miércoles, 5 de diciembre de 2012

con un poco de retraso

JUEVES 20 DE SEPTIEMBRE DE 2012

PRESENTACION DEL LIBRO
“ANTONIO TOVAR, EL FILOLOGO QUE ENCONTRÓ EL IDIOMA DE LA PAZ”


DIA 20 de septiembre de 2012 (jueves)
Hora: 19,30.
Lugar: Sala de la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa.

Organizan: Sociedad Landázuri.

El acto de Presentación será precedido por una introducción del profesor Don Ricardo Cierbide, que hablará sobre “ LO QUE APORTÓ ANTONIO TOVAR AL EUSKERA DE ALAVA” y a continuación el autor del libro, Don J.A. Alvaro Ocáriz hablará sobre la vida y obra del que fue un ilustre filólogo .




RESEÑA SOBRE ANTONIO TOVAR.
Filólogo español, importante estudioso y defensor del euskara, especialista en lenguas indoeuropeas y representante de las teorías comparativistas, nacido en Valladolid el 17 de mayo de 1911 y muerto en Madrid el 14 de diciembre de 1985. En su niñez vivió en Elorrio donde su padre regentó una notaria; pero aprendió euskara más tarde, durante sus veraneos en Orio. Con diecinueve años terminó en 1930 sus estudios de Derecho en El Escorial, donde aprendió griego y alemán. Amplió sus estudios en las universidades de París y Berlín (1935-1936) de donde volvió a Madrid.
Se situó en el lado de Franco en la guerra española, llegando a ser subsecretario de Serrano Suñer hasta el día mismo de su cumpleaños de 1941. Después sí fue traductor de Serrano Suñer y Musolini en Italia. Se doctoró en Filología Clásica en Madrid en 1941 y en 1942 ganó la cátedra de Latín en la universidad de Salamanca.
Ese mismo año, el 9 de junio se casó en Medina del Campo con Consuelo Larrucea, nacida en Vitoria en 1913, nieta de José Larrucea, fuerista y amigo de Azkue. El contacto con esta familia y sus relaciones con Menéndez Pidal, Azkue y Urquijo le introdujeron en el mundo de la euskarología.
Al finalizar la guerra civil se convirtió en un antifranquista, siendo su biografía digna de ser conocida.
«Mi curiosidad por las lenguas ya me había inclinado hacia el vascuence, el gran misterio, pero fue por los tiempos en que, en plena guerra civil, trabajé en Burgos, cuando hube de comenzar a plantearme de veras una cuestión que como todas las importantes, tenía sus implicaciones políticas (...). En la revisión de nuestra historia reciente a que nos entregábamos algunos cuando la guerra civil iba tocando a su fin, el tema de la pluralidad de lenguas entraba también, y los que por educación no éramos centralistas, sentíamos la inquietud del destino de lenguas que representan una tradición y una cultura propias, como el catalán, o algo aborigen y no conquistado todavía por el latín, de los romanos, como el vasco. Desde que comencé en 1938 en Burgos comprándome una gramática de Zamarripa y un diccionario de Azcue, he aprendido algo de vascuence, y he podido completar así el conocimiento de las lenguas peninsulares (...). Nunca dueño de ningún resorte de mando en esta delicada cuestión, el problema para mí no ha salido de la esfera teórica, pero siempre con el afán de llevarlo a un terreno de pura verdad, ya que he creído que el estudio objetivo y sin partidismo puede hacer luz que suprima toda coacción en esfera social tan íntima como es la de la lengua. Había que quitar de un lado el "veneno" que falseaba la Historia, y de otro, había que reconocer la legitimidad, el arraigo y los derechos de la lengua allí donde está, en su casa; más en su casa que ninguna otra.

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