 37 poemas. Esta primera parte se inicia recordando un incidente de su niñez: cuando vio pasar delante de su casa de Pamplona a un reo al que iban a ejecutar. Siguen recuerdos de personas, como el buhonero, la prostituta, el golfo , el madrileño castizo, el bohemio, etc. y recuerdos también de lugares, como el café cantante, el paseo del Retiro, el cementerio, la casa de juego, la taberna,… 

Estos son los primeros versos del titulado Invitación a la golfería:

Un pollito madrileño,
petulante y fanfarrón,
le decía a una muchacha
con aire conquistador:
-yo me pondré la gorrilla,
tú te pondrás el mantón,
e iremos por las calles
a lucirnos, como hay Dios.
Entraremos en la tasca,
en el tupi y el figón,
tomaremos unas tintas
de pardillo del mejor,
y si tercia e invitan,
y hay una buena ocasión,
nos marcaremos un chotis
en el baile de la Flor.

La segunda parte lleva por título Recuerdos de vagabundo y está compuesta por 42 poemas. En ella, Pío Baroja recuerda las impresiones que ha dejado en él la multitud de viajes realizados a lo largo de su vida.

Así comienza el que dedica a las ferrerías:

Las ferrerías

En las provincias del Norte,
cerca de arroyos muy claros,
he visto que hay todavía
ferrerías en los campos.
Tienen aspecto ruinoso,
son asilo de lagartos
los muros llenos de líquenes
y de piedras los tejados.
Están encima del agua,
tan cubiertas de hierbajos,
que parecen peñascales
más que productos humanos.

La tercera parte, titulada Impresiones de París está compuesta por 29 poemas. Se recogen, en ella, los recuerdos que han dejado en Baroja sus estancias en la capital francesa. Etas son las primeras estrofas del titulado Jardín del Luxemburgo:

Jardín del Luxemburgo

Día otoñal de París
de poca luz y color;
día oscuro, día gris
romántico y soñador.

El viento arrastra la hoja
por el suelo del jardín
y canta triste congoja
en su mágico violín.

El crisantemo de oro
aún reluce en el parter;
tuvo fulgor de tesoro,
hoy es la sombra de ayer.

Melancolías grotescas es el título de la cuarta parte. La componen 16 poemas. Son más recuerdos de Baroja sobre gentes, paisajes,...

Tierra fértil, tierra amable,
la tierra de Normandía,
prados verdes, valles claros,
boscajes en las colinas,
ríos de corriente mansa
y césped en las orillas
que van a engrosar el Sena
y a aumentar su onda tranquila.

Algún monasterio antiguo
que en un cerro se divisa,
algún castillo roquero
del altozano en la cima.

En las ciudades del gótico,
verdaderas maravillas
se muestran cual los encajes
que en los talleres fabrican.
En el campo, las praderas
cubiertas de flores brillan,
la vaca que pasta, grave,
y que al caminante mira,
tiene un aire pensativo
en su serena pupila.

Los 15 poemas que constituyen la quinta parte, Epílogos de la época, nos hablan de un periodo que se termina y del que el escritor es testigo, Estos son los últimos versos del poema con el que concluye el libro de Baroja:

Ya nada me preocupa:
ni el dinero ni la fama,
ni los honores y burlas,
ni los elogios o sátiras,
y sólo aspiro a dar fin
con decencia a la jornada
y disolverme en el éter
o en la búdica nirvana.
Adiós, pues, amiga mía;
adiós, mi querida dama.
Hay que dejar a los otros
el dolor y la esperanza,
los trabajos e inquietudes,
toda esta farsa vana.

Hemos incluido también el poema que a Pío Baroja le dedica Antonio Machado:

Pío Baroja

En Londres o Madrid, Ginebra o Roma,
ha sorprendido, ingenuo paseante,
el mismo tedium vitae en vario idioma,
en múltiple careta igual semblante.
Atrás las manos enlazadas lleva,
y hacia la tierra, al pasear se inclina;
todo el mundo a su paso es senda nueva,
camino por desmonte o por ruina.
Dio, aunque tardío, el siglo diecinueve
un ascua de fuego al gran Baroja,
y otro siglo, al nacer, guerra le mueve,
que enceniza su cara pelirroja.
De la rosa romántica en la nieve,
él ha visto caer la última hoja.


