lunes, 17 de octubre de 2011

en euskonews nº 596

Celaya, esencial
José Andrés ÁLVARO OCARIZ

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Decía otro de nuestros grandes escritores, Pío Baroja, cuando el 15 de abril de 1935 acudió al Museo Municipal de San Sebastián a inaugurar el busto que había realizado el escultor Victorio Macho:


Rafael Múgica Celaya.
“Si se borra mi recuerdo y el busto persiste en su sitio, me contentaría, si esto fuera posible, con que la gente que lo contemplara en el porvenir supiera que el que sirvió de modelo a esta estatua era un hombre que tenía el entusiasmo por la verdad, el odio a la hipocresía y a la mentira y que, aunque dijeran lo contrario en su tiempo, era un vasco que amaba entrañablemente a su país”.

Lo mismo podríamos decir de Celaya, pese a que “los hunos y los hotros” (en expresión unamuniana) le hayan negado el pan y la sal en este año en el que se recuerda el centenario de su nacimiento. Ni el Gobierno de la nación ni el Gobierno vasco han realizado ningún homenaje al más internacional de nuestros poetas; el Ayuntamiento de Hernani se ha limitado a adquirir dos libros (buena manera de borrar la lluvia de huevos que se produjo cuando se puso su nombre a un colegio) y el Ayuntamiento donostiarra ha perdido la oportunidad para hacer una ruta celayiana por la ciudad poniendo sus poemas en los lugares más emblemáticos al estilo de Florencia con Dante o de Soria con Machado.

El problema es que Celaya es incómodo. Amó su tierra pero no escribió en euskera, lo que es imperdonable para unos. Fue empresario y a la vez se afilió al Partido Comunista, por lo que ni unos ni los otros acaban por aceptarlo.

Fue complejo, como compleja fue su poesía, pero ese no es motivo para que haya que celebrar su centenario casi en la clandestinidad.

Para recordar a nuestro poeta he escrito un libro que he titulado “Celaya, esencial” que se puede encontrar en las principales librerías del País Vasco y en www.elkar.com. Le he puesto este título porque, por una parte, aparecen los poemas esenciales para entender a Celaya y, por otra, quiero intentar demostrar que Celaya fue esencial para entender la sociedad en la que vivimos.

Celaya fue, junto con Blas de Otero, el abanderado de la “poesía social”; es decir, de la poesía comprometida con los problemas del hombre de la calle. He procurado, tanto a través del libro que he editado como mediante este artículo, revivir la memoria de esta persona que definía su ser de poeta como “encontrar en otros la propia vida”, que quería pedir “pan, justicia, libertad, esperanza” y que declaraba que “mientras haya en la tierra un solo hombre que cante,/quedará una esperanza para todos nosotros”.

El 18 de marzo de 1911 nació en Hernani (Gipuzkoa) un niño al que bautizaron como Rafael Gabriel Juan Múgica Celaya Leceta Cendoya y que posteriormente será conocido como Gabriel Celaya.

Estudió en el colegio que los Marianistas tienen en San Sebastián. Sus tiempos de estudiante vienen reflejados en el poema:

Biografía
No cojas la cuchara con la mano izquierda./No pongas los codos en la mesa. Dobla bien la servilleta./Eso, para empezar.

Extraiga la raíz cuadrada de tres mil trescientos trece./Dónde está Tanganika? ¿Qué año nació Cervantes?/Le pondré un cero en conducta si habla con su compañero./Eso, para seguir.

¿Le parece a usted correcto que un ingeniero haga versos?/La cultura es un adorno y el negocio es el negocio./Si sigues con esa chica, te cerraremos las puertas./Eso, para vivir.

No seas tan loco. Sé educado. Sé correcto./No bebas. No fumes. No tosas. No respires. ¡Ay sí, no respirar! Dar el no a todos los nos./Y descansar: Morir.

En 1922 reside temporalmente en Pau (Francia) y en El Escorial, debido a problemas de salud. En 1927 termina el bachillerato en San Sebastián. Al año siguiente, se traslada a Madrid, para estudiar Ingeniería Industrial en la Universidad. Vive en la Residencia de Estudiantes. Ocupa la habitación n.º 6 del tercer pabellón que había sido ocupada previamente por Salvador Dalí y Federico García Lorca.

