martes, 26 de enero de 2021

Lesya Ukrainka, el alma de Ucrania

 




                                                                                                            
                                                                    (Portada del libro)


Este año se cumplen 150 del nacimiento de la escritora Lesya Ukrainka. Para poder conocer su vida y su obra podéis dirigiros a este enlace:

https://youtu.be/xy8FqZMQlfI

Este es el segundo libro que dedico a la literatura ucraniana. El primero fue el titulado Tarás Shevchenko, la voz de la Ucrania libre y en él hacía un recorrido por la vida y la obra de quien es uno de los símbolos de la nación ucraniana. 

 

En este caso, voy a centrarme en la figura de Lesya Ukrainka. Definir a esta escritora es muy difícil porque, a pesar de la brevedad de su vida, abarcó todos los campos de la creación literaria. 

 

Como Sherezade, en Las mil y una noches, que tenía que narrar para seguir viviendo, la escritora ucraniana tiene la necesidad vital de escribir, de crear, para sentirse viva en medio de la cruel enfermedad que lea atenazaba.

 

En esta obra van a encontrar la lucha, figurada y real, que esta mujer mantiene por seguir viviendo. En esta obra, va a resonar un grito de esperanza, un grito desgarrador, que brota desde lo más profundo de su ser y que se plasma en unas composiciones que constituían para ella su razón de vivir.

 

He intentado mostrar cómo fue la vida y cómo fue la obra de esta autora ucraniana. Encontrarán una amplia selección de sus poemas y varias de sus obras dramáticas. Todo ello, acompañado de una serie de notas a pie de página para poder comprender mejor cuál fue el contexto sociocultural en el que se desenvolvió nuestra escritora. He añadido, también, dos apéndices. Un apéndice fotográfico con imágenes de esta autora y de los lugares relacionados con su vida. Y un apéndice documental con datos que pienso que pueden ser interesantes.

Quiero agradecer el apoyo recibido por la Embajada de Ucrania en España, representada por el señor Embajador, don Anatoliy Scherba, y por el Primer Secretario de la Embajada, don Viktor Kharaminskyi. Son el modelo de diplomáticos que son conscientes de que la divulgación de la cultura ucraniana es algo fundamental, porque hacer visible la cultura de un país es hablar de uno de los elementos que lo vertebran como nación.

 

Quiero expresar mi agradecimiento al doctor don Ricardo Escribano por su amable colaboración describiendo en qué consistía la enfermedad de Lesya Ukrainka; a las diversas comunidades ucranianas en España a las que he tenido el placer de conocer durante las presentaciones de mi libro sobre Shevchenko en la esperanza de que este nuevo libro también les agrade; a las personas que hicieron posible que mi libro sobre Shevchenko se presentara en diversos lugares (Logroño, Arnedo, Madrid, Pamplona, Guissona, …) y a quienes espero tener a mi lado en esta nueva aventura. Y, por supuesto, a todos ustedes, que se acercan a esta obra. Espero que este libro les permita conocer la vida y la obra de esta escritora, Lesya Ukrainka, que es EL ALMA DE UCRANIA.

 

Se puede adquirir en Amazon:

 

en formato ebook: 

 

https://www.amazon.es/Lesya-Ukrainka-el-alma-Ucrania-ebook/dp/B089ZNKZ1B/ref=tmm_kin_swatch_0?_encoding=UTF8&qid=&sr=

 

en formato libro: 

 

https://www.amazon.es/dp/B08B37VR85?ref_=pe_3052080_397514860

 

 

 

PRÓLOGO DEL SEÑOR EMBAJADOR DE UCRANIA EN ESPAÑA

 

En noviembre de 2019, la UNESCO decidió incluir un acontecimiento de origen y contenido ucranianos en los calendarios de los eventos destacados para 2020 y 2021. Se trata del 150 aniversario del nacimiento de Lesya Ukrainka, una célebre poetisa y dramaturga, quien integra, junto con Tarás Shevchenko e Iván Frankó, el canon clásico de la literatura ucraniana.

En virtud de la decisión mencionada, ya hemos entrado en un bienio de Lesya Ukrainka a escala global. 

