Este gran compositor alavés nació en la localidad alavesa de Lanciego / Lantziego el 20 de enero de 1809. Sus padres eran Santiago Iradier Arza, vecino de Lanciego, y su madre, María Eusebia Salaberri, natural de Vitoria.
En Lanciego / Lantziego, en la casa donde nació hay una placa colocada por la Diputación Foral de Álava el año l966. También lleva el nombre de Sebastián Iradier y Salaberri la calle en la que está su casa. Y en una pequeña plazoleta, junto a la iglesia, se ha colocado un busto en su recuerdo. El Ayuntamiento de su pueblo le declaró “Hijo insigne” el 24 de enero de l981
Estudió piano y órgano en Vitoria. Forma parte del
coro de la antigua Colegiata de Santa María de Vitoria. Con dieciséis
años, obtiene la plaza de organista de
la iglesia de San Miguel Arcángel de Vitoria.
En 1827
oposita y gana la plaza de organista y sacristán mayor para la parroquia de San
Juan Bautista de Salvatierra. Su antecesor no era bien visto por el clero
debido a las ideas liberales que tenía y, por ello fue cesado.
A los dos años de estar en Salvatierra, el 29 de julio de 1.829, Sebastián Iradier se casó con Brígida de Iturburu, natural de Salvatierra,
hija de Fernando Iturburu y de María
Cruz Durana, naturales y vecinos de Salvatierra. Seis meses después, nacería su
hijo Pablo
En 1833 se le concede licencia para perfeccionarse
en Madrid en estudios de composición durante cuatro meses, que se convertirían
en años, en los que faltaría a sus obligaciones de organista, puesto que
cubriría interinamente su discípulo
Antonio Ruiz de Landazábal.
A partir de su llegada a Madrid desarrollará una
actividad frenética y una gran habilidad para introducirse en los círculos
aristocráticos y relacionarse con importantes figuras de las letras, de la
música y de la política.
Parece ser que estudia composición con Baltasar
Saldoni. Entre 1835 y 1840 ha logrado gran prestigio y popularidad en la
capital de España. Era socio de la sección de música del Liceo Artístico y
Literario, en cuya institución llegaría a ocupar el puesto de socio de mérito
en la clase de maestro compositor y consiliario, fue vicedirector de la
Academia Filarmónica Matritense, era catedrático de armonía y composición del
Instituto Español, profesor del Colegio Universal de Madrid y socio de honor de
la Academia Filarmónica de Bayona.
Su gran habilidad para las relaciones públicas le
permite introducirse en los salones de la más alta aristocracia de Madrid, como
los de la duquesa de Villahermosa, la condesa de Campo Alange, la marquesa de
Perales, la marquesa de Legarda, la marquesa de Castellanos, los marqueses de
Ayerbe y la condesa de Montijo, cuyas hijas Francisca, futura duquesa de Alba,
y Eugenia, futura emperatriz de Francia, serán alumnas suyas.
En Madrid contrae
matrimonio, con Josefa Arango, del que nacerá una hija, Matilde.
En 1850 viaja a París, y con el apoyo de Pauline
Viardot consigue introducirse en los círculos musicales parisinos. Conocerá a
Rossini y se relacionará con cantantes y bailarinas célebres, que interpretarán
sus canciones y le proporcionarán cierta fama. Aumentan las peticiones de
nuevas obras para canto y para danza, y su música, reflejo del pintoresquismo
español de moda entonces, se pasea por los salones de la capital francesa con
gran éxito.
En 1857 inicia una gira con la célebre contralto
Marieta Alboni por Estados Unidos, México y Cuba, que comprendía Nueva York,
Boston, Filadelfia, Nueva Orleáns, México y La Habana, dando a conocer sus
canciones y encontrando la inspiración criolla para algunas nuevas.
En Nueva
York participa en conciertos privados de la alta burguesía. De regreso a Europa
se detiene en Londres, donde su amigo, el famoso barítono Ronconi, le
introducirá en los salones de la aristocracia británica.
Finalmente volverá a París. Día a día aumenta su
celebridad, hace valer el mérito de haber sido maestro de canto de la
emperatriz Eugenia, sus canciones se interpretan por doquier y por los
cantantes más renombrados, y en años venideros serán publicadas muchas de ellas
por prestigiosas editoriales extranjeras y por la suya de Madrid.
Por lo que parece, una enfermedad le afectó la vista en París y le indujo a regresar a España. Al final
volvería a Vitoria. Desde allí se acercaría alguna vez a Salvatierra, donde era
muy recordado. Fallecería en Vitoria, en el n.º 5 de los Arquillos, el 6 de
diciembre de 1.865.
Entre sus canciones ,la que ha dado la vuelta al mundo y ha sido, y es, cantada por multitud de personas: LA PALOMA:
Cuando salí de la Habana,
¡Válgame Dios!
Nadie me ha visto salir
sino fui yo,
y una linda guachinanga
, allá voy yo,
que se vino tras de mí,
¡Que sí, señor!
Coro:
Si a tu ventana llega
una paloma,
trátala con cariño
que es mi persona.
Cuéntale tus amores,
bien de mi vida,
corónala de flores
que es cosa fina.
¡Ay! ¡Chinita que sí!
¡Ay! ¡Que dame
tu amor!
¡Ay! Que vente conmigo,
chinita, a donde vivo yo!
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