Entre 1927 y 1935 cursó la carrera de ingeniero industrial. En 1932 empieza a escribir los poemas de “Marea del silencio” y lo publica en 1935, con el nombre de Rafael Múgica.

Este es el poema que abre el libro:


Foto: CC BY - Agent 1994.
Pasarán gaviotas veloces, altas gaviotas,/sobre casas de cristal, terrazas de cristal, donde muchachas blancas/tocan los pianos de cristal.

Pasará una brisa de algas y mar/por el pinar de cristal,/por las grandes avenidas,/por las calles,/por las plazas/de la ciudad de cristal.

Pasará una brisa leve/mientras las blancas muchachas/mueven sus brazos en alto y a compás.

Pasarán nubes lentas y blancas/por el cielo de cristal,/sobre mares de cristal,/cuando muchachas blancas entornando los ojos/hagan con su silencio la hora de cristal.

Por el aire transparente,/por mis ojos transparentes,/pasarán las lentas nubes del silencio,/las gaviotas del gozo,/la brisa,/lo eterno.

Y habrá blancas muchachas en el aire y en mis ojos,/y habrá un gozo sin sentido, y un olor de inmensidad,/y frente al mar infinito/habrá terrazas, pinares, una ciudad de cristal.

En 1936 obtiene el Premio del Centenario Bécquer, por su libro “La soledad cerrada”. En la guerra civil española: participa como voluntario en el ejército republicano, siendo capitán de gudaris (soldados nacionalistas) en Vizcaya. Al caer Bilbao en poder de las tropas es hecho prisionero.

Posteriormente, se casa con Julia Cañedo, con quién tendrá dos hijos: Pilar y Luis Gabriel. Trabaja como gerente en la empresa familiar de San Sebastián. En 1944 se produce una crisis matrimonial y, al año siguiente, una enfermedad anímica le obliga a guardar reposo.

En 1946 publica “Tentativas” y conoce a Amparo Gastón. “En octubre de 1946 (el 8 de octubre, fecha importante para mí) conocí a Amparitxu Gastón. Nos entendimos enseguida; nos quisimos muy pronto; y esto fue para mí la resurrección. Salía, con su ayuda y su apoyo, del mundo elucubrante de TENTATIVAS a la difícil y sabrosa realidad. Y así, sin pensarlo demasiado, decidimos fundar una colección de poesía: NORTE. Y montamos una pequeña oficina en un rincón de la Parte Vieja donostiarra: Juan de Bilbao, 4, 3º.

NORTE, según pensábamos en aquel momento, debía ser un puente tendido por encima de la “poesía oficial” hacia los entonces olvidados poetas del 27, hacia la España peregrina, y hacia la poesía europea de la que el autarquismo cultural, y la dificultad de hacerse con libros extranjeros, nos tenía separados desde el fin de nuestra guerra. Por eso publicamos, entre los extranjeros, a Rilke, Rimbaud, Blake,... Y entre los españoles, a Leopoldo de Luis, Labordeta, Cela, Cremer, Bleiberg, . Lo que nosotros queríamos era romper un cerco: El estúpido cerco de la “poesía oficial”. Y si después, con las visitas de Virgilio Garrote, Jorge Semprún, Eugenio de Nora y Blas de Otero, fuimos convirtiéndonos en uno de los primeros nidos de la “poesía social” fue porque el desarrollo de nuestra poesía así lo demandaba”.

El poeta nos habla de esa transición del tú al nosotros:

“Nada de lo que es humano debe quedar fuera de nuestra obra. En el poema debe haber barro, con perdón de los poetas poetísimos. Debe haber ideas, aunque otra cosa crean los poetas acéfalos. Debe haber calor animal. Y debe haber retórica, descripciones y argumentos, y hasta política. Un poema es una integración y no ese residuo que queda cuando en nombre de “lo puro”, “lo externo” o “lo bello”, se practica un sistema de exclusiones.

La Poesía no es neutral. Ningún hombre puede ser hoy neutral. Y un poeta es por de pronto un hombre.”

Es la poesía social, que tiene su máximo exponente en “Cantos íberos”, y en sus dos poemas emblemáticos: España en marcha y La poesía es un arma cargada de futuro.