 

Para los ucranianos, el nombre de Lesya Ukrainka es como si fuera una mágica llave que abre todo un mundo poético lleno de tiernos sentimientos y perspicaces profecías, bellas descripciones de fabulosos paisajes naturales y atrevidas hazañas de los héroes, profundas meditaciones sobre el ser humano y muestras de coraje en batallas épicas de las ideas. La poesía de Lesya Ukrainka tiene efecto encantador por la elegante fusión de la polifonía temática, la articulación compleja y virtuosa de los símbolos y la combinación multifacética de los contenidos semánticos, estilísticos, emocionales y expresivos. Se la distingue por la profundidad del sentimiento y del pensamiento, el laconismo de la frase y la precisión de expresión, así como por su asombrosa firmeza, fuerza y sencillez.

 

En este contexto, tengo el placer de presentar el libro LESYA UKRAINKA, EL ALMA DE UCRANIA de José Andrés Álvaro Ocáriz, que introduce a los lectores de habla hispana en el mundo poético y dramático de Lesya Ukrainka y otorga una brillante oportunidad de disfrutar de toda una serie de sus obras. Estoy seguro de que el libro les ayudará a entender por qué Lesya Ukrainka es venerada por muchos seguidores de su talento, así como despertará el interés en conocer su obra a los amantes de la poesía que no están familiarizados todavía con ella. 

 

Anatoliy Scherba
Embajador de Ucrania en España

 


viernes, 22 de enero de 2021

Tarás Shevchenko en la revista de Eusko Ikaskuntza (Sociedad de Estudios Vascos)

 

http://www.euskonews.eus/zbk/757/vicente-arana-traductor-de-taras-shevchenko/ar-0757001004C/?utm_source=Eusko+Ikaskuntza+-+Buletinak&utm_campaign=a034af5807-EMAIL_CAMPAIGN_2018_12_11_10_11_COPY_01&utm_medium=email&utm_term=0_28dd1f2e5f-a034af5807-197757133#contenido

 

Vicente Arana, traductor de Tarás Shevchenko

ÁLVARO OCÁRIZ, JOSÉ ANDRÉS

 

En el libro Tarás Shevchenko, la voz de la Ucrania libre se han incluido varias traducciones realizadas por el escritor vizcaíno Vicente Arana. A continuación, les indicaré quiénes fueron ambos escritores y podrán leer varias de las traducciones realizadas por Vicente Arana.

Vicente Arana Arana nació en Bibao, el 19 de abril de 1847 y falleció también en Bilbao el 21 de enero de 1890. Su padre, Andrés, era hermano de Santiago, padre de Sabino Arana, por lo que éste y Vicente eran primos.

Las divergencias entre las dos ramas familiares de los Arana vendrían tras el Sexenio Revolucionario (1868-1874) y, en especial. tras la II Guerra Carlista (1872-1876). La ruina de los astilleros de los Arana Goiri a causa de la aparición de buques con cascos de hierro fabricados por Italia o Inglaterra, enconaría aún más las turbias relaciones entre Santiago Arana (carlista) y Andrés Arana (liberal).

Vicente Arana era un personaje cosmopolita dentro del mundo fuerista. Compaginó su interés por la historia, la cultura y el folklore de su tierra con la difusión de obras de autores extranjeros como los ingleses Longfellow, Percy y Tennyson y el ucraniano Shevchenko, entre otros.

Respecto a sus obras de temática vasca hay que destacar Los últimos íberos. Leyendas de Euskaria, en el que recoge una quincena de narraciones populares directamente relacionadas con Euskal Herria.




Aparecen, entre otras, tradiciones referentes a Aitor, patriarca del pueblo vasco cuyos descendientes crearon las siete provincias de Vasconia y engendraron a sus pobladores; al Basajaun, mitológico genio del bosque; a Maitagarri, hada benéfica que habita en los montes,…

De este modo, se fusionan en estas páginas la historia y la fantasía, acontecimientos reales y personajes legendarios, en aras de crear una encendida alabanza a la identidad propia del pueblo vasco, a sus costumbres, a su idiosincrasia, a su geografía, a su lengua y a sus gentes.

Respecto a la labor de traductor, hay que indicar que la tenía en gran consideración. Prueba de ello es que, respecto a su obra Oro y oropel, indicará que el oro se refiere a los textos tradu­cidos, mientras que el oropel alude a sus textos originales.

Fue propietario de varias revistas y dirigió algunas de ellas. Además, promovió en Bizkaia, por encargo de Antoine Abbadie, las llamadas fiestas vascas.

