Este es un artículo que he sacado de internet:
Julián Gayarre: de pastor de cabras a tenor de
fama mundial
Fue el mejor tenor español
de su tiempo con fama acreditada en los mejores escenarios operísticos del
mundo.
Manuel Román 2015-01-11
Llamó mi atención una esquela publicada en ABC el pasado 2 de enero donde se notificaba que al cumplirse
los ciento veinticinco años de la muerte de Julián Gayarre su familia y la Fundación que lleva su nombre
invitaban a recordarlo con una Santa Misa en su memoria. No es habitual cuando
ha transcurrido tanto tiempo y sus descendientes pertenecerán a la quinta,
sexta generación, y por ello me conmovió el gesto. Por otra parte merecido pues
fue el mejor tenor español de su tiempo con fama acreditada en los mejores
escenarios operísticos del mundo.
Por otra parte preciso es evocar que Sebastián Julián Gayarre pertenecía a una modesta familia navarra
del pueblo de Roncal y hubo de trabajar en el campo a temprana edad. Su padre
le instó a que eligiera: labrador en el terruño o pastor de cabras en la
montaña, decidiéndose por la última opción. Tenía trece años. Con dos o tres
más, creyendo don Mariano, su progenitor, que tendría mayor porvenir se fue con
él a la capital, Pamplona, a la quincallería de un conocido suyo, quien lo tomó
de aprendiz, para vender cintas y puntillas. Duró poco en ese puesto porque un
día se embelesó contemplando el paso de la banda de música de un Regimiento y
el patrón lo echó de su negocio. De allí, el rudo navarro entró en una herrería
de Lumbier. Dando martillazos al yunque dióle por cantar jotas (como ya hacía
en solitario cuando pastoreaba en los valles) con la admiración de sus
compañeros, que lo animaron a que se inscribiera en el Orfeón pamplonés.
Así lo hizo, abandonando al poco tiempo la fragua y recibiendo clases de
canto y música de quien sería su primer maestro, Conrado García, quien creyó
nada más escucharlo que estaba ante una voz privilegiada; que debería pulir,
estaba claro. El encuentro en aquel Orfeón con el sacerdote y eminente
compositor Hilarión Eslava, que
era del pueblo de Burlada y conocía al director posibilitó que la joven promesa
del bel canto estudiara en Madrid con una beca de cuatro mil reales. Como la
cantidad no era lo suficiente para supervivir en la capital de España, el mozo
hubo de componérselas para obtener otros ingresos, en giras con un amigo
cantando zarzuelas por los pueblos. No sin más sacrificios, se trasladó a
Italia, recibió intensas clases de canto y así pudo por fin obtener la
oportunidad de encabezar el elenco de una ópera, Elixir d´amore. Ese mismo día, 20 de septiembre de 1869, en su
camarín del teatro de Varesse, había recibido un telegrama donde le notificaban
la muerte de su madre. Cuando cantaba "Una furtiva lágrima", el
público, que se había enterado de la triste noticia, lo acogió con emocionadas
ovaciones.
Sería el principio de una triunfal carrera que duró veinte años de éxitos
crecientes en Italia, Inglaterra, por supuesto España, Estados de Unidos y
Sudamérica. Su consagración puede fijarse en la noche del 2 de enero de 1876
cantando "La favorita" en la Scala milanesa junto a la mezzo soprano Elena Sanz, la que fue ardiente amante
del rey Alfonso XII. Otra
señalada ocasión tuvo lugar en el Covent Garden londinense, tras cantar
"Lohengrin". Un caballero de mediana estatura fue a su encuentro, y
sin identificarse, le dijo simplemente: "Señor Gayarre: así soñé que fuera el personaje que usted acaba de
representar. Lo felicito". Ante el lacónico halago y el gesto de extrañeza
del tenor cuando se hubo marchado el visitante indagó para conocer su
identidad: era Ricardo Wágner.
Sorprende la anécdota, desde luego, pero así la hemos recogido de fuente que
nos parece fiable.
Por cierto: en los primeros años de su carrera se anunciaba con su doble
nombre de pila y el primer apellido, hasta que su antiguo maestro y paisano le
recomendó apeara de las carteleras el primer apelativo. De modo que pasara a la
historia como Julián Gayarre.
Era de carácter tozudo, noble. Encontrándose de gira en tierras rusas, el Zar
lo hizo llamar a su Palacio de Invierno para que cantara ante él. Nuestro
compatriota simuló ante el enviado real hallarse afónico. Al día siguiente, el
Zar, disculpándose, le hacía saber por carta que le rogaría encarecidamente
pudiera complacerle, si su garganta lo permitía. Ante el cambio de actitud, Gayarre, cedió. No aceptaba
imposiciones de nadie.
Otra anécdota suya lo sitúa en Madrid, paseando con un amigo al anochecer
cuando se dieron de bruces con unos músicos callejeros a los que ningún
transeúnte hacía caso. Se acercó a ellos el tenor y se dispuso a dar un recital
de quince minutos con su poderosa, bellísima voz, que atrajo en ese espacio de
tiempo a un buen número de curiosos, quienes "se rascaron el
bolsillo" cuando el propio Gayarre
y su amigo, sombrero en mano, les invitaron a ello para entregar lo
recogido a aquellos humildes violinistas. Dos decenios, apuntábamos, duró la
carrera operística del inmenso tenor navarro, con un repertorio de sesenta
títulos, entre los que sobresalieron sus grandiosas interpretaciones en
"La Gioconda", "Meyerbeer", "El Profeta",
"Los Hugonotes", "Il puritani", “La africana”,
“Tanahäuser”, “Lucía de Lamermoor”, “Un ballo in maschera”…
La noche del 8 de abril de 1889 en el Teatro Real de Madrid su voz se
quebró de repente al dar un sí natural. "Esto se acaba", comentó a
sus allegados. Eran tiempos de angustia por una aguda epidemia del llamado
"dengue", una gripe que causó muchas pérdidas humanas. Julián Gayarre fallecería en su
domicilio cercano al Teatro Real el 2 de enero de 1890, justo una semana antes
de haber cumplido cuarenta y seis años.
Poco se sabe de su vida íntima, que él ocultó a la curiosidad pública.
Interesada la ciencia médica y no pocos aficionados a la ópera por saber cómo
podía articular sonidos tan bellos e inusuales, un doctor extirpó la laringe al
cadáver y tras su estudio dictaminó que presentaba una deformación en la cuerda
izquierda, lo que para el tenor navarro constituía una ventaja. La laringe se
encuentra depositada en la Casa-Museo sita en el pueblo de Roncal. En el
cementerio descansan sus restos, bajo un mausoleo obra de Mariano Benlliure. Tres películas se
estrenaron sobre su vida. La primera, de 1932, interpretada por Pepe Romeu; la segunda, que es la
mejor, con Alfredo Kraus de
protagonista en 1959, en tanto hubo una tercera, más discreta, con José Carreras, fechada en 1986. Y, a
propósito: no se tiene constancia de que exista recogida la voz de Gayarre en ninguna grabación de las
que parece existían ya en su tiempo.
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