En ellos pide salir “¡A la calle! que ya es hora/de pasearnos a cuerpo/y mostrar que, pues vivimos, anunciamos algo nuevo”. Y reivindica una “Poesía para el pobre, poesía necesaria/como el pan de cada día,/como el aire que exigimos trece veces por minuto,/ para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica. Rechaza “la poesía concebida como un lujo/cultural por los neutrales/que, lavándose las manos, se desentienden y evaden./ Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse”. Se siente “un ingeniero del verso y un obrero/que trabaja con otros a España en sus aceros”. E indica que la suya “no es una poesía gota a gota pensada./No es un bello producto. No es un fruto perfecto./Es algo como el aire que todos respiramos/y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.

“En los primeros años del sesenta, dirá el poeta vasco, la llamada “poesía social” entró en crisis. Creo que esto se debía, más que al agotamiento de sus posibilidades, a la increíble difusión que logró pese a los malos auspicios con que había nacido. Al cansancio que produce cualquier corriente literaria dominante y a la proliferación de epígonos que, como ocurre siempre, acabaron por convertir en un cliché lo que había comenzado como un deslumbrante descubrimiento, debe añadirse que el clima de furor y esperanza en que había nacido la primera poesía social se había ido extinguiendo con el paso de unos años en los que no se produjo más cambio que el de una derivación de nuestro país hacia una incipiente sociedad de consumo. Una vez más pudo comprobarse cómo las superestructuras culturales dependen de la base socio-económica en que se producen. Así vimos cómo unos poetas que seguían creyéndose rebeldes al establishment fueron volviéndose acomodaticios”

“Intenté una nueva puesta a punto de la poesía social aplicando ésta a la problemática de mi Euskadi natal mediante una combinación de sus viejas leyendas con su actual efervescencia revolucionaria. Pero esto no podía tener un verdadero sentido mientras no me expresara en euskera, como lo hacía de niño, cuando aún no sabía el castellano. No obstante, tanto “Rapsodia euskara” como “Baladas y decires vascos” son dos libros nacidos de mi más profundo sentir”.

Estos son algunos poemas en los que, a lo largo de su obra, aparece el tema de su tierra:

Anochecer en Lecumberri

Primavera con lluvia:/Nuestros bosques.../(Y el corazón bajo tierra,/y mis pasos en la hierba)

La verdad de esos robles,/de esas montañas puras/(parecen increíbles/ de tan desnudas).

Un poniente que exalta/todas sus vagas mentiras/dichas a la deriva…/(Y el corazón se aísla).

Y, de pronto, las frías/estrellas (no son nuestras),/el silencio no nuestro,/la noche en que se escucha con sigilo/el paso de los dioses más antiguos .


Foto: CC BY - Freddy The Boy.
Ziripot

Comer cuando uno es vasco no es tan sólo comer./Saborear las lampernas; beber un chacolí;/celebrar en las brasas las sardinas de agosto;/reunirse y acechar/cómo van las cocochas en la cashuela hirviente,/es casi comulgar:/unirse en la sustancia y apurar lo sagrado,/sentir fraternalmente la vida material./Celebrar esa cena/en la que juntos sentimos lo jovial/de la vida pequeña, de la vida real,/que Ziripot preside:/Ziripot misterioso y a la vez terrenal,/Ziripot repartiendo lo que no es sólo pan.

Canto a Lizardi (fragmento)

Canto por ti. Canto en ti./Porque cantar es siempre luchar contra lo opaco,/levantar una espuma como el mar cuando besa/la roca en que tropieza cargado de inocencia./Cantar: ir por el mundo,/tranquilos, sonrientes, diciendo lo que pasa/pese a las bofetadas./Cantar: ir caminando porque la vida es ancha,/y volver luego en versos que acarician con pausa.

Quiero hablar a los vascos como tú les hablaste,/más allá de la muerte con la magia y el tacto de tus palabras justas:/Maite ditut galurrak argiak ez beste.../Ai, egaztia banintz/ Gañik-gain nenbilke/¡Ay, si también yo lo fuera como tú sí que lo fuiste!

