Estos días se va a hablar de Sabina de la Cruz y se va a decir que era la viuda de Blas de Otero. Hace años salió en Cambio 16 este artículo que viene muy a cuento en esta situación:
Testimonio
Yolanda Pina, viuda legitima del poeta,
grita y acusa
El PCE destrozó a Blas de Otero
EL poeta Blas de Otero. Fallecido en
Majadahonda (Madrid). el 29 de junio de I979. se había casado por la
Iglesia en Bilbao el 12 de agosto de 1964 con la joven cubana Yolanda Pina
Cervantes, que hoy reclama, en vano, la parte que le toca de la herencia del escritor.
Pero tras esta historia de testamentaría se
oculta otra, emotiva y desgarradora, que podría ser una página más del libro de
Jorge Semprún, «Autobiografía de Federico Sánchez» , y que se añade de todos
modos a la negra historia de los bajos
fondos del eurocomunisrno y de sus principales representantes.
El testimonio de Yolanda Pina ha sido recogido
en cinta magnetofónica. La brutalidad de algunas acusaciones aconsejó que
solicitáramos a la señora de Otero que narrara los hechos por escrito.
Lo hizo. Fueron debidamente careados con
un cierto número de testigos de distintos períodos y confirmados, entre otros, por
el propio Jorge Semprún , que frecuentó a la pareja en La Habana. Por fin, un
aparato .importante de fotos y documentos certifica las palabras de la señora
Yolanda Pina de Otero, que se decidió a hablar "después de haber callado mucho
tiempo, por miedo y presiones, pero ahora hablo porque estoy harta y cansada».
Blas de Otero, que había nacido el 15 de
marzo de 19l6 en Bilbao, era ya, en enero de 1964, cuando fue a La Habana para
ser jurado del Premio de Poesía de la Casa de las Américas, un poeta conocido y
muy ligado al Partido Comunista de España, aunque, al parecer, jamás fue miembro de carné.
Había, sin embargo, estado ya, en aquella época y clandestinamente, en la URSS y en China.
En esa época, el poeta había tenido varias
novias y eran famosos entre la progresía los desplantes que las había dado, cuando ya
estaban prácticamente al pie del altar. Hay que retener el nombre de una de ellas: Sabina
de la Cruz.
El día 7 de febrero de 1964, un mes, poco
más o menos después de su llegada a Cuba, Blas de Otero conoció en La Habana a
Yolanda Pina Cervantes. Yolanda, que tenía en la época veinticinco o veintiséis
años, era bibliotecaria de la Unión de Escritores, escribía poesía y cuentos y era
autora de guiones de ballet y televisión.
Se había divorciado y, de este primer matrimonio
tenía un hijo, Andrés. Yolanda fue rápidamente la amante de Blas de Otero, y el
poeta, que había dejado plantadas a otras, con Yolanda se casó, boda civil, el
25 de marzo de 1964, a poco más de un mes de haber entablado relaciones con la
joven bibliotecaria.
Había olvidado, sin embargo, Blas de Otero,
un detalle de importancia incalculable e incalculada: no había pedido permiso ni
había informado de su boda al PCE, cuya sede cubana estaba en los locales del
antiguo Centro Gallego, transformado en Sociedad Artística Cubano-Española
(SACE).
La boda de Blas causó un considerable
disgusto a los comunistas españoles. Yolanda Pina no correspondía a la imagen que
ellos se hacían de la que tenía que ser esposa del «poeta del partido» El PCE
hubiera preferido otra esposa, española y comunista de carné. Alguien bien
amarrado que hubiera a su vez podido amarrar bien al poeta, hombre adicto; pero
de carácter incontrolable y caprichoso. Un “cabeza de chorlito”como decía la señora Dolores Ibarruri de
los intelectuales. No, Yolanda Pinadivorciada y que ni siquiera era del PC cubano,
no correspondía a la imagen austera y aséptica soñada por el PCE como
esposa del poeta. ¿En quién pensaban') ¿En Sabina de la Cruz, tal vez?
Comenzó pues, inmediatamente, una acción
sorda. Blas fue duramente, amonestado y cayó, a los veinte días de la boda,
en uno de sus habituales estados depresivos. Pidió un médico, y el PCE envió al
doctor Villalanda , miembro importante del PCE y psiquiatra formado en la URSS.
