viernes, 19 de junio de 2020

Las mejores obras de la poesía española (en mi opinión,claro está)-1

Por ahí circulan libros que llevan el pomposo título de Las cien mejores poesías de la lengua española, o títulos similares, que parecen escritos por gentes que conocen en su totalidad la poesía española  y destinados a personas que también la desconocen.

Como cada uno tenemos nuestros gustos, voy a ir publicando los que yo, en mi opinión, considero que son los mejores poemas de nuestra lengua.

Aunque pudieran no estar de acuerdo conmigo, espero, por lo menos, que les gusten.

Voy a comenzar con la primera obra escita en castellano: el Poema de Mío Cid. En ella, se narran las hazañas de uno de nuestro primeros héroes: Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador.

 

He aquí la primera de las partes en que se divide la obra:

 

Acto o cantar primero


Narra las hazañas del Cid como prototipo de nobleza heroica


1

El Cid sale de Vivar para el destierro

Narrador



De los sus ojos tan          fuertemente llorando,


Tornaba la cabeza          y estábalos catando.


Vio puertas abiertas          y postigos sin candados,


Alcándaras vacías,          sin pieles y sin mantos,


Y sin halcones          y sin azores mudados.  5

Suspiró mío Cid          pues tenía muy grandes cuidados.


Habló mío Cid,          bien y tan mesurado:


Cid



-¡Gracias a ti, señor padre,          que estás en alto!


-¡Esto me han vuelto          mis enemigos malos!



2

El Cid ve agüeros en la salida

Narrador



Allí piensan aguijar,          allí sueltan las riendas.  10

A la salida de Vivar,          tuvieron la corneja diestra,


Y, entrando en Burgos,          tuviéronla siniestra.


Meció mío Cid los hombros          y movió la cabeza:


Cid



-¡Albricias, Álvar Fáñez,          que echados somos de tierra!



3

Entrada desoladora en Burgos

Narrador



Mío Cid Ruy Díaz          por Burgos entraba,  15

En su compañía,          sesenta pendones llevaba.


Salíanlo a ver          mujeres y varones,2


Burgueses y burguesas          por las ventanas son,


Llorando de los ojos,          ¡tanto sentían el dolor!


De las sus bocas,          todos decían una razón:


Burgaleses



¡Dios, qué buen vasallo,          si tuviese buen señor!  20


4

Nadie da hospedaje al Cid por temor al Rey. Sólo una niña de nueve años pide al Cid que se vaya. El Cid acampa en la glera del río Arlanzón

Narrador



Le convidarían de grado,          mas ninguno no osaba;


El rey don Alfonso          tenía tan gran saña;


Antes de la noche,          en Burgos de él entró su carta,


Con gran recaudo          y fuertemente sellada:


Que a mío Cid Ruy Díaz,          que nadie le diese posada,  25

Y aquel que se la diese          supiese veraz palabra,


Que perdería los haberes          y además los ojos de la cara,


Y aún más          los cuerpos y las almas.


Gran duelo tenían          las gentes cristianas;


Escóndense de mío Cid,          que no le osan decir nada,  30

El Campeador          adeliñó a su posada.


Así como llegó a la puerta,          hallola bien cerrada;


Por miedo del rey Alfonso          que así lo concertaran:


Que si no la quebrantase por fuerza,          que no se la abriesen por nada.


Los de mío Cid          a altas voces llaman;  35

Los de dentro          no les querían tornar palabra.


Aguijó mío Cid,          a la puerta se llegaba;


Sacó el pie de la estribera,          un fuerte golpe le daba;


No se abre la puerta,          que estaba bien cerrada.


Una niña de nueve años          a ojo se paraba:  40

Niña



¡Ya, Campeador,          en buena hora ceñisteis espada!


El Rey lo ha vedado,          anoche de él entró su carta


Con gran recaudo          y fuertemente sellada.


No os osaríamos abrir          ni acoger por nada;


Si no, perderíamos          los haberes y las casas,  45

Y, además,          los ojos de las caras.


Cid, en el nuestro mal          vos no ganáis nada;


Mas el Criador os valga          con todas sus virtudes santas.


Narrador



Esto la niña dijo          y tornose para su casa.


Ya lo ve el Cid          que del Rey no tenía gracia.  50

Partiose de la puerta,          por Burgos aguijaba;


Llegó a Santa María,          luego descabalga;


Hincó los hinojos,          de corazón rogaba.


La oración hecha,          luego cabalgaba;


Salió por la puerta          y el Arlanzón pasaba;  55

Cabo esa villa,          en la glera posaba;


Hincaba la tienda          y luego descabalgaba.


Mío Cid Ruy Díaz,          el que en buena hora ciñó espada,


Posó en la glera,          cuando no le acoge nadie en casa;


Alrededor de él,          una buena compaña.  60

Así posó mío Cid,          como si fuese en montaña.


Vedado le han la compra,          dentro en Burgos la casa,


De todas cosas          cuantas son de vianda;


No le osarían vender          ni la menor dinerada.



5

Martín Antolínez socorre al Cid



Martín Antolínez,          el burgalés cumplido,  65

A mío Cid y a los suyos          abastéceles de pan y de vino.


No lo compra          que él se lo había consigo;


De todo conducho,          bien los hubo abastecido.


Pagose mío Cid el Campeador          y todos los otros que van a su servicio.


Habló Martín Antolínez,          oiréis lo que ha dicho:  70

Martín Antolínez



¡Ya, Campeador,          en buena hora fuisteis nacido!


