Bendito
seas, Señor
por
la gracia enhiesta y pura de este místico dolor
que
hiere mi Nochebuena,
por
la gracia de esta pena
de
tan divino sabor.
Por
la angustia que me oprime y se deshace en sollozos
al
sentir el alborozo
de
un villancico infantil;
Por
el sonoro doliente de la eterna desesperanza,
que
en mi pecho se disfraza
con
un gesto pueril
Bendito
seas Señor
porque
traspasas de amor
mi
radiante Nochebuena
Porque
en mi vida serena
floreció
el dulce martirio de tu más bello dolor
(Ernestina de Champourcin)
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