A pesar de que el estado de Blas de Otero no ofrecía la menor gravedad y que
las causas de su depresión eran perfectamente conocidas del médico, éste ordenó
el traslado del poeta al Hospital Militar de La Habana-Este ,
No se permitió a Yolanda que visitara a su
esposo que, en cambio, tuvo que recibir a menudo «al correveidile Pampliegas» (otro
miembro del PCE) y este personaje y el doctor instaron a Blas de Otero para que
se divorciara inmediatamente.
Casarse con una cubana no parecía prudente,
decían, ya que las cosas aún no estaban claras (era en el 64), la «revolución
aún no se había consolidado» y si el poeta necesitaba esposa, «el partido
prefería que se casara con una comunista española».
El partido no perdonó
Blas, que no comprendía nada, preguntaba
que qué tenían contra su Yolanda. No se tardó, en esas conversaciones o
interrogatorios, en averiguar el punto flaco del poeta: a su fragilidad de
nervios se unía la enfermedad propia de los débiles, unos celos patológicos.
Entonces, la bajeza fue consumada.
El resultado no fue el que esperaba el
PCE: Blas de Otero se abrió las venas.Salvaron su vida en último extremo.
El partido no perdonó. La pareja estaba viviendo
en el hotel Habana Libre. En una primera fase, pagaba la estancia «La Casa de
las Américas». Luego los gastos corrieron a cargo del PCE.
Se dijo, pues, a Yolanda que el PCE dejaba
de asumir ese cargo y que abandonara el hotel. Yolanda Pina recurrió al
Instituto Cubano de la Amistad con los Pueblos, que no aceptó esa expulsión y
se hizo cargo de los diversos gastos.
La pareja vivió en el hotel hasta julio,
que emprendió viaje a España. Pero Blas y Yolanda ya estaban marcados. Angustiados.
Se amaban apasionadamente y el partido exigía al poeta que se divorciara.
Por Praga, París e Irún, la pareja llegó a
Bilbao. En el viaje, Blas de Otero expuso a Yolanda la situación en la que se
encontraba y manifestó que había decidido desafiar al partido, porque no que no
toleraba «que se metieran en su vida privada».
Blas de Otero podía ser, a veces, un vasco
valiente y decidido, según aquel “leiv rnotiv” que Pío Baroja aplicaba a su
protagonista Galardi en « El laberinto de las sirenas»
Cuando llegaron a Bilbao, Blas entregó a
Yolanda una carta, un documento, un texto que quizá sean las más bellas palabras
de amor escritas por un hombre en lengua castellana. Son siete cuartillas cuya
lectura conmueve profundamente. Empiezan diciendo: «Querida mía, yo no quiero
divorciarme de ti, hazme este bien al menos, déjame guardar la ilusión, cuando
yo me ponga bien, aunque tarde lo que tarde, iré a buscarte o te llamaré; sabes
que eres la única mujer que he querido en mi vida y que ya no podría querer a nadie; déjame que
seas mi mujer toda mi vida…”
Blas hizo dos copias de ese texto. Se
guardó el primero y entregó el segundo a su esposa, cuya primera página
reproducimos. Son siete cuartillas de terrible confesión y de declaración de
amor.
A fin de concretar el desafío, Blas propuso
a Yolanda la boda por la Iglesia, que sabía indisoluble.
Yolanda Pina, que no era cristiana, fue
catequizada y bautizada en Bilbao. La novia fue interrogada por un conciliábulo
de sacerdotes que examinaron su pasado y dictaminaron que el anterior matrimonio
cubano, civil, era inexistente. Fue declarada soltera y así consta en los
documentos y registros. La boda se celebró en la parroquia de san Antonio Abad
el doce de agosto de 1964 y ofició el reverendo don Claudio Gallástegui, quien
confirmó todo lo escrito.
Vencidas fuertes reticencias familiares,
la pareja se instaló en casa de la madre de Blas, compartiéndola con María
Jesús, la hermana preferida del poeta.
Pronto se agotaron las divisas cobradas
por Blas en Cuba de su libro “Que trata de España” y Blas no llegó a ningún acuerdo
para la edición de otro libro en París, en la Editorial Seghers.