Esta noche yazgamos          y vayamos al matino,


Que acusado seré          de lo que os he servido;


En ira del rey Alfonso          yo seré metido.


Si con vos escapo          sano o vivo;  75

Aún cerca o tarde          el Rey me querrá por amigo;


Si no, cuanto dejo          no lo precio un higo.



6

El Cid expone la extrema pobreza en la que se halla

Narrador



Habló mío Cid,          el que en buena hora ciño espada:


Cid



¡Martín Antolínez,          sois ardida lanza!


Si yo vivo,          os doblaré la soldada.  80

He gastado el oro          y toda la plata;


Bien lo veis          que yo no traigo nada,


Y necesario me sería          para toda mi compaña;3


Harelo a la fuerza,          de grado no tendría nada.


Con vuestro consejo,          llenar quiero dos arcas;  85

Llenémoslas de arena          que bien serán pesadas;


Cubiertas de guadamecí          y bien claveteadas.



7

Estratagema de las arcas para remediar la pobreza



Los guadamecís bermejos          y los clavos bien dorados.


Por Raquel y Vidas          vayáisme privado:


Cuando en Burgos me vedaron la compra          y el rey me ha airado,  90

No puedo traer el haber,          pues mucho es pesado;


Se lo empeñaré          por lo que fuere aguisado;


De noche lo lleven,          que no lo vean cristianos


Véalo el Criador          con todos los sus santos;


Yo más no puedo          y a la fuerza lo hago.  95


8

Martín Antolínez busca a los nobles burgaleses Raquel y Vidas

Narrador



Martín Antolínez          no lo retardaba;


Por Raquel y Vidas          aprisa demandaba.


Pasó por Burgos,          al castillo entraba;


Por Raquel y Vidas          aprisa demandaba.



9

Encuentro y trato con Raquel y Vidas y conclusión del trato en la tienda del Cid



Raquel y Vidas          en uno estaban ambos,  100

En cuenta de sus haberes,          de los que habían ganado.


Llegó Martín Antolínez          a guisa de membrado:


Martín Antolínez



¿Dónde estáis, Raquel y Vidas,          los míos amigos caros?


En puridad          hablar querría con ambos.


Narrador



No lo retardan,          todos tres se apartaron.  105

Martín Antolínez



Raquel y Vidas,          dadme ambos las manos,


Que no me descubráis          a moros ni a cristianos;


Por siempre os haré ricos          que no seáis menguados.


El Campeador          por las parias fue entrado,


Grandes haberes prendió          y muy estimados;  110

Retuvo de ellos          cuanto que fue algo;


Por ello vino a esto          por que fue acusado.


Tiene dos arcas          llenas de oro esmerado.


Ya lo veis          que el rey le ha airado


Dejado ha heredades          y casas y palacios;  115

Aquellas no las puede llevar,          si no, sería ventado;


El Campeador          las dejará en vuestra mano,


Y prestadle de haber          lo que sea aguisado.


Prended las arcas          y metedlas en vuestro salvo;


Con gran jura          meted ahí la fe ambos:  120

¡Que no las catéis          en todo este año!


Narrador



Raquel y Vidas          se estaban aconsejando:


Raquel y Vidas



Nos hemos menester          en todo de ganar algo.


Bien lo sabemos          que él algo ganó,


Cuando a tierra de moros entró,          que grande haber sacó:  125

No duerme sin sospecha          quien haber trae monedado.


Estas arcas          prendámoslas ambas,


En lugar las metamos          que no sean ventadas.


Mas, decidnos del Cid,          ¿de qué será pagado?


¿O qué ganancia nos dará          por todo este año?  130

Narrador



Repuso Martín Antolínez          a guisa de membrado:


Martín Antolínez



Mío Cid querrá          lo que sea aguisado;


Os pedirá poco          por dejar su haber en salvo.


Acógensele hombres          de todas partes menguados;


Ha menester          seiscientos marcos.  135

Narrador



Dijo Raquel y Vidas:


Raquel y Vidas



Se los daremos de grado.



Martín Antolínez



Ya veis que entra la noche,          el Cid está apresurado;


Necesidad tenemos          de que nos deis los marcos.


Narrador



Dijo Raquel y Vidas:


Raquel y Vidas



No se hace así el mercado,



Sino primero prendiendo          y después dando.  140

Narrador



Dijo Martín Antolínez:


Martín Antolínez



Yo de eso me pago.



Ambos venid          al Campeador contado


Y nos os ayudaremos          que así es aguisado


Para traer las arcas          y meterlas en vuestro salvo;


Que no lo sepan          moros ni cristianos.  145

Narrador



Dijo Raquel y Vidas:


Raquel y Vidas



Nos de esto nos pagamos.



Traídas las arcas          prended seiscientos marcos.


Narrador



Martín Antolínez          cabalgó privado


Con Raquel y Vidas,          de voluntad y de grado.


No viene por el puente          que por el agua ha pasado,  150

Que no se lo ventasen          de Burgos ser humano.


Helos vos en la tienda          del Campeador contado.


Así como entraron,          al Cid besáronle las manos.


Sonriose mío Cid,          estábalos hablando:


Cid



¡Ya, don Raquel y Vidas,          me habéis olvidado!  155

Ya me voy de tierra          pues del Rey soy airado.


A lo que me semeja,          de lo mío habréis algo;


Mientras que viváis,          no seréis menguados.


Narrador



Don Raquel y Vidas          a mío Cid besáronle las manos.