Uno de los autores que tradujo, como hemos indicado, fue el ucraniano Tarás Shevchenko, auténtico poeta nacional de Ucrania.

Tarás Shevchenko (1814-1861) nació en una familia de siervos.  Cuando tenía nueve años falleció su madre y tres años más tarde su padre. Se dedicó al pastoreo y a servir un horno de pan, y empleaba sus tiempos libres en copiar en secreto los cuadros que veía en la casa de su dueño Vasily Engelhardt, quien, al descubrir su talento para la pintura, se lo llevó a en 1829 a Vilna y en 1831 a San Petersburgo, donde un año más tarde lo puso a estudiar con un pintor.

Fue relativamente poco lo que Shevchenko aprendió con ese maestro, pero tuvo la ocasión de trabar conocimiento con el artista ucraniano Ivan Soshenko, quien le presentó a Karl Briullov, el pintor más en boga entonces. Este apreció sus cualidades naturales y se empeñó en que fuese su discípulo. Pero estaba prohibido a los siervos ingresar en la Academia de Bellas Artes. Algunos pintores rusos y el poeta Vasili Zhukovski intentaron obtener su libertad, que consiguieron en 1838 tras pagar a Engelhardt los 2.500 rublos que solicitaba.

 El 22 de abril de 1838, Shevchenko, a los 24 años de edad, se convirtió en un hombre libre y ese mismo año ingresó en la Academia de Artes, en el estudio de Karl Briullov, y recibió una medalla de plata por un paisaje. Dos años después, en 1840, obtuvo una segunda medalla de plata por su óleo Joven Mendigo dando pan a un perro.

Se cree que ya por el año 1837 había comenzado a escribir poesías, si bien, hasta que no obtuvo su libertad, nadie se había fijado en esa otra faceta artística de Tarás.

Leyó antologías de folklore ucraniano y a diversos poetas románticos. En 1840 publicó  su primera colección de poesía,  Kobzar ("El bardo"), una colección poética transida de dolor por el sufrimiento del pueblo ucraniano y la decadencia del país y que, además,  resultó una auténtica novedad, por estar escrita en lengua ucraniana, solo hablada por siervos.

Contenía ocho poemas largos: Думи мої (Pensamientos míos), Перебендя (El juglar),  Катерина  (Kateryna), Тополя (Chopo), «Думка» (Pensamiento), До Основ'яненка ( A Osnoviànenko) Іван Підкова (Iván Pidkova), un hetman ucraniano, y Тарасова ніч (La noche de Tarás).

Después, publicó el poema épico-histórico Haidamaki (Гайдамаки), sobre el movimiento campesino ucraniano de rebeldes cosacos ucranianos contra los señores polacos en 1768.

Ese mismo año ganó su tercera medalla de plata por La Gitana leyendo la suerte (Tsiganka Borozhity). En 1842 publicó una parte de la tragedia Nykyta Hayday y en 1843 completó el drama Nazar Stodolya. En 1844 escribió Hamaliia (Гамалія), sobre un atamán o líder cosaco. Tras el éxito de esas obras, Shevchenko viajó por Ucrania y comprobó las duras condiciones en las que vivían sus compatriotas; dibujó además el álbum Ucrania pintoresca.

El  22 de marzo de 1845, la Academia de Artes le otorgó el título de artista y ese mismo día pidió a la dirección de la Academia un pasaporte para viajar de nuevo por Ucrania. Se lo concedieron y pasó el verano de 1845 recorriendo el país, visitando y pintando sus monumentos famosos. No tardó en ofrecérsele un puesto en la Comisión Arqueológica donde pudo aprovechar sus conocimientos pictóricos. Durante aquellos viajes escribió algunos de sus poemas más satíricos y subversivos: Son (Sueño), Velykyi l'oj (La Gran Mazmorra), Kavkaz (Cáucaso) y otros que transcribió en la colección Try lita (Tres años), que no fue publicada.