El desprecio de la Pasionaria
La pareja envió
entonces una solicitud de cátedra de Literatura Española para Blas de Otero en
la Universidad de Las Villas (Cuba). Blas acababa de rechazar, detalle muy poco
conocido, la cátedra Juan Ramón Jiménez de la Universidad de Puerto Rico.
Razón: «Son norteamericanos .... ¿Qué dirá el PCE?».
En 1965, por medio
del Comité Central del PCE, la pareja recibió una invitación
para ir a la URSS, del CC del PCUS. Blas, que interpretó la invitación como un
«perdón» del PCE, aceptó muy ilusionado. Pensó que le publicarían un libro en
la URSS, que le pagarían, como en Cuba, con divisas y que con ellas compraría
en Bilbao el pisito en el que la pareja quería vivir. Pensaba presentar a
Yolanda a La Pasionaria y creía que la “reina”· -como él la llamaba- intervendría
favorablemente en lo de la publicación del libro.
Ocurrió todo lo contrario. En Moscú, miembros
del PCE reanudaron la campaña de calumnias e infamias contra Yolanda, y la
señora Ibarruri se negó terminantemente a recibir al poeta, que, según su esposa,
se dio entonces cuenta de que «no había basura mayor que la persona de Blas de
Otero para el PCE»
A los tres meses
de vida marginada en la URSS, Blas sufrió otra crisis depresiva, y no era para
menos. Y el remedio consabido: internamiento en un psiquiátrico de Moscú,
cierta clínica muy conocida por sus curas a disidentes. Yolanda no pudo
visitarle nunca.
No. Blas de Otero no había sido perdonado
ni Yolanda admitida.
De vuelta a España, y desprovista de todo
recurso económico, la pareja decidió regresar a Cuba en 1996, pensando que una
vez allí, le darían a Blas la cátedra solicitada en las Villas , o cualquier
otro empleo.
El viaje se hizo por París y Praga, en donde
Blas y Yolanda decidieron quedarse algún tiempo. Tenían amigos y, entre ellos.
el general Modesto, por quien Yolanda sentía un profundo aprecio.
Era. dice, el único miembro importante del
PCE que la había tratado con respeto y cariño, con humanidad.
Impulsiva, directa y un tanto inocente, Yolanda
dc Otero pronunció, en una conversación telefónica con Modesto, palabras que le
costaron muy caras y supusieron su condena definitiva por el PCE.
Dijo, en un arranque, que quien debiera estar en cabeza del PCE no era Santiago
Carrillo, sino un hombre bueno como él, el general Modesto.
Nadie habla impunemente por teléfono en un
país del Este. ni siquiera Modesto, sobre cuyo carácter y personalidad el
curioso lector consultara con provecho las “Memorias de Federico Sánchez”
La carta del general Modesto
Modesto recibió orden. y la ejecutó, de
escribir una carta a los camaradas del PCE de Cuba diciéndoles que ofrecieran 500
pesos a Yolanda Pina, precio que ella ponía a su divorcio con Blas de Otero y
copia de esta carta fue entregada al propio Blas, que no dijo nada a Yolanda.
pero sufrió una nueva y fuerte crisis. lo suficientemente grave como para que
Yolanda pidiera ayuda a amigos cubanos residentes en Praga: el poeta erberto Padilla y su esposa Berta.
La carta fue mostrada posteriormente en
Cuba, por Blas, a su esposa y a un grupo de amigos escritores que confirmaron el
hecho.
En cuanto a la solicitud de trabajo, ni siquiera
había llegado a las manos del doctor Sidroc Ramos, rector de la Universidad de
Las Villas.
Blas y su esposa estaban entonces (1967)
en Cuba en calidad de invitados del
CC del PCC.
Se les ofreció la oportunidad de pasar
algún tiempo de descanso en una residencia de reposo para trabajadores cercana
a La Habana y aceptaron, aunque Yolanda tendría que regresar antes a la capital
por razón de la escolaridad de su hijo.
A las 48 horas de su regreso a La Habana,
Yolanda supo que Blas había sido otra vez ingresado en el psiquiátrico del
doctor Villalanda, y esta vez presa de una crisis tan dura que tuvieron que
ponerle la camisola de fuerza.