Martín Antolínez          el pleito ha preparado  160

Que sobre aquellas arcas          le darían seiscientos marcos


Y bien se las guardarían          hasta el cabo del año;


Que así le dieran la fe          y se lo habían jurado:


Que, si antes las catasen,          que fuesen perjurados,


No les diese mío Cid          de la ganancia un dinero malo.  165

Dijo Martín Antolínez:


Martín Antolínez



Carguen las arcas privado.



Llevadlas, Raquel y Vidas,          ponedlas en vuestro salvo;


Yo iré, con vosotros          para que traigamos los marcos,


Que ha de partir mío Cid          antes que cante el gallo.


Narrador



Al cargar de las arcas,          veríais gozo tanto:  170

No las podían poner encima          aunque eran esforzados.


Alégranse Raquel y Vidas          con haberes monedados,


Pues, mientras que viviesen,          rehechos eran ambos.


Raquel a mío Cid          le va a besar la mano:



10

Raquel y Vidas se despiden del Cid. Martín Antolínez les acompaña para recoger los marcos

Raquel



¡Ya, Campeador,          en buena hora ceñisteis espada!  175

De Castilla os vais          para las gentes extrañas;


Así es vuestra ventura,          grandes son vuestras ganancias.


Una piel bermeja          morisca y apreciada,


Cid, beso vuestra mano          en don que yo la haya.


Cid



Pláceme


Narrador



dijo el Cid,



Cid



desde aquí sea mandada
 180

Si os la trajera de allá;          si no, contadla sobre las arcas.


Narrador



En medio del palacio,          tendieron una almofalla;


Sobre ella, una sábana          de ranzal y muy blanca.


Con sólo el primer golpe,          trescientos marcos echaron de plata.


Notolos don Martín,          sin peso los tomaba;  185

Los otros trescientos          en oro se los pagaban.


Cinco escuderos tiene don Martín,          a todos los cargaba.


Cuando esto hubo hecho,          oiréis lo que hablaba:


Martín Antolínez



Ya, don Raquel y Vidas,          en vuestras manos están las arcas;


Yo, que esto os gané,          bien merecía calzas.  190


11

Martín Antolínez pide una recompensa a Raquel y Vidas, y baja a la glera junto al Cid

Narrador



Y Raquel y Vidas          aparte salieron ambos:


Raquel y Vidas



Démosle buen don,          que él nos lo ha buscado.


Martín Antolínez,          un burgalés contado,


Vos lo merecéis,          buen don queremos daros


Con que hagáis calzas          y rica piel y buen manto;  195

Os damos en don          a vos treinta marcos.


Nos los merecéis          pues esto es aguisado;


Nos otorgaréis          esto que hemos pactado.


Narrador



Agradeciolo don Martín          y recibió los marcos;


Plugo salir de la posada          y despidiose de ambos.  200

Ha salido de Burgos          y el Arlanzón ha pasado;


Vino para la tienda          del Campeador contado.


Recibiolo el Cid          abiertos ambos los brazos:


Cid



¡Venís, Martín Antolínez,          el mío fiel vasallo?


¡Aún vea el día          que de mí hayáis algo!  205

Martín Antolínez



Vengo, Campeador,          con todo buen recaudo:


Vos seiscientos          y yo treinta he ganado.


Mandad coger la tienda          y vayamos privado;


En San Pedro de Cardeña,          allí nos cante el gallo;


Veremos a nuestra mujer          honrada hijadalgo.  210

Abreviaremos la estancia          y dejaremos el reinado.


Mucho es menester,          que cerca viene el plazo.



12

El Cid se despide de Santa María

Narrador



Estas palabras dichas,          la tienda es cogida;


Mío Cid y sus compañas          cabalgan muy aprisa.


La cara del caballo          tornó a Santa María,  215

Alzó su mano diestra,          la cara se santigua:


Cid



¡A ti lo agradezco, Dios,          que cielo y tierra guías!


¡Válganme tus virtudes,          gloriosa santa María!


Desde aquí dejo a Castilla          pues que al Rey he en ira;


No sé si entraré aquí más          en todos mis días.  220

¡Vuestra virtud me valga,          gloriosa, en mi salida,


Y me ayude y me acorra          de noche y de día!


Si vos así lo hiciereis          y la ventura me fuere cumplida,


Mando a vuestro altar          buenas ofrendas y ricas;


Esto he yo en deuda          que haga allí cantar mil misas.  225


13

Martín Antolínez torna a Burgos para despedirse de su casa

Narrador



Despidiose el cabal          de cuerpo y de voluntad;


Sueltan las riendas          y piensan en aguijar.


Dijo Martín Antolínez:


Martín Antolínez



Veré a la mi mujer a todo mi solaz;



Los aconsejaré          cómo se habrán de portar.


Si el Rey me lo quisiese tomar,          a mí no me importará.  230

Antes estaré con vos          que el sol quiera rayar.


Narrador



Tornábase Martín Antolínez a Burgos          y mío Cid a aguijar,


Para San Pedro de Cárdena,          cuanto pudo a espolear



14

El Cid va a San Pedro de Cardeña



Con estos caballeros          que le sirven a su sabor.


Aprisa cantan los gallos          y quieren quebrar albores.  235

Cuando llegó a San Pedro,          el buen Campeador,


El abad don Sancho,          cristiano del Criador,


Rezaba los maitines,          a vuelta de los albores.


Allí estaba doña Jimena          con cinco dueñas de pro,


Rogando a San Pedro          y al Criador:  240

Jimena



Tú que a todos guías,          vale a mío Cid el Campeador.