Nota: Les recordaré que los beneficios que se obtienen con la venta del libro Pío  Baroja, el hombre que vino del mar se destinan a intentar paliar esta grave crisis humanitaria que se ha producido con la invasión de Ucrania; en concreto, estamos colaborando con un comedor social en el distrito Solomyanska de Kyiv. El libro lo distribuye Elkar y se puede adquirir también en Amazon.


viernes, 16 de diciembre de 2022

El acto de Bera

 En https://erran.eus/bortziriak/1671091007166-pio-barojari-buruzko-liburuaren-aurkezpena-egin-dute-beran , podéis encontrar este texto:


Pio Barojari buruzko liburuaren aurkezpena egin dute Beran

'Pio Baroja, el hombre que vino del mar' liburuaren aurkezpena egin zuten atzo Beran, Jose Andres Alvaro, liburuaren egileetako bat bertan zela. 

150 urte beteko dira abenduaren 28an Pio Baroja jaio zenetik, eta hori oroitzeko antolatutako ekitaldien barrenean egin zuten atzo liburuaren aurkezpena. 15 bat lagun elkartu ziren liburuaren aurkezpenean, eta solasaldi goxoa izan zuen liburuaren inguruan. 

Ekitaldiek jarraipena izanen dute asteburuan. Larraitz Ugartemendiak gidatua, Pio Baroja oroitzeko interpretazio artistikoa eginen dute. Bihar, ortziralea hasiko dira sormen lana egiten Ugartemendia bera eta Irungo Pio Baroja ikastetxeko ikasleak. Ondotik, larunbatean herritarren txanda izanen da 10:30ean hasi eta 13:30ak arte.

Behin lana bukatuta, abenduaren 20an, asteartean, lanaren inaugurazioa eginen dute. Performance estiloko emanaldi bat eskainiko dute musika eta hitzak uztartuz. 


Presentación del libro sobre Pío Baroja en Bera

Ttipi-Ttapa 2022-12-15 13:00


Ayer se presentó en Bera el libro 'Pío Baroja, el hombre que vino del mar', con la presencia de José Andrés Alvaro, uno de los autores del libro. 


El 28 de diciembre se cumplen 150 años del nacimiento de Pío Baroja, y la presentación del libro se realizó ayer en el seno de los actos organizados para conmemorarlo. Unas 15 personas se reunieron en la presentación del libro, en el que hubo una agradable conversación sobre el libro. 

Los actos continuarán el fin de semana. Conducido por Larraitz Ugartemendia, se realizará una interpretación artística en recuerdo de Pío Baroja. Mañana,  Ugartemendia y los alumnos del colegio Pío Baroja de Irún comenzarán a trabajar en la creación. A continuación, el sábado será el turno de los ciudadanos desde las 10:30 hasta las 13:30 horas.


Una vez finalizada la obra, el martes 20 de diciembre se inaugurará la obra. Ofrecerán un espectáculo de estilo performance que combinará música y letras. 










Ya sabéis que podéis adquirir el libro en Amazon.

También está en librerías. Basta ir  e indicar que lo distribuye Elkar.

En el País Vasco y Navarra, en las librerías de Elkar 

En San Sebastian, además, en Hontza y Lagun


miércoles, 14 de diciembre de 2022

Las mejores obras de la poesía española.- San Juan de la Cruz

 


He utilizado esta imagen del Cristo de San Juan de la Cruz de Salvador Dalí, en este día em que la Iglesia recuerda  la vida de este santo carmelita para recordar algunas de sus poesías:


I

En una noche oscura
con ansias en amores inflamada
¡oh dichosa ventura!
salí sin ser notada
estando ya mi casa sosegada,


a oscuras y segura
por la secreta escala disfrazada,
¡oh dichosa ventura!
a oscuras y en celada
estando ya mi casa sosegada.


En la noche dichosa
en secreto que nadie me veía
ni yo miraba cosa
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.


Esta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía
en sitio donde nadie aparecía.


¡Oh noche, que guiaste!
¡Oh noche amable más que la alborada!
¡Oh noche que juntaste
amado con amada,
amada en el amado transformada!


