Como indico en la entrada anterior, en la edición crítica que realicé sobre Trafalgar, de Pérez Galdós, recupero la figura de un marino tudelano del siglo XVIII. En el Diario de Navarra han publicado este artículo sobre dicho marino.
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Esta es la transcripción del texto:
La historia del
tudelano José de Ezquerra y Guirior en el mar
Una edición crítica del libro Trafalgar de Benito Pérez Galdós recupera la figura del
insigne marino José de Ezquerra y Guirior, nacido en Tudela y muerto en el 13
de julio de 1801 al estallar su navío de 112 cañones durante una batalla en el
estrecho de Gibraltar.
En esas lides, la flota británica fondeada
en Gibraltar sufrió en junio de 1801 un varapalo en la conocida batalla de
Algeciras. La contienda enfrentó a “una escuadra de 3 navíos de línea y una
fragata francesa apoyados eficazmente por las baterías de costa y cañoneras
españolas contra la escuadra británica de Gibraltar del vicealmirante Saumarez
compuesta por 6 navíos de línea y que se saldó con la derrota de los
británicos, que perdieron uno de sus buques, el Hannibal de 74 cañones y otro
quedó desmantelado, varado y a punto de perderse, el Pompee, también de 74
cañones. Los británicos se retiraron a la cercana Gibraltar a reparar daños y
prepararse para un posible desquite” (www.todoababor.es).
Cuenta Eugenio de Ezquerra que ese primer
ataque costó la vida a los oficiales del mando -salvo el segundo, Francisco
Vizcarrondo- que se encontraban en la cámara de popa, entre ellos su
ascendiente. Del modo en que se efectuó, pero sobre todo del tipo de proyectil
utilizado no tiene dudas del empleo de bala roja. “En el libro “Informe dado por el
brigadier de la Real Armada D. Francisco de Hoyos ...” (-...) hay unas notas
realizadas por el nieto de Juan Joaquín Moreno, que como familiar del mismo
tenía información privilegiada sobre las acciones en las que se vio envuelto
éste. En el episodio que nos ocupa este artículo afirma que su abuelo siempre
sostuvo que los ingleses fueron los verdaderos causantes del incendio de los
navíos. Para ello se basaba en el aviso que recibió, antes de su salida de
Cádiz en busca de la escuadra francesa en Algeciras, del comandante general del
Campo de Gibraltar, Adrián Jacome y Ricardos, que sabía por confidentes que
tenía en la plaza británica, que la escuadra inglesa, muy dolida por su derrota
en Algeciras, se preparaba para incendiar a la escuadra combinada por todos los
medios posibles con mixtos y bala roja”. (www.todoababor.es). La bala roja
“usada en alta mar era considerada como una práctica inhumana”. Consistía en un proyectil puesto al rojo
vivo con efectos incendiarios en su objetivo.
Eugenio de Ezquerra concede credibilidad a
esta hipótesis con un documento que alude al “testimonio de un marinero inglés
desertor de Gibraltar: los ingleses quemaron nuestros barcos con bala roja”.
“Informó -añade- de los hornillos utilizados para calentar las bolas de cañón
así como de la situación de los mismos en el navío Superb, en el que estaba
embarcado”. El fragmento que ampara su opinión aparece “en un documento del 2
de octubre de 1801, firmado por el general de la Plaza del Campo de Gibraltar
Marqués de Arellano, dirigido al Secretario (Ministro) de Marina, Caballero,
para que se lo comunicase al Rey”.
Un segundo fragmento de un testamento de
la madre de Ezquerra, Paula de Guirior y Otazu, refuerza la misma versión. En
ninguno de los 13 documentos con su última voluntad varió su contenido. Antes
de morir siguió creyendo que los ingleses quemaron a los buques españoles con
bala roja.
“Fue ésta la verdadera causa del desastre,
ocultada por españoles, ingleses y franceses, cuando todos lo sabían. Pero
callaron por razones políticas y de alianzas cambiantes entre las tres
naciones”, señala. Godoy participó del silencio y de una versión oficial que
apuntaba al fuego amigo del San Hermenegildo que, aunque se produjo, no fue la
causa de destrucción de los buques, incendiados desde el primer momento.
Del por qué ambos acabaron abordados, en
orden a una instrucción recibida, los barcos de retaguardia tenían la orden de
“virar 90 grados” al recibir un ataque. “El Real Carlos viró a babor pero el
barco francés que iba con ellos no lo hizo. El Real Carlos volvió al rumbo para
no abordarlo”, apunta. En medio de la confusión, el San Hermenegildo ya había
completado su maniobra y llegó a situarse a la par de su gemelo de 112 cañones.
El capitán de fragata Francisco
Vizcarrondo, el segundo de a bordo, de origen también navarro, contó después de
naufragar que en la cubierta llegó a escucharse una voz de alerta: “¡Fuego,
fuego!”. Según su testimonio, el Real Carlos no llegó a disparar. Quedó entre
dos fuegos, el enemigo y el amigo del San Hermenegildo, que no distinguió su
pabellón y lo confundió con un inglés. Pasada la medianoche, ya el 13 de julio,
se oyó la explosión del buque de José de Ezquerra. Quince minutos después
sucedió una segunda deflagración. El San Hermenegildo siguió su destino y se
fue también a pique. El desastre, señalado como tal en los
anales de la Armada, truncó una brillante carrera militar del insigne marino de
Tudela.
“Con 19 años de edad -expone su
descendiente- certificó con su firma la toma de posesión de Guinea
Ecuatorial". El traspaso de Portugal a España de Fernando Poo llevó
impresa su rúbrica como uno de los mandos militares que sobrevivieron a un
ataque de paludismo que menguó las fuerzas del contingente español. En 1793,
declarada la Revolución francesa, le fue concedido el mando del navío San Fermín. Participó en
la toma de Tolón desde donde ayudó a repatriar a familias monárquicas de ese
país. Del por qué unió su vida a la Armada hay una explicación en la atracción
que despertó el mar en Navarra. “En el siglo XVIII había mucho marino navarro”,
sostiene Eugenio de Ezquerra Cobertera. No en vano Pedro González Castejón y
Salazar (Tudela, 1719 - Madrid, 1783), fue marino y militar español que alcanzó
el grado de Teniente general de la Real Armada Española.
Tuvo ejemplos
José de Ezquerra en su familia para seguir la estela del mar. Un tío suyo, José
Manuel de Guirior Portal de Huarte Herdozain y González de Sepúlveda (Aoiz,
1708 - Madrid, 25 de noviembre de 1788), primer Marqués de Guirior, fue militar
y administrador de la Corona en América. Tuvo el grado de teniente general y
fue virrey de Nueva Granada y Perú. Del pasado del capitán de navío muerto en
1801 hay una huella en la plaza de los Fueros, de Tudela. De los 60 escudos
esculpidos a su alrededor, uno de ellos exhibe dos anclas. Por José de Ezquerra y Guirior.