15

Llegada del Cid a San Pedro de Cardeña

Narrador



Llamaban a la puerta,          allí supieron el mandado.


¡Dios, qué alegre fue          el abad don Sancho!


Con lumbres y con candelas          al corral dieron salto;


Con tan gran gozo reciben          al Campeador contado.  245

Don Sancho



Agradézcolo a Dios, mío Cid,


Narrador



dijo el abad don Sancho;



Don Sancho



Pues que aquí os veo,          prended de mí hospedado.


Narrador



Dijo el Cid:


Cid



¡Gracias, don abad,          y soy vuestro pagado!



Yo adobaré conducho          para mí y para mis vasallos;


Mas, porque me voy de tierra,          os doy cincuenta marcos;  250

Si yo algo viviere,          os serán doblados;


No quiero hacer en el monasterio          un dinero de daño.


He aquí para doña Jimena          os doy cien marcos;


A ella y a sus hijas y a sus dueñas          servidlas este año.


Dos hijas dejo niñas,          prendedlas en los brazos;  255

Aquellas os encomiendo a vos,          abad don Sancho;


De ellas y de mi mujer          tengáis todo recaudo.


Si esa despensa os falleciere          u os menguare algo,


Abastecedlas bien,          yo así os lo mando;


Por un marco que gastéis,          al monasterio daré yo cuatro.  260

Narrador



Otorgado se lo había          el abad de grado.


Heos a doña Jimena          con sus hijas do va llegando;


Sendas dueñas las traen          y las van acercando.


Ante el Campeador,          doña Jimena hincó los hinojos ambos,


Lloraba de los ojos,          quísole besar las manos:  265

Jimena



¡Merced, Campeador,          pues nacisteis con buen hado!;


Por malos mestureros,          de tierra sois echado.



16

El Cid da ánimos a doña Jimena



¡Merced, oh Cid,          barba tan cumplida!


Heme ante vos,          yo y vuestras hijas,


Infantes son          y de días chicas,4


Con estas mis dueñas          de quien soy servida.  270

Yo lo veo          que estáis vos en ida


Y nos de vos          nos hemos de partir en vida.


¡Dadnos consejo,          por amor de santa María!


Narrador



Inclinó las manos          en la su barba bellida;


A las sus hijas          en brazos las prendía;  275

Llegolas al corazón,          que mucho las quería.


Llora de los ojos,          tan fuertemente suspira:


Cid



¡Ay, doña Jimena,          la mi mujer tan cumplida,


Como a la mi alma,          yo tanto os quería!


Ya lo veis          que a partir nos hemos en vida;  280

Yo iré y vos          quedaréis retenida.


¡Plega a Dios          y a santa María,


Que aun con mis manos          case estas mis hijas,5


O que dé ventura          y algunos días vida


Y vos, mujer honrada,          de mí seáis servida!



17

Acuden caballeros a los pregones del Cid

Narrador



Gran yantar le hacen          al buen Campeador.  285

Tañen las campanas          en San Pedro a clamor.


Por Castilla,          oyendo van los pregones;


Cómo se va de tierra          mío Cid el Campeador;


Unos dejan casas          y otros honores.


En ese día,          en el puente del Arlanzón,  290

Ciento quince caballeros          todos juntados son;


Todos demandan          por mío Cid el Campeador.


Martín Antolínez          con ellos se unió.


Vanse para San Pedro          do está el que en buen punto nació.



18

El Cid acoge a los nuevos caballeros y dispone la partida de San Pedro de Cardeña



Cuando lo supo          mío Cid el de Vivar,  295

Que le crece compaña          por que más valdrá,


Aprisa cabalga,          a recibirlos sale;


Tornose a sonreír,          lléganse todos, la mano le van a besar.


Habló mío Cid          de toda voluntad:


Cid



Yo ruego a Dios          y al Padre espiritual,  300

Vos, que por mí dejáis          casas y heredades,


Antes que yo muera,          algún bien os pueda dar:


Lo que perdéis          doblado lo vais a cobrar.


Narrador



Plugo a mío Cid          porque creció en el yantar;


Plugo a los otros hombres          todos cuantos con él están.  305

Los seis días de plazo          pasados los han;


Tres quedan por pasar,          sabed, que no más.


Mandó el Rey          a mío Cid vigilar:


Que si después del plazo          en su tierra le pudiese tomar,


Por oro ni por plata          no podría escapar.  310

El día ha pasado,          la noche quería entrar,


A sus caballeros          mandolos a todos juntar:


Cid



Oíd, varones,          no os caiga en pesar;


Poco haber traigo,          daros quiero vuestra parte.


Sed prudentes          en cómo debéis obrar:  315

A la mañana,          cuando los gallos cantarán,


No os tardéis,          mandad ensillar;


En San Pedro, a maitines,          tañerá el buen abad;


La misa nos dirá,          ésta será de Santa Trinidad;


La misa dicha,          pensemos en cabalgar,  320

Que el plazo está cerca,          mucho tenemos que andar.


Narrador



Como lo mandó mío Cid,          así todos lo harán.


Pasando va la noche,          el día viniendo está;


A los mediados gallos,          piensan en cabalgar.


Tañen a maitines          con una prisa tan grande;  325

Mío Cid y su mujer          a la iglesia van.


