miércoles, 27 de agosto de 2025

Manolo de la Calva

 


Se nos ha muerto Manolo de la Calva, la mitad de ese Dúo Dinámico que nos ha acompañado a lo largo de su vida.

En su memoria, éste es un artículo que aparecía en Libertad Digital;

Manuel de la Calva: 'Resistiré' fue el lema de sus últimos años

Manuel de la Calva, integrante del Dío Din´mico, ha fallecido a los 88 años. Fue un hombre de carácter nada egocéntrico, sencillo, atento y cercano.

Gtres

¿Cómo era Manuel de la Calva Diego, barcelonés de ochenta y ocho años que acaba de morir en el hospital Anderson de Madrid, a causa de un proceso pulmonar. Trataremos de apuntar aspectos de su interesante personalidad a lo largo de tanto tiempo.

Fundamentalmente, pese a su aspecto a primera vista algo adusto, quizás introvertido, se escondía un hombre de carácter nada egocéntrico: sencillo, atento, cercano. Por cuantos éxitos conseguidos como componente del Dúo Dinámico hubiera podido vanagloriarse siempre. Nunca lo vimos envanecido. Tuvo unas cuantas novias, lo asediaban -igual que a Ramón, su compañero- quinceañeras enamoradas de ellos y sus canciones. Pero cuando formó una familia nunca les conocimos a ambos otras mujeres que sus esposas. Manolo, que así lo llamaban familiarmente, fue absolutamente fiel, que sepamos, a Mirna, su encantadora esposa, y un padre ejemplar.

Nacido en Barcelona el 15 de febrero de 1937, Manuel de la Calva vino al mundo en plena guerra civil. Manuela, se llamaba su madre, Manuel su padre. En vísperas de que llegara al mundo, hubo el primer bombardeo en la Ciudad Condal y aquella, ya nacido el niño, lo llevaba más de una vez al refugio de la plaza de Urquinaona. Confió a una vecina: "Si tengo que morir que sea con mi hijo en brazos". Afortunadamente, concluida la contienda, la familia de la Calva hubo de adaptarse a las muchas necesidades de la postguerra. El progenitor entró en la Guardia Urbana en el Ayuntamiento barcelonés, y hacía horas extra como taquillero y acomodador en el cine Atlanta. Manuel tuvo un hermano. Y de chico y adolescente pasó muchas calamidades en su hogar. Cuando lo conocí, le propuse que me contara cosas de su vida. Recojo parte de aquellas confesiones.

"Provengo de una familia modesta. Con los chicos de mi barrio yo era "el jefe de la pandilla". Cometía toda clase de fechorías y volvía a casa lleno de rasguños y golpes, y mi padre encima me daba palizas a diario. Estudiaba con los Escolapios, sujeto a una gran disciplina pero yo me la saltaba con frecuencia y me escapaba de casa. ¿Mi afición musical? Cantaba en el coro del colegio, participando en la Santa Misa, pero si darle importancia puesto que lo mío era jugar y hacer travesuras constantemente. Mi padre me obligó a aprender a nadar, inscribiéndome en un club. Seguí allí peleándome, sin querer desarrollarme físicamente. Hasta que a los trece años me tomé en serio la natación y fui miembro del equipo juvenil nacional de natación. Eso me permitió competir fuera de España, de lo que me sentí orgulloso, durante cuatro años"

Manuel de la Calva me permitió acceder a sus primeros escarceos amorosos: "Con once años yo estaba muy desarrollado físicamente. En la playa conocí a una bailarina de flamenco, llamada Lola, que fue mi primera novia. Si así puede llamarse. Estuvimos tres meses viéndonos. Me enseñó a ver la vida con toda la realidad posible a mi edad, pues ella tenía veintidós años. Sentí miedo. Tomamos mucha confianza. Al separarnos, creí que era el fin del mundo. Un amor imposible, que guardé para mí, pues aun considerando que yo era abierto de carácter, me mostré introvertido y reservado con es historia. Fue un bonito cuento de hadas".

Manuel de la Calva y Ramón Arcusa con Federico JIménez Losantos

Corría el año 1957 cuando Manuel de la Calva fundó un cuarteto de jazz con unos amigos"Ellos sí que interpretaban piezas de ese género siendo yo el que peor cantaba pero en ese club privado recuerdo que iban a vernos y a escucharnos unos músicos consagrados como Tete Montoliú y Ramón Farrán. Aquello me costaba algún dinero, pero espiritualmente me sirvió de mucho al sentir el jazz con toda intensidad"

Por otra parte, Manuel de la Calva había entrado a trabajar en una fábrica de aviación como aprendiz, donde coincidió con Ramón Arcusa. Ambos estudiaban peritaje industrial. En la fábrica cobraban según ambos, una miseria: mil pesetas al mes, que entregaban en casa. Cuando recordamos esos años, finales de la década de los 50, hemos de puntualizar que en general, jóvenes veinteañeros como ellos no llegaban ni por asomo a percibir esa cantidad, aunque en Barcelona, existía un nivel económico algo más elevado que en el resto del país.

