sábado, 29 de agosto de 2020

En el fallecimiento de José Javier Olejua Arzoz

Antonio Machado, que fue profesor en varios institutos, dejó escrito en su Juan de Mairena:

 

“Vosotros debéis amar y respetar a vuestros maestros, a cuantos de buena fe se interesan por vuestra formación espiritual. Pero, para juzgar si su labor fue más o menos acertada, debéis esperar mucho tiempo, acaso toda la vida, y dejar que el juicio lo formulen vuestros descendientes. Yo os confieso que he sido ingrato alguna vez -y harto me pesa- con mis maestros, por no tener presente que en nuestro mundo interior hay algo de ruleta en movimiento, indiferente a las posturas del paño, y que mientras gira la rueda, y rueda la bola que nuestros maestros lanzaron en ella un poco al azar, nada sabemos de pérdida o ganancia, de éxito o de fracaso.”

 

A lo largo de nuestra vida todos hemos tenido auténticos maestros, personas entregadas a su trabajo, que han dejado una huella más o menos indeleble en nosotros.

Uno de ellos fue José Javier Olejua. Me ha llegado la noticia de que ha fallecido debido a este puto virus chino que nos ha invadido.

Creo que yo no habría terminado estudiando Filología Hispánica, dando clases de Literatura, escribiendo dieciséis libros y ofreciendo unas 250 conferencias, si no hubiera fructificado esa semilla que, consciente o inconscientemente, sembraron en mí profesores como José Javier Olejua.

Nació hace más de 80 años en un pueblo de Navarra que lleva su apellido, Olejua. Fue uno de tantos navarros que entraron en aquella época en algún seminario. Pero no fue como los que yo suelo llamar “fugitivos del arado”; es decir, gente que se metía fraile por no tener que trabajar en el campo, que de esos también ha habido muchos y que han sido una de las causas del descrédito de la vida religiosa. José Javier Olejua fue un educador vocacional, una persona culta y un profesor avanzado para su tiempo.

Si hubiera sido miembro de una congregación importante estaríamos hablando hoy del fallecimiento de un gran lingüista o de un emérito rector de una universidad, pero le tocó lo que le tocó, una de esas congregaciones de cuarta regional, como decía mi amigo Foronda. Una especie de secta en la que quien destacaba era perseguido  y que ha sido la ruina de muchos talentos como el de José Javier.

Muchas gracias por tu trabajo y que la tierra te sea leve, compañero.

 

jueves, 20 de agosto de 2020

Nueva entrevista

 

 

José Andrés Álvaro Ocáriz: “El Gran Capitán fue el mayor genio militar de la Europa de la época”.

- 19 agosto 2020

José Andrés Álvaro Ocáriz nació en San Sebastián. Realizó los estudios de Magisterio con la especialidad de Filología Francesa y posee la Licenciatura en Filología Hispánica. Ha impartido la docencia durante veinticinco años en diversos colegios e institutos de Aragón, Barcelona, Navarra y País Vasco. Ha desempeñado diversas responsabilidades en el  Departamento de Educación y Cultura del Gobierno de Navarra.

Ha creado el sello editorial Desiréediciones y dirige la Asociación Cultural Literatura y Sociedad. Ha escrito dieciséis libros, ha formado parte de jurados de premios literarios, ha ofrecido, unas doscientas cincuenta conferencias y recitales poéticos tanto a nivel nacional como internacional, ha colaborado en medios de comunicación y ha escrito artículos en prestigiosas revistas.

Obras publicadas: Celaya, esencial (Ed. Bassarai,2011); Antonio Tovar, el filólogo que encontró el idioma de la paz (Ed. Siníndice, 2012); Luis Mariano, cien años, cent ans. (Desiréediciones, 2014); El Gran Capitán (Desiréediciones, 2015); Sebastián Iradier. Si a tu ventana llega una paloma (Desiréediciones,2016); El Madrid de Blas de Otero (Ayuntamiento de Leganés, 2016); La flecha que me asignó Cupido (Desiréediciones,2017) Los relatos navarros de Francisco Navarro Villoslada (Desiréediciones, 2018) Trafalgar (Desiréediciones, 2018), Yo, el conde de Aranda” (Desiréediciones,2019), “Vasco Núñez de Balboa, el español que descubrió un océano” (Desiréediciones,2019), “Tarás Shevchenko, la voz de la Ucrania libre” (Desiréediciones,2019), “Cuatro escritoras, cuatro miradas de mujer” (Desiréediciones,2020), “Churruca. Elogio histórico” (Desiréediciones,2020), “La cereza de Milagro en la gastronomía” (Desiréediciones,2020) y “Lesya Ukrainka, el alma de Ucrania” (Desiréediciones,2020)

¿Por qué un libro sobre El Gran Capitán?