En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba
allí quedó dormido
y yo le regalaba
y el ventalle de cedros aire daba.


El aire de la almena
cuando yo sus cabellos esparcía
con su mano serena
y en mi cuello hería
y todos mis sentidos suspendía.


Quedéme y olvidéme
el rostro recliné sobre el amado;
cesó todo, y dejéme
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.


II

¡Oh llama de amor viva,
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
pues ya no eres esquiva,
acaba ya si quieres;
rompe la tela de este dulce encuentro.


¡Oh cauterio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado,
que a vida eterna sabe
y toda deuda paga!,
matando muerte en vida la has trocado.


¡Oh lámparas de fuego
en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido
que estaba oscuro y ciego
con extraños primores
calor y luz dan junto a su querido!


¡Cuán manso y amoroso
recuerdas en mi seno
donde secretamente solo moras
y en tu aspirar sabroso
de bien y gloria lleno
cuán delicadamente me enamoras!

 

 

¡Qué bien sé yo la fuente que mana y corre,
aunque es de noche!.

I

Aquella eterna fuente está escondida.
¡Que bien sé yo do tiene su manida
aunque es de noche!

II

Su origen no lo sé pues no le tiene
mas sé que todo origen de ella viene
aunque es de noche.

III

Sé que no puede ser cosa tan bella,
y que cielos y tierra beben de ella
aunque es de noche.

IV

Bien sé que suelo en ella no se halla
y que ninguno puede vadearla
aunque es de noche.

V

Su claridad nunca es escurecida
y sé que toda luz de ella es venida
aunque es de noche.

VI

Sée ser tan caudalosos sus corrientes,
que infiernos cielos riegan y a las gentes
aunque es de noche.

VII

El corriente que nace de esta fuente
bien sé que es tan capaz y omnipotente
aunque es de noche.

VIII

El corriente que de estas dos procede
sé que ninguna de ellas le precede
aunque es de noche.

IX

Esta eterna fuente está escondida
en este vivo pan por darnos vida
aunque es de noche.

X

Aquí se está llamando a las criaturas
y de esta agua se hartan, aunque a escuras
porque es de noche.

XI

Esta viva fuente que deseo
en este pan de vida yo la veo
aunque es de noche.

 

 

¿Adónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste
habiéndome herido;
salí tras ti clamando, y eras ido.

Pastores, los que fuereis
allá por las majadas al otero,
si por ventura viereis
aquél que yo más quiero,
decidle que adolezco, peno y muero.

Buscando mis amores,
iré por esos montes y riberas;
ni cogeré las flores,
ni temeré las fieras,
y pasaré los fuertes y fronteras.

¡O bosques y espesuras,
plantadas por la mano del Amado!,
¡o prado de verduras,
de flores esmaltado!,
decid si por vosotros ha pasado.

Mil gracias derramando
pasó por estos sotos con presura;
y, yéndolos mirando,
con sola su figura
vestidos los dejó de hermosura.

¡Ay!, ¿quién podrá sanarme?
Acaba de entregarte ya de vero;
no quieras enviarme
de hoy más ya mensajero
que no saben decirme lo que quiero.

Y todos cuantos vagan
de ti me van mil gracias refiriendo,
y todos más me llagan,
y déjame muriendo
un no sé qué que quedan balbuciendo.

Mas, ¿cómo perseveras,
¡o vida!, no viviendo donde vives,
y haciendo porque mueras
las flechas que recibes
de lo que del Amado en ti concibes?

¿Por qué, pues as llagado
este corazón, no le sanaste?
Y, pues me le has robado,
¿por qué así le dejaste,
y no tomas el robo que robaste?

Apaga mis enojos,
pues que ninguno basta a deshacerlos,
y véante mis ojos,
pues eres lumbre de ellos,
y sólo para ti quiero tenerlos.

Descubre tu presencia,
y máteme tu vista y hermosura;
mira que la dolencia
de amor, que no se cura
sino con la presencia y la figura.

¡O cristalina fuente,
si en esos tus semblantes plateados
formases de repente
los ojos deseados
que tengo en mis entrañas dibujados!

