martes, 2 de marzo de 2021

Diego de León en ABC, 28/02/2021


 ABC, 28/02/2021

 

Diego de León | «¡Apuntad al corazón!», las últimas palabras de un héroe cordobés del siglo XIX

 

Este militar se sublevó contra el general Espartero y por ello fue fusilado hace ahora 180 año tras haber obtenido la gloria militar; un libro recupera su biografía

Félix Ruiz Cardador CÓRDOBA Actualizado:28/02/2021 22:41hGUARDAR

 

Para ir desde la plaza de las Tendillas hasta Alfonso XIII hay que caminar por la calle Diego de León, un nombre que a muchos poco les dirá. Justo al lado, persiste como viejo edificio lo que hoy se conoce como el Instituto Luis de Góngora y que en su origen fue el Colegio de Nuestra Señora de la Asunción. Y allí fue donde estudió este militar y héroe decimonónico de luengo mostacho y arrojo sin par, que con poco más de 30 años, y hace ahora 180, murió fusilado en Madrid en tiempos del general Baldomero Espartero, espadón emblemático de la época y contra el que se había sublevado. Cuenta la leyenda que justo antes de morir, gallardo él, Diego de León se fumó un habano y que fue él mismo quien dirigió a su pelotón de fusilamiento al grito de «¡Que nos os tiemble el pulso, disparad al corazón!». La mitología, forjada por algunos de los mejores escritores españoles, envuelve así al personaje y bien merecería una película que retratase sus gestas por el Norte de España, en las guerras carlistas, cuyo recuerdo persiste.

De hecho, con el fin de conmemorar su fusilamiento, el escritor vasco José Andrés Álvaro Ocáriz acaba de publicar el libro 'Diego de León, conde de Belascoain. El último romántico'. Se trata de un tributo en el que recopila y actualiza un texto biográfico anónimo de la época, que se completa con los relatos que tanto Benito Pérez Galdós, en uno de sus 'Episodios Nacionales', como Pío Baroja le dedicaron al alzamiento de Diego de León y a la lucha de los opositores de Espartero y defensores de la regente María Cristina, conocidos como Los Ayacuchos. También un poema de Ramón del Campoamor dedicado al personaje. Según explica Álvaro Ocáriz, de Diego de León «se ha escrito mucho sobre su muerte, pero poco sobre su vida», por lo que este trabajo recupera una versión más amplia de su biografía. Añade que es «un personaje muy curioso y quizá sirva para tomar conciencia de su importancia». El libro cuenta en su portada con uno de los cuadros que el pintor Augusto Ferrer-Dalmau le ha dedicado al militar.

De la vida cordobesa de Diego de León se sabe poco. Lo fundamental, que nació el 30 de marzo de 1807, hijo de Diego Antonio de León, militar y marqués de las Atalayuelas, y de María Teresa Navarrete. Muy joven se matriculó en el Colegio de Nuestra Señora de la Asunción y con apenas 18 años ingresó en el Ejército como capitán. A partir de ahí su vida fue hasta su fin puro vértigo, con continuos ascensos -comandante en la Guardia Real, coronel de los Húsares de la Princesa, comandante general de Navarra...- y glorias militares sucesivas en la primera guerra carlista. Durante la misma, fue uno de los principales bastiones en la lucha contra Carlos María Isidro y sus seguidores y dio muestras de arrojo en la batalla de Mendigorría, en la toma de Estella y Montejurra, en la batalla de Villarobledo o en el puente de Belascoáin, que tomó dos veces y le valió su título nobiliario. También anduvo por Andalucía tras los carlistas y persiguió al pretendiente por Cataluña, previa al Abrazo de Vergara que puso fin al conflicto civil. De la primera guerra carlista salió Diego de León convertido en uno de los más célebres militares, apodado como 'La Primera Lanza del Reino' y con distinciones como la Laureada de San Fernando o la Cruz de Isabel la Católica.

Su suerte, como se explica bien en el libro de Álvaro Ocáriz, cambió sin embargo a partir de ahí. Y es que el sosiego político, como era previsible en el inestable contexto del XIX español, no llegó. Bien al contrario, lo que se abrió fue una nueva crisis entre Espartero y la regente María Cristina, que se acabó marchando al exilio francés en 1840. La división frente a Espartero fue finalmente la que provocó el alzamiento de Leopoldo O’Donnell de 1841, al que se sumó Diego de León y cuyo principal objetivo era raptar a la Reina Isabel, por entonces una niña, para llevarla con su madre. La operación les salió mal al no recibir los apoyos esperados y el militar cordobés, que logró huir de Madrid, fue localizado por los Húsares de la Princesa, a los que tantas veces había dirigido en el pasado. Aunque le ofrecieron vía libre para que pudiese escapar a Portugal, Diego de León pidió que lo llevasen a Madrid.

Allí lo condujeron a Santo Tomás, el cuartel de la Milicia Nacional, y en apenas una semana el Tribunal Militar dictó para él sentencia de muerte. En el presidio hizo testamento, en el que legaba todo a su mujer, Pilar Juez, y a sus hijos, los niños José y Antonio, y escribió una amorosa carta a su esposa. «Quisiera estar hablándote toda la noche, por ser la última que te dirijo la palabra», le explicaba en una misiva que rubricaba con el lema «La muerte menos temida da más vida». Aunque hubo muchas voces pidiendo su indulto, el militar cordobés fue ajusticiado en la Puerta de Toledo, lugar al que lo llevaron en carruaje, vestido con uniforme de gala y con la banda de la Cruz de Isabel la Católica. «No muero como traidor», cuentan que fueron las últimas palabras de este cordobés valiente que vivió deprisa, deprisa, con el mismo vértigo alocado que se escribió la historia del XIX español.


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