Creo que es necesario volver los ojos a quienes han sido los principales héroes de nuestra Historia. Nuestra historia es lo suficientemente rica como para que estemos orgullosos de héroes como Gonzalo Fernández de Córdoba y es menester divulgar su vida y la labor que llevaron a cabo.

¿Es un personaje suficientemente conocido?

No. Si los claustros de nuestros centros educativos no estuvieran llenos de personas acomplejadas no haría falta escribir libros sobre nuestras figuras históricas, pero lamentablemente los alumnos que terminan su vida escolar son analfabetos en nuestra propia Historia. Además, no hay una asignatura de Historia común para todos los españoles, sino que, con una visión reduccionista, cada Comunidad autónoma introduce criterios políticos a la hora de impartir esta asignatura, cuando no se manipula la Historia común a la mayor gloria del partido que gobierna en cada una de ellas.

¿Ha sido en su opinión el Gran Capitán uno de los grandes héroes de la historia de España?

España es una nación rica en héroes, pero, desde luego, estamos ante una de las grandes personalidades de nuestra Historia.

Háganos un breve resumen de lo más esencial de la vida y trayectoria de esta figura histórica.

No me voy a extender mucho. Entró en la Corte de los Reyes Católicos. Tomó parte en las guerras de este crucial periodo histórico, como la de Granada. después, se le encomendó el mando de las tropas españolas que hicieron frente a las pretensiones francesas de anexionarse Italia. Nombres como Garellano o Gaeta siempre quedarán en la memoria de nuestros compatriotas. Pudo quedarse en Italia como virrey, ya que los italianos lo deseaban, pero fue fiel a quien no mostró la misma fidelidad hacia él. Fue marginado y perseguido por Fernando el Católico y tuvo que morir desterrado y perseguido por ese rey a quien le había dado un reino.

¿Fue el mayor genio militar de la Europa de la época?

Yo creo que sí. Sus resonantes éxitos y el reconocimiento que mereció así lo prueban. Dio el paso del esquema de guerra medieval en la que todo se sustentaba en la caballería a un concepto de guerra total en la que se tenían en cuenta los diferentes cuerpos que formaban el ejército. Además, fue el antecesor de nuestro gloriosos Tercios.

¿Por qué las tropas españolas de la época tenían tanta calidad?

Yo creo que uno de los principales factores era la motivación que tenían. Motivación que estaba producida por las victorias que se conseguían y por el hecho de estar bien dirigidos. El ejemplo del Gran Capitán no cabe duda de que era un acicate para sus soldados.

¿Qué hay de cierto acerca de sus malas relaciones con Fernando el Católico?

No es que él tuviera malas relaciones con el Rey Católico, sino que fue el Rey Católico quien las tuvo con él. Fernando se comportó como un monarca desagradecido y celoso y le castigó cuando el Gran Capitán no se plegó a sus caprichos.

¿Era un hombre devoto desde el punto de vista religioso?

Yo creo que sí. Destacaré un par de detalles. Por un lado, la relación que tuvo con el Papa, a quien defendió cuando nadie lo hacía. Y por otra parte, si contemplamos su mausoleo en la iglesia granadina de San Jerónimo, podemos comprender la religiosidad de este gran héroe.

¿Dónde adquirir el libro?

Se puede adquirir en Amazon:

También se puede adquirir en las librerías. Basta con indicar el título, el nombre del autor y que lo distribuyen Elkar y Santos Ochoa.

Y se puede adquirir on line en las webs de estas distribuidoras:

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lunes, 17 de agosto de 2020

Las mejores obras de la poesía española (en mi opinión, claro)-4

 El Canciller Ayala

 

Pedro Lope de Ayala, Canciller de Castilla, es un personaje poco conocido. Sin embargo, escribió una obra importante, el Rimado de Palacio, una obra crítica con la sociedad que le tocó vivir.

Nació en Vitoria en 1332 y falleció en Calahorra (La Rioja) en 1407. Fue un gran escritor del siglo XIV, y uno de los políticos más destacados de su tiempo. Fue canciller de Castilla (algo equivalente a primer ministro en nuestros días), título por el que ha pasado a la Historia.

Era hijo de una poderosa familia aristocrática, y pronto recibió una buena educación, basada en estudios humanísticos. Aprendió, sobre todo, latín y Teología, con su tío Pedro Gómez Barrosa, que había sido nombrado cardenal en 1327.