¡Apártalos, Amado,
que voy de vuelo!.
Vuélvete, paloma,
que el ciervo vulnerado
por el otero asoma
al aire de tu vuelo, y fresco toma.

Mi Amado las montañas,
los valles solitarios nemorosos,
las ínsulas extrañas,
los ríos sonorosos,
el silbo de los aires amorosos,

La noche sosegada
en par de los levantes del aurora,
la música callada,
la soledad sonora,
la cena que recrea y enamora.

Cazadnos las raposas,
que está ya florecida nuestra viña,
en tanto que de rosas
hacemos una piña,
y no parezca nadie en la montiña.

Detente, cierzo muerto;
ven, austro, que recuerdas los amores,
aspira por mi huerto,
y corran sus olores,
y pacerá el Amado entre las flores.

¡Oh ninfas de Judea!,
en tanto que en las flores y rosales
el ámbar perfumea,
morad en los arrabales,
y no queráis tocar nuestros umbrales.

Escóndete, Carillo,
y mira con tu haz a las montañas,
y no quieras decirlo;
mas mira las compañas
de la que va por ínsulas extrañas.

A las aves ligeras,
leones, ciervos, gamos saltadores,
montes, valles, riberas,
aguas, aires, ardores,
y miedos de las noches veladores:

Por las amenas liras
y canto de sirenas os conjuro
que cesen vuestras iras,
y no toquéis al muro,
porque la esposa duerma más seguro.

Entrado se a la esposa
en el ameno huerto deseado,
y a su sabor reposa,
el cuello reclinado
sobre los dulces brazos del Amado.

Debajo del manzano,
allí conmigo fuiste desposada;
allí te di la mano,
y fuiste reparada
donde tu madre fuera violada.

Nuestro lecho florido,
de cuevas de leones enlazado,
en púrpura tendido,
de paz edificado,
de mil escudos de oro coronado.

A zaga de tu huella
las jóvenes discurren al camino,
al toque de centella,
al adobado vino,
emisiones de bálsamo divino.

En la interior bodega
de mi Amado bebí, y, cuando salía
por toda esta vega,
ya cosa no sabía,
y el ganado perdí que antes seguía.

Allí me dio su pecho,
allí me enseñó ciencia muy sabrosa,
y yo le di de hecho
a mí, sin dejar cosa;
allí le prometí de ser su esposa.

Mi alma se ha empleado,
y todo mi caudal, en su servicio;
ya no guardo ganado,
ni ya tengo otro oficio,
que ya sólo en amar es mi ejercicio.

Pues ya si en el ejido
de hoy más no fuere vista ni hallada,
diréis que me he perdido,
que, andando enamorada,
me hice perdediza y fui ganada.

De flores y esmeraldas,
en las frescas mañanas escogidas,
haremos las guirnaldas,
en tu amor florecidas
y en un cabello mío entretejidas.

En solo aquel cabello
que en mi cuello volar consideraste,
mirástele en mi cuello
y en él preso quedaste,
y en uno de mis ojos te llagaste.

Cuando tú me mirabas,
su gracia en mí tus ojos imprimían;
por eso me adamabas,
y en eso merecían
los míos adorarlo que en ti veían.

No quieras despreciarme,
que si color moreno en mí hallaste,
ya bien puedes mirarme,
después que me miraste,
que gracia y hermosura en mí dejaste.

La blanca palomica
al arca con el ramo se a tornado,
y ya la tortolica
al socio deseado
en las riberas verdes a hallado.

En soledad vivía,
y en soledad a puesto ya su nido,
y en soledad la guía
a solas su querido,
también en soledad de amor herido.

Gozémonos, Amado,
y vámonos a ver en tu hermosura
al monte y al collado,
do mana el agua pura;
entremos más adentro en la espesura.

Y luego a las subidas
cavernas de la piedra nos iremos
que están bien escondidas,
y allí nos entraremos,
y el mosto de granadas gustaremos.

Allí me mostrarías
aquello que mi alma pretendía,
y luego me darías
allí tú, vida mía,
aquello que me diste el otro día.

El aspirar del aire,
el canto de la dulce filomena,
el soto y su donaire
en la noche serena,
con llama que consume y no da pena.