Echose doña Jimena          en las gradas delante del altar,


Rogando al Criador          cuanto ella mejor sabe,


Que a mío Cid el Campeador          que Dios le cuidase de mal:


Jimena



¡Ya, Señor glorioso,          Padre que en el cielo estás!  330

Hiciste cielo y tierra,          el tercero el mar;


Hiciste estrellas y luna          y el sol para calentar;


Tomaste encarnación          en santa María Madre;


En Belén apareciste,          como fue tu voluntad;


Pastores te glorificaron,          hubiéronte de alabar;  335

Tres reyes de Arabia          te vinieron a adorar,


Melchor y Gaspar y Baltasar          oro, incienso y mirrá


Te ofrecieron,          como fue tu voluntad;


Salvaste a Jonás,          cuando cayó en la mar;


Salvaste a Daniel          con los leones en la mala cárcel;  340

Salvaste dentro en Roma          al señor san Sebastián;


Salvaste a santa Susana          del falso criminal;


Por tierra anduviste          treinta y dos años, Señor espiritual,


Haciendo milagros,          por ello tenemos que hablar:


Del agua hiciste vino          y de la piedra pan;  345

Resucitaste a Lázaro          que fue tu voluntad;


Por los judíos te dejaste prender;          do dicen monte Calvario,


Pusiéronte en cruz,          en el monte por nombre Golgotá;


Dos ladrones contigo,          éstos de sendas partes,


El uno está en paraíso,          que el otro no entró allá;  350

Estando en la cruz,          virtud hiciste muy grande:


Longinos era ciego,          que nunca vio a nadie;


Diote con la lanza en el costado,          donde salió la sangre;


Corrió la sangre por el asta abajo,          las manos se hubo de untar;


Alzolas arriba,          llegolas a la faz;  355

Abrió sus ojos,          cató a todas partes,


En ti creyó entonces,          por ello se salvó de mal;


En el monumento,          hubiste de resucitar;


Fuiste a los infiernos,          como fue tu voluntad;


Quebrantaste las puertas          y sacaste a los santos padres.  360

Tú eres rey de los reyes          y de todo el mundo padre;


A ti adoro y creo          de toda voluntad,


Y ruego a san Pedro          que me ayude a rogar


Por mío Cid el Campeador          que Dios le cuide de mal.


¡Cuando hoy nos partimos,          en vida haznos juntar!  365

Narrador



La oración hecha,          la misa acabado la han;


Salieron de la iglesia,          ya quieren cabalgar.


El Cid a doña Jimena          íbala a abrazar;


Doña Jimena al Cid          las manos le va a besar,


Llorando de los ojos,          que no sabe cómo actuar.  370

Y él a las niñas          tornolas a catar:


Cid



A Dios os encomiendo          y al Padre espiritual;


Ahora nos partimos,          Dios sabe el juntar.


Narrador



Llorando de los ojos,          como no visteis tal,


Así se parten unos de otros,          como la uña de la carne.  375

Mío Cid con los sus vasallos          pensó en cabalgar;


A todos esperando,          la cabeza tornando va.


Con tan gran sabor,          habló Minaya Álvar Fáñez:


Minaya



Cid, ¿do son vuestros esfuerzos?          ¡En buena hora nacisteis de madre!


Pensemos seguir nuestra vía,          esto se ha de dejar;  380

Aun todos estos duelos          en gozo se tornarán;


Dios, que nos dio las almas,          consejo nos dará.


Narrador



Al abad don Sancho,          tornan a aconsejar


Cómo sirva a doña Jimena          y a las hijas que ha,


Y a todas sus dueñas          que con ellas están;  385

Bien sepa el abad          que buen galardón por ello tendrá.


Tornado es don Sancho          y habló Álvar Fáñez:


Minaya



Si viereis gentes venir          para con nosotros ir, abad,


Decidles que sigan el rastro          y piensen en andar,


Que en yermo o en poblado          nos podrán alcanzar.  390

Narrador



Soltaron las riendas,          piensan en andar;


Cerca está el plazo          para el reino dejar.


Vino mío Cid          a yacer a Espinaz de Can;


Otro día de mañana,          piensa en cabalgar.


Muchas gentes se le acogen          esa noche de todas partes.  395

Saliéndose va del reino          el Campeador leal;


De siniestro, San Esteban,          una buena ciudad;


De diestro, allí son las torres          que moros las han.


Pasó por Alcubilla,          que de Castilla fin es ya;


La calzada de Quinea          íbala a traspasar;  400

Sobre Navapalos          el Duero va a pasar;


A La Figueruela,          mío Cid iba a posar.


Vánsele acogiendo          gentes de todas partes.



19

El ángel Gabriel se aparece en sueños al Cid



Allí se echaba mío Cid,          después que cenó;


Cogió un dulce sueño,          tan bien se durmió.  405

El ángel Gabriel          en sueño se apareció:


Ángel



Cabalgad, Cid,          el buen Campeador,


Que nunca en tan buen punto          cabalgó varón;


Mientras que viviereis          bien saldrá todo a vos.


Narrador



Cuando despertó el Cid,          la cara se santiguó;  410

Se signaba la cara,          a Dios se encomendó;


Estaba muy contento          del sueño que soñó.



20

Último día de plazo



Otro día de mañana,          piensan en cabalgar;


Ese día hay de plazo,          sabed que no más.


A la sierra de Miedes          ellos iban a posar.  415


21

El Cid pasa revista a sus tropas



Aún era de día,          no se había puesto el sol;


Mandó ver a sus gentes          mío Cid el Campeador.


Sin las peonadas,          hombres valientes que son,


Contó trescientas lanzas,          que todas tienen pendones.



