viernes, 2 de enero de 2015

Sebastián Iradier, 150 años

En 2015 se recuerdan los 150 años del fallecimiento en Vitoria, el 6 de diciembre de 1865, del músico Sebastián Iradier.


Este gran compositor alavés  nació en la localidad alavesa de Lanciego / Lantziego  el 20 de enero de 1809. Sus padres eran Santiago Iradier Arza, vecino de Lanciego, y su madre, María Eusebia Salaberri, natural de Vitoria.

En Lanciego / Lantziego, en la casa donde nació hay una placa colocada por la Diputación Foral de Álava el año l966. También lleva el nombre de Sebastián Iradier y Salaberri la calle en la que está su casa. Y en una pequeña plazoleta, junto a la iglesia, se ha colocado  un busto en su recuerdo. El Ayuntamiento de su pueblo le declaró “Hijo insigne” el 24 de enero de l981







Estudió piano y órgano en Vitoria. Forma parte del coro de la antigua Colegiata de Santa María de Vitoria. Con dieciséis años,  obtiene la plaza de organista de la iglesia de San Miguel Arcángel de Vitoria.

 En 1827 oposita y gana la plaza de organista y sacristán mayor para la parroquia de San Juan Bautista de Salvatierra. Su antecesor no era bien visto por el clero debido a las ideas liberales que tenía y, por ello fue cesado.
A los dos años de estar en Salvatierra, el  29 de julio de 1.829,  Sebastián Iradier se casó con  Brígida de Iturburu, natural de Salvatierra, hija de  Fernando Iturburu y de María Cruz Durana, naturales y vecinos de Salvatierra. Seis meses después, nacería su hijo  Pablo



En 1833 se le concede licencia para perfeccionarse en Madrid en estudios de composición durante cuatro meses, que se convertirían en años, en los que faltaría a sus obligaciones de organista, puesto que cubriría interinamente su  discípulo Antonio Ruiz de Landazábal.

A partir de su llegada a Madrid desarrollará una actividad frenética y una gran habilidad para introducirse en los círculos aristocráticos y relacionarse con importantes figuras de las letras, de la música y de la política.

Parece ser que estudia composición con Baltasar Saldoni. Entre 1835 y 1840 ha logrado gran prestigio y popularidad en la capital de España. Era socio de la sección de música del Liceo Artístico y Literario, en cuya institución llegaría a ocupar el puesto de socio de mérito en la clase de maestro compositor y consiliario, fue vicedirector de la Academia Filarmónica Matritense, era catedrático de armonía y composición del Instituto Español, profesor del Colegio Universal de Madrid y socio de honor de la Academia Filarmónica de Bayona.

Su gran habilidad para las relaciones públicas le permite introducirse en los salones de la más alta aristocracia de Madrid, como los de la duquesa de Villahermosa, la condesa de Campo Alange, la marquesa de Perales, la marquesa de Legarda, la marquesa de Castellanos, los marqueses de Ayerbe y la condesa de Montijo, cuyas hijas Francisca, futura duquesa de Alba, y Eugenia, futura emperatriz de Francia, serán alumnas suyas.
 
Conocerá a políticos como Narváez y González Bravo, a escritores extranjeros como Próspero Merimée, gran amigo y confidente de la condesa viuda de Montijo, a famosos literatos españoles como Espronceda, Zorrilla, García Gutiérrez, Príncipe, Fernández de los Ríos, Campoamor y Gutiérrez de Alba, tendrá amistad con músicos españoles como Carnicer, Saldoni, Espín y Guillén y Soriano Fuertes, y alguna relación con músicos extranjeros a su paso por España, como Liszt y Glinka.




En Madrid contrae  matrimonio, con Josefa Arango, del que nacerá una hija, Matilde.

En 1850 viaja a París, y con el apoyo de Pauline Viardot consigue introducirse en los círculos musicales parisinos. Conocerá a Rossini y se relacionará con cantantes y bailarinas célebres, que interpretarán sus canciones y le proporcionarán cierta fama. Aumentan las peticiones de nuevas obras para canto y para danza, y su música, reflejo del pintoresquismo español de moda entonces, se pasea por los salones de la capital francesa con gran éxito.




En 1857 inicia una gira con la célebre contralto Marieta Alboni por Estados Unidos, México y Cuba, que comprendía Nueva York, Boston, Filadelfia, Nueva Orleáns, México y La Habana, dando a conocer sus canciones y encontrando la inspiración criolla para algunas nuevas.

 En Nueva York participa en conciertos privados de la alta burguesía. De regreso a Europa se detiene en Londres, donde su amigo, el famoso barítono Ronconi, le introducirá en los salones de la aristocracia británica.

Finalmente volverá a París. Día a día aumenta su celebridad, hace valer el mérito de haber sido maestro de canto de la emperatriz Eugenia, sus canciones se interpretan por doquier y por los cantantes más renombrados, y en años venideros serán publicadas muchas de ellas por prestigiosas editoriales extranjeras y por la suya de Madrid.




Por lo que parece, una enfermedad le afectó  la vista en París y  le indujo a regresar a España. Al final volvería a Vitoria. Desde allí se acercaría alguna vez a Salvatierra, donde era muy recordado. Fallecería en Vitoria, en el n.º 5 de los Arquillos, el 6 de diciembre de 1.865.
 
 
 
 
Entre sus canciones ,la que ha dado la vuelta al mundo y ha sido, y es, cantada por multitud de personas: LA PALOMA:
 
Cuando salí de la Habana,
¡Válgame Dios!
Nadie me ha visto salir
sino fui yo,
y una linda guachinanga
, allá voy yo,
que se vino tras de mí,
¡Que sí, señor!
 
Coro:
 
Si a tu ventana llega
una paloma,
trátala con cariño
que es mi persona.
Cuéntale tus amores,
bien de mi vida,
corónala de flores
que es cosa fina.
¡Ay! ¡Chinita que sí!
¡Ay! ¡Que dame tu amor!
¡Ay! Que vente conmigo,
chinita, a donde vivo yo!
 
 

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