Finalmente se estableció en Kyiv, donde se unió a un grupo de jóvenes científicos. Con ellos y otros entusiastas constituyó la Hermandad de los Santos Cirilo y Metodio, una sociedad secreta política que abogaba por amplias reformas en el seno del Imperio ruso. Shevchenko y otros miembros de la Hermandad fueron detenidos el 5 de abril de 1847, tras ser puesta fuera de la ley la sociedad. Fue enviado a San Petersburgo y, tras encontrar la policía en un allanamiento, su poema El Sueño , en el que criticaba al gobierno zarista, fue enviado al exilio cerca de Oremburgo, en los montes Urales, bajo estricta vigilancia, con prohibición de escribir y pintar.

En los dos meses que pasó recluido allí continuó escribiendo poesía, que luego formaría parte del ciclo A las casamatas  (В казематі). Dentro de los muros de la prisión, mientras esperaba sentencia, escribió una pieza lírica excepcional, el poema El huerto de los cerezos al lado de casa ( Садок вишневий коло хати.). Su amor hacia Ucrania lo expresa en el poema Me da igual si he de vivir... (Мені однаково, чи буду...).

Más tarde fue arrestado de nuevo y como castigo fue reclutado en el ejército y enviado a Orenburg y después a Kazajistán como soldado raso, donde le fue prohibido escribir y pintar, aunque lo hizo a escondidas.

La mayor parte de lo que escribió entonces fueron novelas en lengua rusa plagada de ucranianismos que sólo se publicaron póstumas y reflejan el influjo satírico de Mykola Gogol, aunque también contienen mucha de su idiosincrasia particular.

Las primeras fueron Naimychka (La criada) y Varnak (El convicto) siempre con la temática de rebeldía contra la servidumbre que caracteriza sus poemas ucranianos. Kniaginia (La princesa) es similar en el tema a su poema Kniazhna. Las restantes seis novelas Muzykant, (El músico), Neschastnyi (El desgraciado), Kapitansha (La capitana), Bliznetsy (Los gemelos); Judozhnik (El artista) y Progulka udovol'stviiem i ne bez Morali (Un paseo con placer y no sin moral) no son temáticamente similares a sus poemas.

También redactó un Diario en ruso, de gran valor para interpretar sus obras poéticas y también como fuente para el estudio de sus intereses intelectuales. Tras diez años de exilio, sus amigos consiguieron que se le indultase y, finalmente, pudo volver a Ucrania y a San Petersburgo. En 1848 escribió su famoso Testamento (Zapovit) y poco a poco consiguió condiciones para realizar algunas pinturas.  Sólo pudo regresar en 1857, pero no pudo residir en San Petersburgo.

Tarás Sevchenko pasó los últimos años de su vida escribiendo poesía y pintando, pero tras los años de exilio, su salud se deterioró y falleció el 10 de marzo de 1861.

El carácter romántico y apasionado de la obra de Shevchenko fue lo que sin duda atrajo la atención de Arana, quien tradujo varios de sus poemas. Todas las traducciones de Arana pueden encontrase en mi obra antes citada, de la que he extraído, como ejemplo, las siguientes:

EL HEREJE[1]

(A Safarik)[2]

Al buen vecino le incendian
la morada nueva.
Se calientan los malvados,
a dormir se acuestan.
Se olvidaron de esparcir
la ceniza al viento.
Yace allí en la encrucijada
con la chispa ardiendo
que entraña un fuego imponente.
Arde y no se apaga
y, cual vengador, espera
convertirse en llama.
Su hora esperaba. Ardió
de esperanza henchida
y en la inmensa encrucijada,
al fin, se extinguía.
Así incendiaba el teutón
la gran jata. La familia
del eslavo dividió
y con sigilo soltó
de la discordia la víbora.

Y corren ríos de sangre
que apagan el fuego.
Se reparten los germanos
cenizas y huérfanos.
Y crecerán en cadenas
los niños eslavos
olvidando en cautiverio
quiénes son al cabo.
En aquel viejo rescoldo
ardía la chispa
de la hermandad que esperaba
manos atrevidas.
De entre las cenizas, tú
vislumbras la llama
con tu corazón audaz
y tus ojos de águila.
De la verdad, libertad
alzaste la luz.
Y de la eslava familia
en la esclavitud,
tú contaste uno por uno[3] 
tan sólo los muertos,
no los eslavos. Te alzaste
en bermas[4] señero,
en la gran encrucijada,
Ezequiel de arrojo.
¡Milagro! Se alzan los muertos,
entreabren los ojos,
se abrazan como hermanos
y dicen gozosos
palabras de amor cordiales.
¡Por todos los siglos!
¡Y confluyen en un mar
los eslavos ríos!

