viernes, 30 de enero de 2015

12 de febrero, recital de poesía renacentista y moderna en Madrid

El jueves 12 de febrero a las siete de la tarde en la Casa de Burgos en Madrid (Augusto Figueroa 3,3º) voy a ofrecer un recital poético en memoria de Francisco Salinas, el primer músico burgalés cuyo nombre ha pasado a las páginas de la Historia.



He realizado una selección de poemas de Fray Luis (por supuesto, la Oda a Salinas), San Juan de la Cruz, Garcilaso, Santa Teresa y Cervantes.

He incluido poemas de Blas de Otero y Rafael Alberti.

De Otero, entre otros, los que dedica a Garcilaso y a Fray Luis


Imponderable palabra

Viva la música oída en casa, en una isla punteada de hippys, la  música

viva en medio de nuestra vida con Schubert a un lado y los Beatles

      al otro y en medio una canción regional con olor a madera,

yo derivo por la música y no la entiendo ni puñetera falta que

      hace,

siempre me lleva

como una almadía a lo largo de un río, como un coche descapo-

      table por una autopista a las cinco de la mañana,

a Beethoven no me atrevo

                                           a saludarle,

el hombre es imponente,

está detrás de todas las catástrofes

                                                oscilando encima de los entusiasmos,

dame la mano, Falla, llena de jardines y voces populares,

viva la música desvestida en medio del aire,

la hermosa melodía de Salinas

                    serenamente ensalzada en la imponderable

                                                                       palabra de fray Luis.   


 
Égloga

 

Un hombre escribe. La pared blanquea.

Asciende una palabra hasta la mano.

Silencio lento. El tiempo pasa en vano.

Otra palabra duda, cabecea.

 

El hombre piensa, olvida, merodea

interiormente. Contraluz lejano.

Jadea un ángel fieramente humano.

Otra palabra irrumpe y espolea.

 

El hombre aprieta la palabra, ciñe

el silencio interior. Luego, desprende

el verso sabiamente rumoroso.

 

Un extraño sentido enciende y tiñe

el papel donde olvida y donde aprende
Salicio juntamente y Nemoroso 



El que Alberti dedica a Garcilaso:




Si Garcilaso volviera, yo sería su escudero,
que buen caballero era.
Mi traje de marinero
se trocaría en guerrera
ante el brillar de su acero
que buen caballero era.
¡Qué dulce oírle, guerrero,
al borde de su estribera!
En la mano, mi sombrero;
que buen caballero era.

Y, como he dicho, la Oda a Salinas:

 

El aire se serena
y viste de hermosura y luz no usada,
Salinas, cuando suena
la música estremada,
por vuestra sabia mano gobernada.

A cuyo son divino
el alma, que en olvido está sumida,
torna a cobrar el tino
y memoria perdida
de su origen primera esclarecida.

Y como se conoce,
en suerte y pensamientos se mejora;
el oro desconoce,
que el vulgo vil adora,
la belleza caduca, engañadora.
Traspasa el aire todo
hasta llegar a la más alta esfera,
y oye allí otro modo
de no perecedera
música, que es la fuente y la primera




Ve cómo el gran maestro,
aquesta inmensa cítara aplicado,
con movimiento diestro
produce el son sagrado,
con que este eterno templo es sustentado.

Y como está compuesta
de números concordes, luego envía
consonante respuesta;
y entrambas a porfía
se mezcla una dulcísima armonía.

Aquí la alma navega
por un mar de dulzura, y finalmente
en él así se anega
que ningún accidente
extraño y peregrino oye o siente.

¡Oh, desmayo dichoso!
¡Oh, muerte que das vida! ¡Oh, dulce olvido!
¡Durase en tu reposo,
sin ser restituido
jamás a aqueste bajo y vil sentido!

A este bien os llamo,
gloria del apolíneo sacro coro,
amigos a quien amo
sobre todo tesoro;
que todo lo visible es triste lloro.

¡Oh, suene de continuo,
Salinas, vuestro son en mis oídos,
por quien al bien divino
despiertan los sentidos
quedando a lo demás amortecidos

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