22

El Cid invade las tierras del rey de Toledo, tributario del rey don Alfonso

Cid



¡Temprano dad cebada,          así el Criador os salve!  420

El que quisiere coma;          y el que no, cabalgue.


Pasaremos la sierra          que fiera es y grande;


La tierra del rey Alfonso          esta noche la podemos dejar;


Después, quien nos buscare,          hallarnos podrá.


Narrador



De noche pasan la sierra,          mañana venido ha,  425

Y, por la loma abajo,          piensan en andar.


En medio de una montaña,          maravillosa y grande,


Mandó mío Cid posar          y cebada dar.


Díjoles a todos          cómo quería trasnochar;


Vasallos tan buenos          de corazón lo han;  430

Mandado de su señor          todo lo harán.


Antes que anochezca,          piensan en cabalgar;


Por tal lo hace mío Cid          que no lo ventase nadie.


Anduvieron de noche          que vagar no se dan;


Do dicen Castejón,          el que es sobre el Henares,  435

Mío Cid se echó en celada          con aquellos que él trae.


El que en buena hora nació          toda la noche en celada yace,


Como los aconsejaba          Minaya Álvar Fáñez.



23

Toma de Castejón y algara sobre el Henares

Minaya



¡Ya, Cid,          en buena hora ceñisteis espada!


Vos, con ciento          de nuestra compaña,  440

Después que a Castejón          ganemos en celada,...


Cid



Vos con los doscientos          id vos en algara;


Allá vaya Álvar Álvarez          y Álvar Salvadórez sin falla,


Y Galín García          una valiente lanza;6


Caballeros buenos          que acompañen a Minaya.


Osadamente corred,          que por miedo no dejéis nada;  445

Hita abajo          y por Guadalajara;


Hasta Alcalá          lleguen las algaras;7


Y bien cojan          todas las ganancias,


Que por miedo de los moros          no dejen nada;


Y yo con los cien          aquí quedaré en la zaga;


Tendré yo Castejón          donde tendremos gran guarda.  450

Si peligro os viniere          alguno en la algara,


Mandadme aviso          muy presto a la zaga;


De este socorro,          hablará toda España.


Narrador



Nombrados son          los que irán en la algara,


Y los que con mío Cid          quedarán en la zaga.  455

Ya quiebran los albores          y venía la mañana;


Salía el sol,          ¡Dios, qué, hermoso apuntaba!


En Castejón,          todos se levantaban;


Abren las puertas,          afuera salto daban


Por ver sus heredades          y todas sus labranzas.  460

Todos han salido,          las puertas abiertas son dejadas


Con pocas gentes          que en Castejón quedaran;


Las gentes de fuera          todas son desparramadas.


El Campeador          salió de la celada;


Corría          a Castejón sin falla.8  465

Moros y moras          teníanlos de ganancia,


Y los ganados,          cuantos en derredor andan.


Mío Cid, don Rodrigo,          a la puerta adeliñaba;


Los que la tienen,          cuando vieron la alarma,


Tuvieron miedo          y fue desamparada.  470

Mío Cid Ruy Díaz          por las puertas entraba;


En mano trae          desnuda la espada;


Quince moros mataba          de los que alcanzaba.


Ganó a Castejón          y el oro y la plata.


Sus caballeros          llegan con la ganancia;  475

Déjanla a mío Cid,          todo esto no precia en nada.


He allí los doscientos tres          en la algara,


Y sin duda corren;          hasta Alcalá llegó la enseña de Minaya;


Y, desde allí arriba,          tórnanse con la ganancia,


Henares arriba          y por Guadalajara.  480

¡Tanto traen          de grandes ganancias!:


Muchos ganados          de ovejas y de vacas,


Y de ropas          y de otras riquezas largas.9


Derecha viene          la enseña de Minaya;


No osa ninguno          dar salto a la zaga.


Con este haber,          tórnase esa compaña;


Helos en Castejón,          do el Campeador estaba  485

El castillo dejó en su poder,          el Campeador cabalga;


Saliolos a recibir          con esta su mesnada;


Con los brazos abiertos,          recibe a Minaya:


Cid



¡Venís, Álvar Fáñez,          una ardida lanza!


Do yo os enviase,          bien tendría tal esperanza.  490

Eso con esto sea juntado          y de toda ganancia


Os doy la quinta          si la quisiereis, Minaya.



24

Álvar Fáñez rechaza la quinta que le ofrece el Cid

Minaya



Mucho os lo agradezco,          Campeador contado.


De esta quinta,          que me habéis mandado,


Se pagaría de ella          Alfonso el castellano.  495

Yo os la dejo          y tenedlo por librado.


A Dios lo prometo,          a Aquel que está en alto,


Hasta que yo me pague          sobre mi buen caballo,


Lidiando          con moros en el campo,


Que emplee la lanza          y a la espada meta mano,  500

Y por el codo abajo          la sangre destellando,


Ante Ruy Díaz,          el lidiador contado,


No tomaré de vos          cuanto vale un dinero malo;


Hasta que por mí ganaréis          cuanto que sea algo,


Todo lo otro          helo en vuestra mano.  505


25

Reparto del botín y venta del quinto del Cid a los moros

Narrador



Estas ganancias          allí eran juntadas.


Temió mío Cid,          el que en buena hora ciñó espada,


Al rey Alfonso,          que llegarían sus compañas,


Que le buscaría mal          con todas sus mesnadas.


Mandó repartir          toda esa ganancia;  510

Sus quiñoneros          que se los diesen por carta.