Pronto dejó la tutela de este tío para ponerse a las órdenes del rey Pedro I, al que sirvió de muchacho como doncel (o sea, paje). Así se hizo muy amigo del rey, quien confiaba ciegamente en él y le nombró capitán de la flota castellana (1359) y alguacil mayor de Toledo (1360).

Sin embargo, en las luchas que enfrentaron a Pedro I con Enrique II, Pedro López de Ayala defendió a este último en la batalla de Nájera. Al resultar vencedor Pedro I, el escritor fue hecho prisionero y acusado de traición, pero sólo pasó en la cárcel cinco meses, ya que Enrique II consiguió hacerse con el trono.

Su carrera política continuó en ascenso: fue alcalde mayor de Vitoria (1374), alcalde mayor de Toledo (1375) y embajador del reino de Castilla en Francia (1376). Siguió siendo diplomático cuando subió al trono de Castilla Juan I, y participó en las campañas militares contra el reino de Portugal.

En 1385 fue hecho prisionero por los portugueses, tras la derrota de los castellanos en la batalla de Aljubarrota. Pasó dos años y medio en presidio, y en 1388 regresó a Castilla y reanudó su carrera diplomática. Volvió a desempeñar eficaces misiones en Francia.

Al morir Juan I en 1390, dejó como heredero del trono de Castilla a su hijo Enrique III, que era menor de edad. Se formó entonces un Consejo de Regencia encargado de gobernar hasta que el rey fuera mayor, y don Pedro López de Ayala quedó incluido en ese consejo.

En 1398, Enrique III, ya convertido en rey, le nombró Canciller Mayor de Castilla.Su sepulcro y el de su esposa, doña Leonor de Guzmán, se conserva en la localidad alavesa de Quejana, en el valle de Ayala. Bueno, el original está en Chicago y el de aquí es una copia, pero merece la pena visitarse.

 

 

 

 

 

 

 

 

 Tumba del Canciller Pedro López de Ayala

 

 

 

 

Detalle del sepulcro de alabastro del Canciller Pero López de Ayala. Monasterio de Quejana

Al Canciller Ayala se le recuerda sobre todo por su obra en verso, aunque también fue autor de muchos libros en prosa.

Fue un gran cronista (es decir, historiador de la época en que vivió) que dejó escritas cuatro crónicas imprescindibles para el estudio de la historia de España. En ellas recogió los episodios más notables de cada uno de los cuatro reyes a los que sirvió (Pedro I, Enrique II, Juan I y Enrique III). Al parecer, escribió estas historias de dichos reinados al final de su vida, e hizo dos versiones de cada una de ellas.

Además, escribió obras inspiradas en la lectura de la Biblia, sobre todo en el Libro de Job, del que sacó una buena colección de consejos morales.

También fue autor de una obra de cetrería. Se trata del Libro de la caça de las aves.

Y tradujo al castellano, en prosa, las Décadas de Tito Livio (obra sobre la historia de la Antigua Roma) y la Caída de príncipes, del gran escritor italiano Giovanni Boccaccio.

Pero su gran obra en verso, por la que ha pasado a la Historia como escritor, es el Rimado de palacio. Es un extenso poema de más de ocho mil versos, escrito al final de su vida.

Es una obra variada, con partes didácticas (es decir, que aspiran a educar al lector), políticas, religiosas y filosóficas. En ella se refleja a la perfección la sociedad castellana del siglo XIV y los problemas que afectaban al reino. El Canciller se muestra pesimista (cree que no hay solución para muchos males).

En la segunda parte del Rimado de palacio, el autor trata temas religiosos: alabanza de la Virgen María, oraciones en verso y reflexiones sobre los problemas de la Iglesia de la época.

Lo que le sucedió es que tuvo que "competir" con el Libro de Buen Amor  y por eso quedó olvidado, pero refleja muy bien los defectos de la sociedad que le tocó vivir.

 

Estos son los versos que dedica a la justicia:

 

La justicia que es virtud atán noble e loada,                   

que castiga a los malos e la tierra tien' poblada,            

débenla guardar reyes e ya la tienen olvidada,               

seyendo piedra preciosa de la su corona honrada.                    

 

Al rey que justicia amare Dios siempre le ayudará,                   

e la silla de su regno con Él firme será;                

en el cielo comenzó e por siempre durará:                     

d'esto el Señor cada día muchos enjiemplos nos da.                 