Blas, en Cuba, tuvo dos médicos. El cubano
doctor Fleitas, que siempre trató al poeta de forma rápida y eficaz y sin el
menor problema ni coacción. y el hispanosoviético Villalanda. que privaba al
enfermo de todo tratamiento y atribuía todos los problemas del poeta a su boda
con Yolanda. Luego, terminadas las «curas», Blas contaba a su esposa todo lo
ocurrido.
Esta vez la crisis fue provocada por las
palabras de un individuo, un español, que cuando Yolanda se marchó del lugar de
reposo para regresar a La Habana se acercó a Blas y le dijo: «¿Quién es esa muchacha
con la que hablabas'? Yo la conozco. Esa fue prostituta en La Habana».
La reacción de Blas fue la normal. Violenta.
Era un vasco, a veces valiente y decidido.Le pusieron la camisa de fuerza y lo
internaron.
En mayo de 1967 llegó a Cuba, invitada por
el Consejo Nacional de Cultura la célebre bailarina española «La Chunga», con
su esposo José Luis. Blas los conocía y ambas parejas salieron juntas y se
visitaron. Blas y Yolanda indicaron a sus amigos que pensaban regresar a España
en junio, pero que no sabían muy bien a dónde ir.
Entonces, «La Chunga» los invitó a su casa
de la playa, que «aunque es pequeña. nos apañaremos».
La invitación llenó de ilusión a la pareja
y sobre todo a Blas. Personas que lo trataban en aquella época afirman que Blas
estaba entonces al borde de la ruptura con el comunismo.
Fue, pues, a los locales de la citada SACE,
en donde estaban las oficinas del CC del PCE, a fin de solicitar un permiso de
salida para regresar a España el 22 de junio. Era un trámite obligatorio en su
condición de invitado-prisionero.
Pasaron días y semanas, y nada. Blas de
Otero fue de nuevo a la SACE, y nada. Tercera visita y, una semana después, Blas
tuvo que decirle la verdad a Yolanda: «Tenemos que divorciarnos».
A las lágrimas de la esposa, el poeta opuso
palabras tranquilizadoras: "No te preocupes, paloma. Tú sabes que la boda que
vale es la de Bilbao. Nadie nos separará. Te mandaré a buscar”.
Pero la discusión no fue fácil. Yolanda no
se resignaba. Le dolía que Blas hubiera cedido. Blas no era siempre un vasco valiente y
decidido, y esta vez pronunció palabras que Yolanda no pudo perdonar. Palabras que
reflejaban un miedo profundo e invencible de Blas de Otero, al P C E.
Vidas destrozadas
Blas y Yolanda fueron divorciados en La
Habana el 20 de noviembre de 1967. Tras lo cual, pudieron salir de Cuba. Pero
ya todo el mal estaba hecho. La vida en común, después de lo que había sido
hecho y dicho, estaba destrozada.
En Madrid, Blas y Yolanda, que habían salido
de Cuba separadamente, se vieron un par de veces. Blas quiso reanudar la vida
en común. Yolanda estimó que no podía superar ciertos traumas.
Vivieron separados hasta que, en junio de
1979, Yolanda se enteró por la prensa de la muerte de su marido en Majadahonda.
Para ella fue un drama que Blas muriera sin
saber que habían sido perdonadas las palabras que motivaron la separación y
todo el desgarro de un amor - deshecho por celos absurdos, fomentados por una
camarilla de viejos del PCE, los del «eurocomunismo».
Por recomendación de una amiga, Yolanda puso
sus intereses en manos de un abogado madrileño, don Antonio Ceballos Escalera
(sí, el 'de las anulaciones en el Zaire).
Al celebrarse el 5 de agosto de 1979 en la
plaza de toros de Las Ventas de Madrid un homenaje de este mismo PC al poeta
destrozado, Yolanda Pina de Otero leyó en las páginas de esta misma revista una
reseña del acto, en la que se afirmaba que «la propia viuda de Blas de Otero tuvo, triste y paradójicamente,
que abonar los derechos de autor de su marido”, que exigía, como es de rigor,
la Sociedad General de Autores.
La existencia
de esta otra ”viuda” motivó la preocupación de Yolanda, que emprendió una serie
de investigaciones. Pudo averiguar que habían sido retiradas de la SACE 144.000
ptas. de derechos de autor de su marido.
Estas
investigaciones, confirmadas por las que en estos días ha realizado esta
revista, demuestran una serie de extrañas anomalías en papeles oficiales.