Sus caballeros          fortuna alcanzan,


A cada uno de ellos,          caen cien marcos de plata;


Y a los peones,          la mitad sin falla;


Toda la quinta          a mío Cid quedaba.  515

Aquí no lo pueden vender          ni dar en manda;


Ni cautivos ni cautivas          no quiso traer en su compaña.


Habló con los de Castejón          y envió a Hita y a Guadalajara:


Esta quinta          por cuánto sería comprada;


Aún con lo que le diesen          que tuviese gran ganancia.  520

Juzgaron los moros          tres mil marcos de plata.


Plugo a mío Cid          esta oferta dada.


Al tercer día,          dados fueron sin falla.


Juzgó mío Cid,          con toda su compaña,


Que, en el castillo,          no tendría allí morada  525

Y que sería retenedor,          mas no tendría allí agua.


Cid



Los moros están en paz,          que escrita es la carta;


Nos buscaría el rey Alfonso          con toda su mesnada.


Dejar quiero a Castejón,          ¡oíd, mesnadas y Minaya!



26

El Cid abandona a Castejón y se dirige a las tierras del valle del Jalón



Lo que yo dijere          no lo tengáis a mal:  530

En Castejón,          no podríamos quedar;


Cerca está el rey Alfonso          y a buscarnos vendrá.


Mas el castillo          no lo quiero asolar;


Cien moros y cien moras          quierolos librar,


Porque lo tomé de ellos,          que de mí no digan mal.  535

Todos sois pagados          y ninguno por pagar.


Mañana por la mañana,          pensemos en cabalgar;


Con Alfonso, mi señor,          no querría lidiar.


Narrador



Lo que dijo el Cid          a todos los otros place.


Del castillo que tomaron,          todos ricos se parten;  540

Los moros y las moras          bendiciendo le están.


Vanse Henares arriba          cuanto pueden andar;


Cruzan las Alcarrias          e iban adelante;


Por las cuevas de Anguita,          ellos pasando van;


Pasaron las aguas,          entraron al campo de Toranz;  545

Por esas tierras abajo,          cuanto pueden andar;


Entre Ariza y Cetina,          mío Cid iba a albergar.


Grandes son las ganancias que tomó          por la tierra do va.


No lo saben los moros          las intenciones que han.


Otro día se movió,          mío Cid el de Vivar,  550

Y pasó a Alhama,          la hoz abajo va;


Pasó a Bubierca          y a Teca que está adelante;


Y, sobre Alcocer,          mío Cid iba a posar


En un otero redondo,          fuerte y grande;


Cerca corre el Jalón,          a Alcocer piensa ganar.  555

Mío Cid don Rodrigo          a Alcocer piensa ganar.



27

El Cid acampa sobre Alcocer



Bien puebla el otero,          firme planta las posadas;


Los unos contra la sierra,          los otros contra el agua.


El buen Campeador,          que en buena hora ciñó espada,


Alrededor del otero,          bien cerca del agua,  560

A todos sus varones          mandó hacer una cárcava,


Que de día ni de noche          no le diesen alarma,


Que supiesen que mío Cid          allí tenía morada.



28

Somete a parias a Alcocer



Por todas esas tierras,          iban los mandados,


Que el Campeador mío Cid          allí había poblado;  565

Ha venido a moros,          salido ha de cristianos;


En la su vecindad,          no se atreven a ganar tanto.


Alegrándose va mío Cid          con todos sus vasallos;


El castillo de Alcocer          en parias va entrando;


Los de Alcocer a mío Cid          ya le dan parias de grado;  570


29

Conquista de Alcocer



Y los de Teca          y los de Terrer la casa;


A los de Calatayud,          sabed, mal les pesaba.


Allí posó mío Cid          cumplidas quince semanas.


Cuando vio mío Cid          que Alcocer no se le daba,


Él hizo un plan          y no lo retardaba:  575

Deja una tienda hincada          y las otras llevaba;


Cogió Jalón abajo,          la su enseña alzada,


Las lorigas vestidas          y ceñidas las espadas,


A guisa de hombre prudente          por sacarlos a celada.


Veíanlo los de Alcocer,          ¡Dios, cómo se alababan!  580

Habitantes de Alcocer



Ha fallado a mío Cid          el pan y la cebada;


Las otras con trabajo lleva,          una tienda es dejada.


De guisa va mío Cid          como si en derrota escapara.


Demos salto a él          y haremos gran ganancia,


Antes que le prendan los de Terrer,          si no, no nos darán de ello nada;  585

Las parias que él ha tomado          nos las tornará dobladas.


Narrador



Salieron de Alcocer          con prisa muy extraña;


Mío Cid, cuando los vio fuera,          se fue como de escapada;


Cogió Jalón abajo,          junto con los suyos marcha.


Dicen los de Alcocer:


Habitantes de Alcocer



¡Ya se nos va la ganancia!
 590

Narrador



Los grandes y los chicos          fuera salto daban,


Con el ansia de apresar,          de lo demás, no piensan nada;


Abiertas dejan las puertas,          que ninguno las guarda.


El buen Campeador          la su cara tornaba;


Vio que entre ellos y el castillo          había una gran plaza;  595

Mandó tornar la enseña,          aprisa espoleaban.


Cid



¡Heridlos, caballeros,          a todos sin alarma!


¡Con la merced del Criador,          nuestra es la ganancia!


Narrador



Revueltos luchan con ellos          en medio de la plaza.