¡Gloria a ti, luminaria,
a ti, checo eslavo!
Tú impediste que se ahogara
en lodo germano
la verdad nuestra. Y tu mar
eslava, entrañable,
tornará a ser caudalosa.
Zarpará la nave
de ancha vela, con timón
seguro en la popa,
surcando los mares libres,
cortando las olas.

¡Gloria, gloria a ti, Safárik,
por todos los siglos,
a ti que uniste en un mar
los eslavos ríos!
Acepta, pues, en tu gloria
mi canto sincero,
humilde canto del alma
sobre el santo checo,
aquel que fuera el gran mártir,
Juan Hus glorioso.
Ténlo, padre, yo en voz baja
rezaré devoto,
porque todos los eslavos
sean hermanos fieles,
del sol de la verdad hijos
y también herejes
como lo fue el de Constanza,[5]
el esclarecido.
¡La paz al mundo regalen,
y gloria por siglos!

EL CAUCASO[6]

A mi sincero Jacob de Balmén.[7]
¡Oh, si mi cabeza se tornase aguas,
y mis ojos fuentes de aguas,
para que llore día y noche los muertos
de la hija de mi pueblo!

(Jeremías 9, 1)

Tras los montes, montes,
de nubes cargados,
sembrados de penas,
con sangre regados.
Por los siglos, allí el águila
castigo da a Prometeo
picándole las costillas
y desgarrándole el pecho.
No se beberá la sangre
vivificante del cuerpo,
y el corazón late y ríe,
y vive, y vive de nuevo
y no fenece nuestra alma.
Los ánimos no perdemos.

No labrará el insaciable,
del fondo del mar el lecho.
No aplastará el alma eterna
ni podrá vencer al Verbo,
ni vituperar la gloria
inmortal de Dios eterno.

¡No somos quién para reñir contigo!
¡No somos quién para juzgar tus hechos!
Llorar, llorar, llorar sólo nos queda
y amasar el pan nuestro
con sudores de sangre y con las lágrimas.
De nosotros se mofan los verdugos
y la verdad dormida está, borracha.
¿Cuándo despertará, al fin?
¿Cuándo, oh Dios, de fatigado
te echarás a descansar
y dejarás vivir? ¿Cuándo?
Pues creemos en tus fuerzas
creadoras, soberano.
¡Se alce la verdad y triunfe
la libertad que anhelamos
y a ti, solamente a ti,
te rezarán con agrado
todos los pueblos del mundo
por los siglos! Mientras tanto,
ríos de sangre discurren
por el monte y por el llano.

Tras los montes, montes,
de nubes cargados,
Sembrados de penas,
con sangre regados.
Allí, misericordiosos[8],
corrimos, cual cazadores,
la infeliz libertad
y acosamos. ¡Cuántos hombres
cayeron allí! En la sangre
y en las lágrimas que corren
había que ahogar a todos
príncipes y emperadores.

En las lágrimas de viudas,
de doncellas que de noche
lloran! ¡Lágrimas de madres!
De padres, ¡las más atroces!
No ríos, toda una mar
se extiende. ¡Gloria a los nobles
galgos! ¡Gloria a los perreros,
a nuestros zares padrones!
¡Gloria! ¡Gloria a los picos azules
ocultos bajo los hielos!
Y a los caballeros grandes
protegidos por el cielo.
Guerreáis y venceréis,
porque Dios ayudará.
¡Lleváis la razón, la gloria
y la santa libertad!

Churek[9] y saklia[10] son tuyos;
ni es limosna, ni regalo,
nadie que es suyo dirá
ni te llevará esposado.
Aquí somos instruidos.
¡Leemos el Verbo santo!
Y desde la baja cárcel
hasta el alto trono andamos
vestidos de oro y desnudos.

¡Queréis saber! ¡Enseñamos
lo que cuesta el pan, la sal!
Nosotros somos cristianos;
templos, aulas, ¡Dios tenemos!
Sólo nos irrita un tanto
vuestra saklia, ¿qué hace allí?
No os la dimos. Ni os echamos
vuestro churek como a perros.
Que conste que no os cobramos
por el sol que os calienta
porque no somos paganos,
sino cristianos auténticos,
contentos con poco. En cambio,
Si hacéis migas con nosotros,
aprenderéis más que un sabio.