Que nadie lo miraba,
Aminadab tampoco aparecía,
y el cerco sosegaba,
y la caballería
a vista de las aguas descendía.

 

 

Vivo sin vivir en mí
y de tal manera espero
que muero porque no muero.

I

En mí yo no vivo ya
y sin Dios vivir no puedo
pues sin él y sin mí quedo
éste vivir qué será?
Mil muertes se me hará
pues mi misma vida espero
muriendo porque no muero.

II

Esta vida que yo vivo
es privación de vivir
y así es contino morir
hasta que viva contigo.
Oye mi Dios lo que digo
que esta vida no la quiero
que muero porque no muero.

III

Estando ausente de ti
qué vida puedo tener
sino muerte padecer
la mayor que nunca vi?
Lástima tengo de mí
pues de suerte persevero
que muero porque no muero.

IV

El pez que del agua sale
aun de alivio no carece
que en la muerte que padece
al fin la muerte le vale.
Qué muerte habrá que se iguale
a mi vivir lastimero
pues si más vivo más muero?

V

Cuando me pienso aliviar
de verte en el Sacramento
háceme más sentimiento
el no te poder gozar
todo es para más penar
por no verte como quiero
y muero porque no muero.

VI

Y si me gozo Señor
con esperanza de verte
en ver que puedo perderte
se me dobla mi dolor
viviendo en tanto pavor
y esperando como espero
muérome porque no muero.

VII

Sácame de esta muerte
mi Dios y dame la vida
no me tengas impedida
en este lazo tan fuerte
mira que peno por verte,
y mi mal es tan entero
que muero porque no muero.

VIII

Lloraré mi muerte ya
y lamentaré mi vida
en tanto que detenida
por mis pecados está.
¡O mi Dios!, cuándo será
cuando yo diga de vero
vivo ya porque no muero?

 

 

Entréme donde no supe
y quedéme no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.

I

Yo no supe dónde entraba,
pero cuando allí me vi
sin saber dónde me estaba
grandes cosas entendí
no diré lo que sentí
que me quedé no sabiendo
toda ciencia trascendiendo.

II

De paz y de piedad
era la ciencia perfecta,
en profunda soledad
entendida vía recta
era cosa tan secreta
que me quedé balbuciendo
toda ciencia trascendiendo.

III

Estaba tan embebido
tan absorto y ajenado
que se quedó mi sentido
de todo sentir privado
y el espíritu dotado
de un entender no entendiendo
toda ciencia trascendiendo.

IV

El que allí llega de vero
de sí mismo desfallece
cuanto sabía primero
mucho bajo le parece
y su ciencia tanto crece
que se queda no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.

V

Cuanto más alto se sube
tanto menos se entendía
que es la tenebrosa nube
que a la noche esclarecía
por eso quien la sabía
queda siempre no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.

VI

Este saber no sabiendo
es de tan alto poder
que los sabios arguyendo
jamás le pueden vencer
que no llega su saber
a no entender entendiendo
toda ciencia trascendiendo.

VII

Y es de tan alta excelencia
este sumo saber,
que no ay facultad ni ciencia
que la puedan emprender
quien se supiere vencer
con un no saber sabiendo,
irá siempre trascendiendo.

VIII

Y si lo queréis oír
consiste esta suma ciencia
en un subido sentir
de la divinal esencia
es obra de su clemencia
hacer quedar no entendiendo
toda ciencia trascendiendo.

 

 

1

Un pastorcico solo está penado
ajeno de placer y de contento
y en su pastora puesto el pensamiento
y el pecho del amor muy lastimado.

2

No llora por haberle amor llagado
que no le pena verse así afligido
aunque en el corazón está herido
mas llora por pensar que está olvidado.

3

Que sólo de pensar que está olvidado
de su bella pastora con gran pena
se deja maltratar en tierra ajena
el pecho del amor mui lastimado!

4

Y dice el pastorcito: ¡Ay desdichado
de aquel que de mi amor ha hecho ausencia
y no quiere gozar la mi presencia
y el pecho por su amor muy lastimado!