Por ejemplo, en
la certificación literal de defunción de Blas de Otero, en el capítulo “Otros
títulos o datos”, se hace constar, contra toda costumbre, que “el finado estaba
casado con doña Sabina de la Cruz y no deja descendencia”.
Blas de Otero vivía, en efecto, cuando murió,
en concubinato con su ex novia de Bilbao que, por cierto, en el homenaje de Las
Ventas, fue presentada por el PCE como esposa y viuda legítima.
Por otra parte,
don Joaquín Ruiz Giménez, abogado de las hermanas de Blas de Otero en el asunto
de la herencia, afirma en una carta al abogado de Yolanda, que ésta no tiene el
menor derecho a la sucesión por haberse divorciado en Cuba, cuando , según toda
premisa y precisamente don Joaquín Ruiz Giménez debería saber que el único
matrimonio válido, y no deshecho, de Blas de Otero en España, es el que
contrajo por la Iglesia y en Bilbao.
Mas, en un auto
solicitado por las hermanas de Blas de Otero, se hizo constar -de forma
jurídica totalmente anómala, según abogados consultados por esta revista- “a
título informativo” la sentencia de divorcio cubana. Hecho que motivó un
telegrama de protesta de Yolanda, perdida en los tejemanejes de los abogados.
Por cierto que,
insatisfecha por la labor de don Antonio Ceballos Escalera, dejó los servicios
de este letrado.
Según la ley,
corresponde a Yolanda Pina de Otero, legítima esposa y viuda del poeta Blas de
Otero, el 50 por ciento de los bienes gananciales, más una parte de la herencia
en usufructo.
Totalmente
desprovista de medios, doña Yolanda no puede costearse hoy un buen abogado y la
definitiva injusticia puede verse cumplida.
Alianza
Editorial publicó hace poco un libro de Blas y el contrato fue firmado con sus
“herederos”. Yolanda Pina de Otero no figura entre ellos. El libro, que fue
escrito en Cuba, va precedido de una largo estudio de la otra “viuda” Sabina de
la Cruz, en el que se menciona largamente el periodo de la vida del poeta en La
Habana. Yolanda Pina de Otero ha dejado de existir. Pero grita y acusa.
Testimonio
Derechos en familia
María Jesús, una de las dos hermanas de Blas
de Otero, vive hoy en la Residencia Geriátrica de La Paz, en el barrio bilbaíno
de San Ignacio.
Allí, en una de las salas de visita, recibió
a Angel Landaburu, de CAMBIOI6. «Mi hermano se divorció en 1966, en Cuba, en
donde años antes había contraído matrimonio con Yolanda Pina. Tenemos la
documentación de la separación y creemos, según nuestro abogado, Ruiz-Giménez,
que es correcta».
María Jesús. junto con su madre, atendió a Blas
muchos años durante su larga enfermedad, hasta que en 1965, éste. decidió
marcharse a vivir a Madrid con su compañera Sabina, estancia interrumpida por frecuentes
viajes a Bilbao.”
«Siempre nos hemos llevado muy bien con
los dos. Este asunto de herencia no es para nosotros una cuestión personal, no
tenemos nada contra Yolanda. Sin embargo, a los tres días de la muerte de nuestro hermano,
ella presentó una demanda exigiendo los derechos de autor por la
obra de Blas, Nosotros, posteriormente, al hacer nuestra declaración de
herederos directos, declaración y no pleito, hemos querido defender su obra.»
Tras recordar los continuos sufrimientos del
hermano, María Jesús se lamenta de que Blas no hiciese ningún testamento:
« Era así su carácter, aunque más de una
vez nos afirmó que los derechos de su obra serían para nosotras»
En cuanto a Sabina, nos ha disgustado que
se vaya diciendo por ahí que la familia le ha dejado en la miseria. Es una
calumnia. Nos entendemos muy bien con Sabina y la queremos mucho. Con ella
hemos solucionado, por ahora el tema de los bienes materiales como el de los
dos pisos de Madrid.
Aún me quedan unos treinta ejemplares de mi libro EL MADRID DE BLAS DE OTERO. Si alguien desea un ejemplar (20 euros, gastos de envío gratis) que se ponga en comunicación conmigo a través de este blog o que entre en la página de Facebook EL MADRID DE BLAS DE OTERO.