Nos basta espacio para ello,
el de Siberia es fantástico.
¡Cuántas cárceles y gentes!
Del finlandés al moldavo
todos callan en sus lenguas.
¡Y viven! El padre santo
la santa escritura lee
y predica que un zar raro[11]
hubo que puercos cuidó,
robó a su amigo y vasallo
la mujer que aquél amaba.
Luego mató al desdichado
y, al cabo, fue a dar al cielo
el zar. ¡Veis a quién mandamos
a la gloria! ¡Sois oscuros
sin la Santa Cruz! ¡Qué espanto!
¡Ya os enseñaremos!
¡Hurta! ¡Atraca, llénate el saco,
da, y al cielo! Si tú quieres
llevarte a los tuyos, hazlo.
¿Qué no sabremos hacer?
Sembrar trigo, contar astros,
al galo injuriar, mercar
o a la baraja jugarnos
gente, no negros, humilde,
aunque fueron bautizados.

Y, al fin, hispanos[12] no somos.
Dios nos libre de lo hurtado.
¡La ley, cumplimos la ley!
¿Por apostólicas reglas
amáis al hermano?
¡Vanilocuentes, hipócritas
de Dios detestados!
¡Del hermano la pelleja
amáis y no el alma!
Y chupáis según la ley;
a la hija galas,
a los bastardos moneda,
a la esposa joyas,
¡Para sí lo que no saben
ni hijos, ni esposa!

¿Por quién te crucificaron,
Cristo, Hijo de Dios?
¿Por los buenos? ¿Por qué tú
llevas la razón?
¿O por qué siga el escarnio?
Y así se quedó.
Templos, capillas e iconos,
humo de mirra y candelas,
y, ante tu imagen sagrada,
inclinaciones eternas.
Por el robo, guerra y sangre.
La que corre del hermano,
te ruegan, después te ofrecen
del incendio el manto hurtado.

Aprendimos y queremos
que otros también sepan.
Alumbramos la verdad
a criaturas ciegas.
A todo os enseñaremos
si sabéis rendiros,
a construir una cárcel,
a forjar los grillos,
a llevarlos y a trenzar
látigos muy finos.
A todo. Pero vuestros montes
nos tendréis que dar.
Lo demás ya os lo tomamos:
el campo y el mar.

Y a ti te embarcaron,
Jacobo del alma,
mi buen compañero,
mas no por Ucrania.
Por su cruel tirano,
derramar hicieron
tanta sangre justa.
De Moscú el veneno
te tocó, apurar
moscovita copa.
¡Oh, mi buen amigo!
¡Luz de mi memoria!
Que tu alma se alce
por Ucrania entera,
los túmulos viejos
de la estepa otea.
Ve con los cosacos,
vuela a las orillas
a llorar con ellos
lágrimas antiguas,
y de mi prisión,
espérame en la estepa.

Mientras tanto mis cantares,
mi cruel desdicha
iré sembrando, que crezcan
contra las ventiscas.
El suave viento ucraniano
te traerá en rocío
mis cantares como lágrimas
fraternas. Querido,
tú les darás buen amparo,
leerás a solas.
Del mar, la estepa, los túmulos,
de mí harás memoria.

Confieso que no me importa[13]
volver a Ucrania algún día.
Si vivo aquí en tierra extraña,
qué me importa si me olvidan.
Confieso que no me importa,
esclavo nací entre extraños,
sin que me lloren los míos;
moriré, llorando, esclavo,
y todo se irá conmigo.
No dejaré ni una huella
en nuestra gloriosa Ucrania,
en nuestra tierra, no mía.
Mis penas y sufrimientos
no contará el padre al hijo,
no dirá:  "Reza, sufrió
por Ucrania mil martirios".
Confieso que no me importa
si va a rezar ese niño.
Sólo me importa una cosa,
que a Ucrania gente malvada
adormece con astucia,
la saquea envuelta en llamas.
¡Ay! Eso sí que me importa.