5

Y al cabo de un gran rato se ha encumbrado
sobre un árbol do abrió sus brazos vellos
y muerto se ha quedado asido de ellos
el pecho del amor muy lastimado.

 

 

Por toda la hermosura
nunca yo me perderé,
sino por un no sé qué
que se alcanza por ventura.

I

Sabor de bien que es finito
lo más que puede llegar
es cansar el apetito
y estragar el paladar
y así por toda dulzura
nunca yo me perderé
sino por un no sé qué
que se halla por ventura.

II

El corazón generoso
nunca cura de parar
donde se puede pasar
sino en más dificultoso
nada le causa hartura
y sube tanto su fee
que gusta de un no sé qué
que se halla por ventura.

III

El que de amor adolece
del divino ser tocado
tiene el gusto tan trocado
que a los gustos desfallece
como el que con calentura
fastidia el manjar que ve
y apetece un no sé qué
que se halla por ventura.

IV

No os maravilléis de esto
que el gusto se quede tal
porque es la causa del mal
ajena de todo el resto
y así toda criatura
enajenada se ve
y gusta de un no sé qué
que se halla por ventura.

V

Que estando la voluntad
de divinidad tocada
no puede quedar pagada
sino con divinidad
mas, por ser tal su hermosura
que sólo se ve por fe,
gústala en un no sé qué
que se halla por ventura.

VI

Pues, de tal enamorado
decidme si habréis dolor
pues que no tiene sabor
entre todo lo criado
solo sin forma y figura
sin hallar arrimo y pie
gustando allá un no sé qué
que se halla por ventura.

VII

No penséis que el interior
que es de mucha más valía
halla gozo y alegría
en lo que acá da sabor
mas sobre toda hermosura
y lo que es y será y fue
gusta de allá un no sé qué
que se halla por ventura.

VIII

Más emplea su cuidado
quien se quiere aventajar
en lo que está por ganar
que en lo que tiene ganado
y así, para más altura
yo siempre me inclinaré
sobre todo a un no sé qué
que se halla por ventura.

IX

Por lo que por el sentido
puede acá comprehenderse
y todo lo que entenderse
aunque sea muy subido
ni por gracia y hermosura
yo nunca me perderé
sino por un no sé qué
que se halla por ventura.

 

 

Sin arrimo y con arrimo,
sin luz y oscuras viviendo
todo me voy consumiendo.

I

Mi alma está desasida
de toda cosa criada
y sobre sí levantada
y en una sabrosa vida
sólo en su Dios arrimada.

II

Por eso ya se dirá
la cosa que más estimo
que mi alma se ve ya
sin arrimo y con arrimo.

III

Y aunque tinieblas padezco
en esta vida mortal
no es tan crecido mi mal
porque si de luz carezco
tengo vida celestial
porque el amor da tal vida
cuando más ciego va siendo
que tiene al alma rendida
sin luz y oscuras viviendo.

IV

Hace tal obra el amor
después que le conocí
que si ay bien o mal en mí
todo lo hace de un sabor
y al alma transforma en sí
y así en su llama sabrosa
la cual en mí estoy sintiendo
aprisa sin quedar cosa,
todo me voy consumiendo.

 

 

Tras de un amoroso lance
y no de esperanza falto
volé tan alto tan alto
que le di a la caza alcance.

I

Para que yo alcance diese
a este lance divino
tanto bolar me convino
que de vista me perdiese
y con todo en este trance
en el vuelo quedé falto
mas el amor fue tan alto
que le di a la caza alcance.

II

Cuanto más alto subía
deslumbróseme la vista
y la más fuerte conquista
en escuro se hacía
mas, por ser de amor el lance
di un ciego y oscuro salto
y fui tan alto, tan alto
que le di a la caza alcance.

III

Cuanto más alto llegaba
de este lance tan subido
tanto más bajo y rendido
y abatido me hallaba
dije: No habrá quien alcance.
Abatíme tanto, tanto,
que fui tan alto, tan alto,
que le di a la caza alcance.

IV

Por una extraña manera
mil vuelos pasé de un vuelo
porque esperanza de cielo
tanto alcanza cuanto espera
esperé solo este lance
y en esperar no fui falto
pues fui tan alto, tan alto,
que le di a la caza alcance.