“Llegaron por fin a su casa que era de las que llamamos de huéspedes, y
estaba, según cuenta quien lo sabe, en una mala calle situada en un barrio
peor, la cual si llevara el nombre de macho, como lo lleva la hembra, se
llamaría del Rinoceronte. Subieron al cuarto que era segundo con entresuelo por
la mal pintada, peor barrida y mucho peor alumbrada escalera, y antes de que
llamaran abrió con estruendo la puerta una arpía, que en tono iracundo
les increpó...”
“Aquel largo pasillo, con tres vueltas, parecido a una conciencia llena de malicias y traiciones; aquella estera rota, tan peligrosa para el que andaba un poco de prisa; aquellos cuartos que al angosto pasillo se abrían, aquella sala y gabinete donde se aposentaban los huéspedes de campanillas; aquel olor de fritanga que desde la cocina se esparcía por toda la casa, saliendo hasta la escalera para dar el quien vive a todo el que entraba” .
Así es la Pensión Esmeralda. Si quieren no poder dormir de noche por los gritos que dan las trabajadoras de la misma, si les gusta la suciedad, vivir entre pulgas, no poder ver la TV,... experimentar sensaciones tercermundistas, ese es su lugar: Pensión Esmeralda de Laredo. Pero si no quieren convertir en un infierno su estancia en tan hermosa ciudad, busquen otro lugar para alojarse, que los hay y muy buenos
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