sábado, 2 de julio de 2011

el 30 dejunio en Madrid




El jueves día 30 dejunio di una nueva conferencia en Madrid. De nuevo en la Casa regional de Burgos. El tema fue Valpuesta, la cuna del castellano

He aquí un resumen:

VALPUESTA, CUNA DEL CASTELLANO
Este fue el título de la conferencia que el profesor don José Andrés Alvaro ofreció en la Casa Regional “Mesa de Burgos” de Madrid el jueves día 30 de junio.
En ella indicó que los documentos de Valpuesta prueban que el castellano nació allí, en tierras burgalesas. Defender no es ir en contra de nadie, sino reconocer un hecho cierto y contrastado: que La rioja no es la cuna del castellano y que los primeros documentos en nuestra lengua no datan del siglo XI, como es el caso de las Glosas Emilianenses, sino que ya en el siglo IX había una comunidad que hablaba una lengua romance que luego se extendería por toda la Península y cruzaría los mares: el castellano.
Castilla no debe pedir perdón a nadie por defender la realidad, que el castellano, como lo prueban los documentos de Valpuesta, nació en Castilla. Además, las Glosas Emilianenses están escritas en romance navarro-aragonés, que era el que se hablaba en Navarra hasta que fue conquistada por Castilla en 1512. Los textos de Valpuesta, en cambio, prueban que el idioma de esas personas era el castellano.
Esta nueva teoría no va en contra de San Millán, sino todo lo contrario. Los escritos del monasterio riojano son importantísimos, nadie lo niega, pero no son los primeros… el castellano escrito nació hacia el siglo noveno en las montañas del suroeste de Alava y norte de Burgos
En noviembre de 2010, la Real Academia Española avaló los cartularios, escritos en «una lengua latina asaltada por una lengua viva», como los primeros documentos en los que aparecen palabras escritas en castellano, anteriores a las Glosas Emilianenses. Los textos de Valpuesta son 200 años más jóvenes que los de San Millán, por lo que nuestra lengua se ha rejuvenecido en dos siglos.
Valpuesta, localidad perteneciente a la provincia de Burgos,está situada en la comarca de Merindades y en la actualidad depende del ayuntamiento de Berberana. Dista 90 kilómetros de Burgos, 40 de Villarcayo, a cuyo partido judicial pertenece, 45 de Vitoria, 66 de Bilbao, y 10 del núcleo urbano de Berberana, de cuyo municipio forma parte.
Se trata de una pequeña penetración geográfica en el valle alavés de Valdegovía, el cual se introduce en tierra castellana y que, lo mismo que el de Valderejo, pertenecieron hasta el siglo XVI, salvo raras excepciones, y por consiguiente en la época que nos ocupa, a la merindad de Castilla la Vieja y hasta bien entrado el siglo XVIII al corregimiento de Villarcayo, en lo judicial.
Se ignora el origen de Valpuesta y la población que pudo tener antes de la Reconquista, pero hay noticias de un pequeño templo, supuestamente prerrománico, que tras ser arrasado por los musulmanes, fue reconstruido por el obispo Juan en el año 800, quien puso al sitio el nombre latino de “vallis posita”: sita en el valle, y junto al templo fundó un monasterio.
Dos son los motivos de relevancia de Valpuesta. El primero es la celebración del 1200 aniversario de la erección de su obispado (804–1087) El obispado de Valpuesta es el segundo obispado del Reino de Asturias después del de Oviedo, creado por el rey Alfonso II de Asturias, y el segundo motivo lo constituyen los cartularios de Valpuesta que han sido calificados como los documentos que contienen las primeras palabras escritas en lengua castellana.
La localidad de Valpuesta está estrechamente relacionada con los orígenes de la historia de Castilla. Este lugar fue sede episcopal y en él se asentaron muchos de los primeros repobladores de la región. Desde la segunda mitad del siglo VIII las tierras del norte burgalés se convirtieron en baluarte de la reconquista frente a los musulmanes. En ellas se refugiaron numerosos cristianos de las comarcas limítrofes. Para atender las necesidades religiosas de estos cristianos, el obispo Juan vio la necesidad de fundar, en el año 804, una nueva diócesis.
Pero, con el avance de la repoblación, fue perdiendo importancia a favor de la emergente diócesis de Oca, a la que cedió su obispado en el año 1087. Los monjes-canónigos del monasterio-colegiata de Valpuesta ejercieron una amplia jurisdicción civil y religiosa sobre la villa desde el año 804 hasta 1761.
Cuando Valpuesta fue la sede episcopal de la parte oriental del reino asturleonés, se comenzaba a dar el nombre de Castilla a la zona constituida por un área al sur de la Cordillera Cantábrica, limitando al oriente con los valles de Mena, Losa y Valdegovía, al sur con la Bureba y al oeste con lo que luego serían las merindades de Aguilar de Campóo.
En ninguna otra zona de Alava, Burgos, La Rioja o Navarra, el monacato alcanzó la difusión y floración que tuvo en Valdegovía, que llegó a contar con treinta monasterios. Por otra parte, el enclave estratégico de Valpuesta actuó como refugio de una población que, para el siglo IX podemos considerar de habla romance castellana, y fue centro religioso, cultural y lingüístico en los condados de Castilla y Alava
La importancia de Valpuesta en los primeros tiempos de la Edad Media se refleja en sus numerosos códices y en su cartulario, compuesto por 184 documentos, fechados entre los años 804 y 1140. Actualmente se encuentran en el Archivo Histórico Nacional.