(En una casamata, 1847)

A   N.  KOSTOMAROV[14]

El sol se esconde entre nubes,
alegres de primavera.
Un té ofrecen a sus huéspedes,
prisioneros en cadenas.
Cambian los guardias por otros
que uniforme azul llevan.
Y hasta a las puertas con llave
y a las ventanas con rejas
ya me he acostumbrado un poco.
Incluso ya no me pesan
las sangrientas, duras
lágrimas vertidas en hosca tierra.
No pocas las derramé antes
sin que la más pobre hierba
creciese en el yermo campo.
Y hoy recuerdo yo mi aldea.
¡A quién no dejé yo allí!
A mis padres en la eterna
paz de la tumba dejé.
El corazón de tristeza
y dolor se me abrasa.
Ninguno ya me recuerda.
Y de pronto miro, veo,
hermano mío, muy cerca,
a tu madre que camina
negra cual la tierra negra,
como si en estos instantes
de una alta cruz descendiera.
¡Imploro al Señor! De alabarte
mi corazón nunca  cesa.
Porque no tengo yo a nadie
que en mi soledad pudiera
compartir siempre con él
mi cárcel y mis cadenas!

El cielo está turbio, las olas dormitan. [15]
Allá en la penumbra del mar
sin viento se dobla el juncal
cual ebrio. ¡Dios mío!
Quiero que me digan
si ha de ser largo mi suplicio,
abierto al aire, pero inicuo,
junto a este mar tan miserable
purgando penas incontables.
Calla la hierba áspera y seca,
apenas viva, de la estepa,
no quiere decir la verdad.
¿A quién, pues, voy a preguntar?

Hoy el cielo está gris, duermen [16]
las olas en la orilla cansadas de refriega;
cual ebrio está el juncal y se doblega
sin vientos. Oh, Dios mío, 
¿cuánto a solas estuve
en esta cárcel no cerrada,
en este mar, aborreciendo el mundo?
Calla en la estepa, 
cual si está agobiada,
la hierba amarillenta
en un profundo sopor. 
Quise callar en mí,
por penosa y amarga, 
la verdad. Y a nadie más
que a ella tengo aquí
a quien yo le pudiera preguntar.

Estos poemas , y otros más que encontrarán en mi libro, demuestran el amplio conocimiento de la literatura universal que poseía Arana, su gran capacidad para aprender idiomas y su notable valía como poeta ya que sus traducciones no pierden nada del carácter poético de las obras originales.

Vicente Arana es, pues, uno de nuestros más notables traductores y un estudio sobre su producción aún nos deparará más agradables sorpresas.


[1] El poema original fue escrito por Shevchenko en 1845.

[2] Pablo Safarik (1795-1861), filólogo, historiador, propulsor del renacimiento checo y eslovaco. Abogaba por una unidad de los pueblos eslavos. Luchador por liberar del dominio austro-germano a los pueblos checo y eslovaco.

[3] Se refiere al libro de P. Safarik Antigüedad eslava, que contiene documentos y datos de todos los pueblos eslavos, incluidos los que dejaron de existir como resultado de la expansión germana.

[4] Bermas: Espacio al pie de la muralla y declive exterior del terraplén, que servía para que la tierra y las piedras que se desprendían de ella al batirla el enemigo, se detuviesen y no cayeran dentro del foso.

[5] El de Constanza: Juan Hus.

[6] El poema original fue escrito por Shevchenko en 1845.

[7] Jacobo Petróvich de Balmén, (1813 - 1845) Amigo íntimo de T. Shevchenko. Pintor aficionado. Era oficial del ejército zarista y murió en el Cáucaso en una campaña contra cherkesos insurrectos.

[8] Allí, misericordiosos: se refiere al zar Nicolás I.

[9] Churek: Pan sin sal, en forma de torta.

[10] Saklia: Vivienda típica de los habitantes del Cáucaso.

[11] Se trata del bíblico rey David.

[12] En este contexto, conquistadores.

[13] Este poema fue escrito por Shevchenko en 1847.

[14] Poema de 1847. Nikolai Ivánovich Kostomárov (1817-1885), historiador y escritor ucraniano, fue uno de los fundadores de la Hermandad de los Santos Cirilo y Metodio. Este poema que Shevchenko le dedica, se basa en un hecho real. El poeta, cuando estaba preso, vio desde la ventana de su celda, en el patio de la prisión, a la madre de Kostomárov que había ido a ver a su hijo.

[15] Poema de 1848.

[16] Poema de 1848.                               


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sábado, 16 de enero de 2021