Gernikako Arbola (el Arbol de Guernica)

Era en la primavera del año treinta y siete/cuando llegué a Guernica./Allí se fabricaban boquillas de careta/antigás. Yo debía/-servicio de instrucción- enseñarles la humana/ protección que es posible cuando con gas atacan./Todo me parecía remoto. Aunque cumplía/ lo debido, imposible /era pensar que nadie lanzase tal ataque./ el frente estaba lejos. Brillaba el cielo indemne./Y todo hay que decirlo:/Hacía mucho tiempo que no comía cordero,/ni comía pan blanco, como allí, en retaguardia./¡Parecía tan fácil la paz! No se entendían/la ira la mentira./A veces visitaba nuestro árbol de Guernica, y miraba el azul,/un azul que duró todos aquellos días,/ un ancho azul tranquilo que nada parecía/podría perturbar, marzo querido./¡Ay, quién diría/que a poco de marcharme zumbaría en el cielo,/ en ese mismo cielo que parecía indemne,/limpio de mancha y leve,/el horror de una muerte mecánica y salvaje!/¡ Ay, quién diría! ¡ Ay, dilo tú si puedes, Gernikako Arbola,/ dilo con tu raíz, tus ramas y tus niños, dilo si eso es posible,/di con la libertad de los vascos antiguos,/con el temblor de fronda que cubre el país entero/y dice lo que somos, diciendo lo que fuimos!/¡Ay, si es posible, dilo!

En 1966 viaja a Cuba. Durante ese año, junto a Alfonso Sastre y el pintor Ricardo Zamorano, es condenado a pagar una multa de 50.000 pesetas por haber participado en una asamblea de estudiantes de la Facultad de Ciencias Políticas de Madrid. Acude a Baeza, para el homenaje tributado a Antonio Machado. Al año siguiente realiza su segundo viaje a Cuba invitado por Nicolás Guillén a asistir como jurado del concurso convocado por la Unión de Escritores y Artistas Cubanos.

En 1968 se le concede el Premio Internacional Etna Taormina por el conjunto de su obra poética. Viaja a Brasil para asistir a la inauguración de un monumento a Federico García Lorca. Participa en La Habana en el Congreso de la Cultura. Publica “Los espejos transparentes”, incursión que realiza en el realismo mágico, y “Canto en lo mío”.

En estos textos habla de su evolución poética:“Intenté el experimentalismo a ultranza y la poesía concreta con “Campos semánticos”, escrito un poco al margen de mi ensayo “Inquisición de la Poesía” (1972), que es algo así como un examen de conciencia y un estudio de las posibilidades de la poesía. Intenté entrar en el jazz, que me apasiona, con “Música de baile” (1967); y en una comprensión de la nueva juventud con “Operaciones poéticas” (1971). Pero nada de esto me satisfacía”

“La mejor expresión del problema que me preocupaba es “El Derecho y el Revés”. Si en “Lo demás es silencio” (1952) me planteaba un conflicto interior entre el existencialismo y el marxismo, ahora, dentro de mí, enfrentaba al ingeniero y al mono o, digamos, a Prometeo y Epimeteo, al extrovertido y al introvertido, al activista y al quietista. Y si la ruptura con el existencialismo fue para mí tan difícil y dolorosa, por no decir tan incompleta, como lo había sido antes mi ruptura con el surrealismo, entendido como una concepción del mundo y no como una bisutería literaria, la separación del marxismo ortodoxo y militante supuso en mi vida un trauma no menos grave.”

“En 1969 publiqué “Lírica de Cámara”; y en 1973, "Función de Uno, Equis, Ene.” ¿A qué apuntan estos libros? Al decepcionante reconocimiento de que el hombre no responde a los modelos humanistas que, desde el clásico hasta el prometeico-marxista, se nos han dado. Más allá de cualquier transfiguración, racionalización, revolución o transformación posible, “Lírica de Cámara” gira en torno a la constatación de que, como la Física Nuclear nos muestra, estamos sumidos en un mundo de estructuras que funcionan al margen de cuanto humanamente podemos comprender. Lo que llamamos “personalidad” (y no digamos individualidad o subjetividad) es una fantasmagoría sin sentido último”.