En ellos se distinguen rasgos de la primera lengua romance castellana y de su evolución.
Los cartularios de Valpuesta son una serie de documentos del siglo XII que, a su vez, son copias de otros documentos, algunos de los cuales se remontan al siglo IX, y que serían el primer testimonio escrito del que se tiene noticia de un dialecto romance hispánico
El estatuto de autonomía de Castilla y León los menciona en su preámbulo como uno de los primeros testimonios escritos en lengua castellana. Textualmente dice.” los primeros testimonios escritos aparecen en el Becerro Gótico de Valpuesta (Burgos)” Por ello, a Valpuesta, se le atribuye el título de Cuna del Castellano.
Comprenden varios manuscritos en que se copiaron documentos de los archivos de la corona, de los obispados, de los monasterios, que tratan de donaciones, juicios, ventas, cambios, y otros tipos de contratos. Los más antiguos datan de los años 804, 844, 864 y 875.
Aunque el cartulario de Valpuesta carece de las artísticas miniaturas de otros códices, posee un gran valor histórico y paleográfico. No contiene textos sagrados ni litúrgicos, ni reflexiones filosóficas o teológicas, sino que recoge testimonio de donaciones, ventas, cambios y otro tipo de contratos
El franciscano Saturnino Ruiz de Loizaga, paleógrafo del Archivo Vaticano, principal investigador en el estudio y difusión de los manuscritos valpostanos ha dejado escrito que “los cartularios suponían una documentación prácticamente desconocida, lo que me llevó a transcribirlos, ya que además de mis estudios filosóficos y teológicos, en Roma había asistido a cursos de paleografía, lo que me permitía entender aquellos manuscritos. Me encontré con ejemplos como el de matera (madera), porque en latín la palabra es lignum (que dará leño); y otras palabras como plumazo, con el significado de colchón, pozal como balde, pruña como ciruela. Sorprenden también tantas donaciones a los monjes. En la Edad Media, mucha gente vivía con la fe del carbonero, tenían la idea de que hacer al monasterio una donación se convertía en un salvoconducto para conseguir la salvación. Entonces, el fraile que tomaba nota en aquella Valpuesta del siglo X escucha la donación en un protocastellano, pero luego lo escribe en latín, si conoce el significado. En caso contrario, lo pone en esa lengua que está naciendo. Ya en ese momento el latín se había convertido en otro idioma”
«El cartulario, o becerro gótico de Valpuesta, consta de 184 documentos. Los más antiguos se remontan a los años 804, 864, 875... y los más “recientes” a mediados del siglo XII. Este cartulario hacía las veces de acta contractual de donaciones y compraventas. La gente, por entonces muy crédula, ponía en práctica el dicho del Evangelio: a la Iglesia las cosas terrenas para adquirir las celestiales. Donaban hasta la módica gallina, como se recoge en un apartado».
En un punto geográfico donde Burgos y Alava son territorios siameses, Valpuesta, de cuya relevancia habla Ruiz de Loizaga: «tuvo un protagonismo único y una dimensión histórica y cultural que se remonta a antes del año mil, con la erección del obispado de Valpuesta y los primeros vagidos del idioma castellano. Sin olvidar que por aquí pasó el primer camino de Santiago».
Los testimonios castellanos de Valpuesta son, con frecuencia, transparentemente castellanos, caso de toponimia y onomástica, así como de frecuentes voces comunes. En ellos se trasluce la lengua viva de la Castilla antigua.
La repoblación, tras la invasión árabe, de gentes hispanogodas procedentes de la franja del Duero, y el contacto con la zona vascófona determinaron la configuración de los rasgos específicos del futuro castellano frente a los de otros romances.
La lengua de los becerros de Valpuesta es una lengua latina asaltada por una lengua viva, la de la calle , que se cuela en estos escritos.
El hecho de su datación tiene repercusiones políticas y académicas. Valpuesta adquiere una nueva dimensión legitimadora para Castilla y León ya que es el lugar de origen de la lengua común.
Los cartularios de Valpuesta contienen las palabras más antiguas escritas en castellano. Así se confirma que en la provincia de Burgos está la cuna del español.
A través de los cartularios de Valpuesta , que abarcan textos fechados desde el año 804 hasta el 1200, podemos obtener una serie de informaciones sobre la variante lingüística romance hablada en la zona. Nos podemos aproximar al romance castellano hablado entre los siglos IX al XII, puesto que no tenemos documentación de esa época plenamente redactada en castellano, lo cual no sucederá hasta alrededor del 1200, momento en que ya tenemos un documento totalmente romance en los cartularios de Valpuesta, como ocurre también en otros puntos de la Península Ibérica.

A pesar de todos los inconvenientes que este tipo de documentación podemos afirmar que los testimonios romances que ofrecen los cartularios valpostanos son los primeros del romance castellano.
Y es que en Valpuesta, zona norte de Burgos y parte del primitivo territorio del condado de Castilla, aparecen registradas las primeras huellas documentales de esta nuestra lengua universal.
La investigación filológica y paleográfica está demostrando la importancia del Cartulario de Valpuesta en la fijación escrita del español. Esto convierte a esta localidad en otro de los referentes míticos de nuestro idioma junto a Silos y San Millán de la Cogolla.

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