En el fallecimiento de Gina Lollobrigida, este es el artículo que apareció en el diario El Mundo:
Muere Gina Lollobrigida a los 95 años, la gran musa del cine italiano que
se rebeló contra Hollywood
Corriere
della Sera
Saltó a la fama en los años 50 como una
sensual sex symbol mediterránea
Gina Lollobrigida ha muerto este
lunes a los 95 años en una clínica privada de Roma donde llevaba un tiempo
hospitalizada.
La "bersagliera", como era
conocida en Italia, nació en Subiaco, cerca de Roma, el 4 de julio de 1927, y
fue considerada "la mujer más bella del mundo", como se titulaba uno
de sus famosos éxitos de los años 50.
En la inmediata posguerra y durante toda
la década de los años 50, si había un rostro que representaba la
belleza italiana a los ojos del mundo, ése era el de Gina
Lollobrigida. Más que Sophia Loren, pero también más que Lucía Bosé y Canale
(que la habían precedido en el concurso de Miss Italia de 1947) y más que
Mangano o Pampanini.
No es casualidad que Orson
Welles la eligiera para rodar el piloto de una serie de reportajes
desde Europa para la cadena de televisión estadounidense ABC, ese Retrato
de Gina (1958) que, aparte de la presencia algo engorrosa del
director-narrador, ya contenía una curiosa reflexión sobre el hecho de que las
actrices italianas, y Lollobrigida en particular, eran más queridas y
apreciadas en el extranjero que en Italia.
De hecho, tras su logro en Miss Italia y
su debut en las telenovelas con el nombre de Diana Loris, el cine italiano se
esforzó por apreciar sus cualidades. Debutó con un pequeño papel anónimo en la
película de Riccardo Freda Aquila nera (1946) y hasta Campane
a martello (1949), de Zampa, donde interpretaba a una prostituta que
confía sus ahorros a un sacerdote, nunca fue protagonista. Empezó a
hacerse notar con Cuori senza frontiere (1950, de Zampa),
con Monicelli que la quiso en Vita da cani (1950), crónica
semiseria de una troupe de avanspettacolo que lucha más con el hambre que con
el éxito, y con Lizzani que la puso entre los partisanos que se rebelan contra
los nazis con las armas en ¡Atención! ¡Bandidos!
Pero sus cualidades no escaparon al
estadounidense Howard Hughes, que la llamó a Hollywood para firmar
un contrato que Lollobrigida rompería (había descubierto que la iban a encerrar
en una jaula dorada), renunciando a una carrera posiblemente muy exitosa.
Por suerte, Francia le abrió sus
puertas, donde Christian-Jaque la quiso para Fanfan La Tulipe (1952),
en el papel (agradablemente deslavazado) de la gitana Adeline, cuyas falsas
predicciones conquistaron a Gérard Philippe, incapaz de resistirse a su
encanto. Esta fascinación está en el centro del episodio La bellezza di
Frine (de Altri tempi, de Alessandro Blasetti, también de
1952), en el que el abogado De Sica consigue que la absuelvan de la acusación
de haber envenenado a su marido, convenciendo a un jurado compuesto
exclusivamente por hombres de que "si la ley exige la absolución de las mujeres
con discapacidad mental", ¿por qué no iban a hacer lo mismo con un
"extraordinario ejemplo de mayor físico" como Lollobrigida?
Llevada en volandas por aquel jurado
aplaudidor (y por un público cada vez más embelesado por su belleza, pero
también por su simpatía contagiosa) y finalmente apreciada por sus
dotes interpretativas, gracias a una serie de papeles dramáticos y
decididamente exigentes, Lollo -como ahora la llama
todo el mundo- se convirtió también en una estrella del dinero con el papel de
Maria conocida como "la bersagliera" en Pane amore e fantasia (1953),
de Luigi Comencini.
Apreciada en el
extranjero, aplaudida en Italia, Lollobrigida se convirtió en la
protagonista de numerosas producciones internacionales: La burla del
diablo (1954), de John Huston, frente a Humphrey Bogart (quien declaró
que, comparada con Lollobrigida, Marilyn Monroe parecía Shirley Temple), La
mujer más bella del mundo ('54), de Robert Z. Leonard, El
jorobado de Notre Dame ('56) de Jean Delannoy, La ley (1959)
de Jules Dassin y Salomón y la reina de Saba ('59) de
King Vidor.
Sin olvidar el cine italiano, donde
volvió en el papel de la "bersagliera" en Pane amore e
gelosia ('54), de nuevo de Comencini y sobre todo en La
romana (también 1954) donde encontró a Luigi Zampa que la dirigió en
el complejo y dramático personaje creado por Alberto Moravia, una elección
ciertamente a contracorriente, incluso arriesgada respecto al gusto del
público, pero que la actriz reivindicó con orgullo, demostrando sus capacidades
dramáticas y una ambición artística ciertamente poco extendida en la
época. El 16 de agosto de 1954, la revista Time le
dedicó su portada y los franceses bautizaron con su nombre una nueva
marca de sujetadores ("le Lollò").
También en los años 50 le nació un hijo,
Andrea Milko, del médico esloveno Milko Skofic, con el que se había casado en
1949 y del que se separaría en 1971, sin volver a casarse, mientras se le
atribuían numerosos flirteos, desde el cardiocirujano Christian Barnard
hasta Fidel Castro.
Y mientras su tipo de belleza empezaba a
pasar de moda, su carrera empezó a ralentizarse, con demasiados
papeles hechos para explotar la popularidad de antaño. Sería de nuevo Comencini
quien la quiso como el Hada Azul en su versión televisiva de Pinocho ('72),
probablemente la última verdadera prueba de actriz de una auténtica estrella,
que construyó toda su carrera sobre la determinación y el coraje de las
elecciones incluso contra viento y marea -cuántos papeles de mujeres
"perdidas", explotadas y derrotadas- sin poder (o querer) nunca
contar con alguien que la ayudara.
En la década de 1970, el nombre de
Lollobrigida volvió a los titulares por su supuesto matrimonio con el empresario
español Javier Rigau, mucho más joven, y más recientemente por el intento
(fallido) de su hijo de cancelarla. Pero son 'caídas' -verdaderas o inventadas,
poco importa- que ella ni se plantea recordar y que no pueden opacar en el
corazón de todos la orgullosa y luminosa belleza de la inolvidable
'bersagliera'.