Manuel de la Calva simpatizó pronto con Ramón Arcusa pues además de compartir problemas laborales en aquella fábrica Elizalde, les unía su pasión musical. Y como de vez en cuando ensayaban canciones de Elvis Presley y Paul Anka, entre otras estrellas del rock, accedieron a actuar para sus compañeros en una fiesta de Navidad de 1958. Fue el germen de lo que meses más tarde los llevó, tras su éxito inicial, a abandonar la fábrica y dedicarse a actuar con el sobrenombre de Dúo Dinámico. Pero ese historial, lo dejamos aparte para proseguir con otras pinceladas periodísticas sobre Manuel de la Calva.

Ya apuntaba el propio Manuel que fue novio primerizo cuando era todavía un niño. Y así, el adolescente y luego joven mantuvo más contactos con chicas. Se le daba bien ligar. Entre muchas muchachas que acabaron en sus brazos, hemos encontrado en las páginas de una publicación el nombre de una rubia llamada María del Carmen Irisarri, con la que apareció fotografiado a principios de 1960. Era el comienzo discográfico del Dúo Dinámico. Por entonces se creó un club de "fans" con su nombre. Sólo había otro, el que aglutinaba las admiradoras de un buen intérprete melódico, José Guardiola. Puede suponerse que más de una de aquellas "dinámicas" acabara enamorándose de Manuel (y de Ramón, por supuesto).

Con el paso de los años, Manuel de la Calva no quería frivolizar tales amistades. Y todo cambiaría para él cuando conoció a Mirna Carvajal. Corría el mes de abril de 1968. Y en Barcelona, ambos se encontraron circunstancialmente. La atractiva colombiana no sabía quién era Manuel, acaso le sonarían canciones del Dúo Dinámico, pero el caso es que el amor entre ambos surgió repentinamente sin que mediara por medio la popularidad del músico y cantante.

La relación entre los dos fue tan apasionada que, cinco meses más tarde, el 23 de septiembre de 1972, la pareja contrajo matrimonio. Mirna aportó una hija de una anterior relación, Vicky, a la que Manuel siempre quiso como hija propia. Más adelante tuvieron un varón, Daniel. Vicky ha ejercido su profesión de diseñadora de joyas. Daniel, es ilustrador.

Nunca a este matrimonio se les conoció crisis sentimental de ningún tipo. Mirna ha estado siempre unida a Manuel; es una mujer sencilla, de carácter amable. Ha acompañado a Manuel en muchos de sus desplazamientos. Lo echaba de menos si tenía él que cumplir sus contratos fuera de casa.

Una alarma surgió en el hogar de los de la Calva el año 2007. A Manuel le diagnosticaron un cáncer de colon. Cuando tras una operación salió adelante, manifestó: "Si no hubieran descubierto mi mal a tiempo a estas horas no podría contarlo. Esto me ha hecho recapacitar para llevar una vida distinta y no querer llevar siempre la razón". Y en adelante, Manuel continuaría superando algún otro contratiempo. Siempre con un lema: resistiré. Como el título de la canción a la que puso música a un texto de Carlos Toro, excelente articulista deportivo y letrista de varios centenares de melodías.

Tras una larga época en la que el Dúo Dinámico se retiró de los escenarios y los discos, mientras Ramón Arcusa trabajaba para Emi-Odeón y luego se fue a Miami a colaborar con Julio Iglesias, Manuel de la Calva entró en otra empresa discográfica, Columbia, donde hizo de productor y relaciones públicas, amén de componer para varios artistas. Siempre fue muy trabajador. El ocio no fue nunca con él. Cuento una anécdota personal para insistir que no era nada divo, sino un tipo de lo más sencillo. En cierta ocasión, no contando con botones o persona alguna en el despacho de Columbia, Manuel se desplazó hasta mi domicilio para entregarme un sobre que contenía el billete de avión que yo esperaba para desplazarme a Londres, con objeto de hacer un reportaje a un artista de esa discográfica. No estaba yo en casa y fue mi madre quien abrió la puerta a Manuel. Quiso darle una propina, desconociendo, la pobre, la identidad de mi amigo. Quien sonriente, se disculpó, bajando a pie los cuatro pisos de mi vivienda, sin ascensor. Al comentarle días después aquel gesto, Manuel de la Calva le quitó toda la importancia. ¿Obraría así, como él, otro grande de la música?

He sentido mucho tu marcha, Manolo, como tantos millones de españoles.

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