“Y esta es la cuestión a la que se aplican también los poemas de mi libro “Función de Uno, Equis, Ene”, en donde “Uno” es el yo aislado; “Ene”, los otros o el colectivo y “Equis”, un implacable e incomprensible orden que se rige según leyes o reglamentos no humanos: El del universo formado por unas micro y macro estructuras en las que nosotros desaparecemos, sin ser siquiera advertidos. Pues nuestras fabulaciones, personalidades, ideas o culturas históricas no responden a nada real. Quizá sólo el conflicto entre lo que llamamos mundo exterior y el Ello, entendido éste como un mundo de las pulsiones e instintos impersonales que nos identifican con la materia inorgánica, pueda explicar nuestras absurdas construcciones psíquico-ideológicas. Pero a fin de cuentas no tiene importancia. Siempre viviremos gobernados por algo que escapa a nuestra conciencia”.

“Todos nuestros heroicos combates y nuestros sabios debates parecen entonces una burla. “La corta tragedia (escribía Nietzsche en “La Gaya Ciencia”) ha acabado siempre por servir a la eterna comedia de la existencia y “la mar de sonrisa innumerable” (por decirlo con Esquilo) acabará por cubrir con sus olas la mayor parte de esas tragedias”.

En 1977 se presenta como candidato por el Partido Comunista de España en las primeras elecciones legislativas, en Guipúzcoa. Es la época de “El hilo rojo”, “Parte de guerra” y “Poesía”, “Iberia sumergida”,“Memorias inmemoriales”, una antología de sus versos “Poesía y verdad” y “Poemas órficos”, es el momento de esa poesía panteísta, en la que el autor se identifica con la naturaleza:

Esa vida que no es mía y me rodea,/el misterio de la muerte, lo que llamamos la muerte y el misterio de la vida siempre abierta,/lo que llamamos la vida/en el árbol, en las nubes y en el agua,/y en el viento y en el mundo que es quien es sin ser humano, y en la inmensa transparencia que no se dice, se muestra/en eso que busqué tanto y ahora encuentro regresando:/La infancia, quizá, la infancia, nuestro final seguro, nuestro cuento, nuestro canto, nuestra mágica conciencia:/El total de lo sin fin y de la vida abierta

Como indica Celaya, “Conciencia cósmica quiere decir conciencia abierta a todo lo que es sin más ni más, la comprensión de que el sí mismo no es el yo, sino un más allá de la conciencia individual”

En 1981 Publica “Poesía hoy” y “Poesías completas (1977-1980)”. El catorce de octubre del año siguiente contrae matrimonio en San Sebastián con Amparo Gastón. Publica “Penúltimos poemas” y en 1983 “Cantos y mitos”

En 1986 recibe el Premio Nacional de las Letras Españolas y publica “El mundo abierto”. En 1989 le espera otro galardón: el Ayuntamiento de San Sebastián le concede la mayor condecoración que puede recibir alguien que ha trabajado por la capital guipuzcoana: el “Tambor de Oro”.

Este es uno de tantos poemas que a lo largo de su vida dedica a San Sebastián:


Foto: CC BY - tribaldo.
La luz de la bahía

Un raudal de luz y de gaviotas./Es ahora mismo, el ahora, el siempre ahora

Sin ayer ni pasado, totalmente glorioso,/como quien se mira a sí mismo sin verse.

En esta claridad, los mínimos detalles/parecen joyas, parecen lo visto que no vimos,/y concretan el milagro diluido,/ y el poliedro se irisa y abre luces imprevistas.

De pronto todo es nuevo; de pronto es lo increíble./Se disparata el cielo girando a la redonda/y los números cantan sin saber lo que dicen, /felizmente irredentos, matemáticos a locas

Fallece en Madrid el 18 de abril de 1991. Sus cenizas fueron esparcidas en Hernani y San Sebastián.

Sirva como colofón, este poema que Celaya tituló “Despedida”.

Quizás, cuando me muera,/dirán: Era un poeta./Y el mundo, siempre bello, brillará sin conciencia.

Quizás tú no recuerdes/quién fui, mas en ti suenen/los anónimos versos que un día puse en ciernes.

Quizás no quede nada/de mí, ni una palabra,/ni una de estas palabras que hoy sueño en el mañana.

Pero visto o no visto,/pero dicho o no dicho,/yo estaré en vuestra sombra, ¡oh hermosamente vivos!

Yo seguiré siguiendo,/yo seguiré muriendo,/seré, no sé bien cómo, parte del gran concierto

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