 

A esta traen la paz e verdat acompañada,                       

resplandece como estrella en la tierra do es guardada;             

el rey que la toviere ceñirá muy noble espada,               

mas bien cate, si la hobiere, que la tenga bien temprada.                    

 

Muchos ha que por crueza cuidan justicia fazer,                       

mas pecan en la manera, ca justicia debe ser                 

con toda su pïedat e la verdat bien saber;                       

al fazer la ejecución siempre se debe doler.                    

 

Ca en todas virtudes los medios son loados,                  

e d'ellas los estremos siempre serán tachados:              

así lo ponen filósofos e todos los letrados,                     

e leemos dende ciertos aspiramentos probados.                       

 

Por el rey matar homnes non le llaman justiciero,                    

ca sería nombre falso, mas propio es carnicero;            

ca la muy noble justicia nombre tien' verdadero                       

el sol de mediodía, de la mañana luzero.            

 

El que en fazer justicia non tiene buen tempramiento             

e por queja o por saña faze sobrepujamiento,                

o por que sea loado que es de buen regimiento,            

este tal non faz justicia mas faz destruimiento.             

 

Por los nuestros pecados en esto fallescemos:               

los que cargo de justicia en algunt logar tenemos,                    

si algunt tiempo acaesce que alguno enforquemos,                  

esto es porque es pobre o que loados seremos.            

 

Si toviere el malfechor alguna cosa que dar,                   

luego fallo veinte leyes con que lo puedo ayudar;                     

e digo luego: «Amigos, aquí mucho es de cuidar                       

si debe morir este homne o si debe escapar».                

 

Si va dando o prometiendo algo al adelantado,            

alongarse ha su pleito fasta que sea esfriado;                 

e después en una noche, porque non fue bien guardado,                    

fuxó de la cadena: nunca rastro le han fallado.              

 

Si el cuitado es muy pobre e non tiene algunt cabdal,              

non le valdrán las Partidas nin ningunt decretal:                      

«¡Crucifige, crucifige!», todos dizen por el tal,               

«ca es ladrón manifiesto e meresce mucho mal».                      

 

Danos el rey sus oficios por nos fazer merced,               

e sus villas e logares en justicia mantener;                     

e cómo nos las regimos, Dios nos quiera defender:                   

e puedo fablar en esto, ca en ello tove que ver.              

 

Con mujeres e con fijos ý nos imos a morar,                  

e con perros e cabaña nuestras casas a sentar,               

las posadas de la villa las mejores señalar,                      

ado moren nuestros homnes que sabrán bien furtar.                

 

Sin el propio salario demandámosles ayuda;                 

dánnoslo de mala mente, aunque la fruente les suda;              

el rey, que buen jüez en su villa tener cuida,                  

tiene una mala yerba que peor fiede que ruda.              

 

E ponemos luego ý al nuestro logarteniente,                 

que pesquiera e escuche si fallare acidente,                   

por que nos algo levemos, e será bien deligente;                       

si alguno estropieza, faga cuenta que es doliente.                     

 

Luego es puesto en la prisión, cargado de cadenas,                  

que non vea sol nin luna, menazándol d'haber penas;              

pero si diese un paño de Melinas con sus trenas,                      

valerle ha pïedat: no l' pornién de las almenas.              

 

Viene luego el concejo; diz: «Señor, ¿qué fue aquesto?            

Este es un homne llano, siempre l' vimos de buen gesto:                     

dadlo sobre fiadores, cualquier de nos será presto                    

de tornarlo a la prisión». Digo yo: «Otro es el testo:                 

 

este es un grant traidor, meresce ser enforcado;                       

días ha que lo conosco por homne mal enfamado;                   

si agora el rey lo supiese, por cierto serié pagado                      

por cuanto yo lo tomara, e lo tengo recabdado».                       

 

Viene a mí después aparte a fablar un mercador,                      

diz: «Señor, dadme aqueste homne, pues só vuestro servidor,                       

e tomad de mí en joyas para en vuestro tajador,                       

estos seis marcos de plata o en oro su valor».                

 

Dígole yo: «Non faría por cierto tan mal fecho: 

vos bien me conoscedes, non me pago de cohecho,                  

pero por vuestra honra, si entendedes ý provecho,                   

levadlo a vuestra casa, non vos salga de so el techo.                 

 

Nunca lo sepa ninguno, nin lo tengades en juego,                    

ca me perderién el miedo los malfechores luego;                      

dezidle que se castigue, de mi parte ý vos ruego,                      

ca en amar la justicia así ardo como fuego».