¡Dios, qué bueno es el gozo          por esta mañana!  600

Mío Cid y Álvar Fáñez          adelante aguijaban;


Tienen buenos caballos,          sabed, a su guisa les andan;


Entre ellos y el castillo,          entonces entraban.


Los vasallos de mío Cid          sin piedad les daban;


En una hora y un poco de lugar          trescientos moros matan.  605

Dando grandes alaridos,          los que están en la celada,


Dejándolos van delante,          para el castillo se tornaban;


Las espadas desnudas,          en la puerta se paraban.


Luego llegaban los suyos,          pues la batalla es ganada.


Mío Cid ganó a Alcocer,          sabed, por esta maña.  610



 


30

Se iza la enseña del Cid en Alcocer



Vino Pero Bermúdez,          que la enseña tiene en mano;


Púsola encima,          en todo lo más alto.


Habló mío Cid Ruy Díaz,          el Campeador contado:


Cid



¡Gracias a Dios del cielo          y a todos los sus santos!


Ya mejoraremos posadas          a dueños y a caballos.  615


31

Plan del Cid después de la victoria



Oídme, Álvar Fáñez,          y todos los caballeros:


En este castillo,          gran haber hemos hecho;


Los moros yacen muertos,          de vivos pocos veo.


Los moros y las moras          vender no los podremos,


Que los descabecemos          nada ganaremos;  620

Acojámoslos dentro          que el señorío tenemos;


Posaremos en sus casas          y de ellos nos serviremos.



32

El rey de Valencia envía fuerzas para recobrar Alcocer

Narrador



Mío Cid con esta ganancia          en Alcocer está;


Hizo enviar por la tienda          que dejara allá.


Mucho pesa a los de Teca          y a los de Terrer no place,  625

Y, a los de Calatayud,          sabed, pesando va.


Al rey de Valencia,          enviaron con mensaje:


Mensajero



Que a uno que decían          mío Cid Ruy Díaz de Vivar,


Airolo el rey Alfonso,          de tierra echado lo ha;


Vino a posar sobre Alcocer,          en un tan fuerte lugar;  630

Sacolos a celada,          el castillo ganado ha;


Si no das auxilio,          a Teca y a Terrer perderás;


Perderás a Calatayud,          que no puede escapar;


La ribera del Jalón          toda irá a mal;


Así será lo de Jiloca,          que está en la otra parte.  635

Narrador



Cuando lo oyó el rey Tamín,          de corazón le pesó mal:


Tamín



Tres reyes veo de moros,          en derredor de mí estar;


No lo retardéis,          los dos id para allá;


Tres mil moros llevéis          con armas de lidiar,


Con los de la frontera          que os ayudarán;  640

Prendédmelo con vida,          traédmelo delante;


Porque se me entró en mi tierra,          derecho me habrá de dar.


Narrador



Tres mil moros cabalgan          y piensan en andar;


Ellos vinieron a la noche          en Segorbe a posar.


Otro día de mañana,          piensan en cabalgar;  645

Vinieron a la noche          a Celfa a posar.


Por los de la frontera,          piensan de enviar;


No lo detienen,          vienen de todas partes.


Salieron de Celfa,          la que dicen del Canal;


Anduvieron todo el día,          que vagar no se dan;  650

Vinieron esa noche          a Calatayud a posar.


Por todas esas tierras,          los pregones dan;


Gentes se juntaron,          excesivas de grandes,


Con estos dos reyes          que dicen Fáriz y Galve;


Al bueno de mío Cid,          en Alcocer le van a cercar.  655


33

Los moros ponen sitio a Alcocer



Hincaron las tiendas          y prenden las posadas;


Crecen estas fuerzas,          que gentes son sobejanas.


Los centinelas,          que los moros sacan,


De día y de noche,          envueltos andan en armas;


Muchos son los centinelas          y grande es la almofalla;  660

A los de mío Cid,          ya les quitan el agua.


Las mesnadas de mío Cid          salir querían a batalla;


El que en buena hora nació          firme se lo vedaba.


Tuviéronsela en cerco          cumplidas tres semanas.



34

Plan de campaña: el Cid ordena a sus caballeros; Pero Bermúdez lleva valientemente la enseña



Al cabo de tres semanas,          la cuarta quería entrar,  665

Mío Cid con los suyos          tornose a aconsejar:


Cid



El agua nos han vedado,          nos faltará el pan;


Que nos queramos ir de noche          no nos lo consentirán;


Grandes son los poderes          para con ellos lidiar.


Decidme, caballeros,          cómo os place actuar.  670

Narrador



Primero habló Minaya,          un caballero cabal:


Minaya



De Castilla la gentil,          hemos venido acá;


Si con moros no lidiáremos,          no nos darán el pan.


Bien somos nos seiscientos,          algunos hay de más;


¡En el nombre del Criador,          que por nada quede ya!  675

¡Vayámoslos a herir          mañana sin más tardar!


Narrador



Dijo el Campeador:


Cid



A mi guisa hablasteis;



Os honrasteis, Minaya,          como de vos cabría esperar.


Todos los moros y las moras          afuera los manda echar,


Que no supiese ninguno          esta su puridad.  680

El día y la noche,          piénsanse en preparar.


Otro día de mañana,          el sol quería apuntar;


Armado está mío Cid          con cuantos con él hay.


Hablaba mío Cid,          como oiréis contar:


Cid



Todos salgamos afuera,          que no quede nadie,  685

Sino dos peones solos          para la puerta guardar;


Si nos muriéremos en el campo,          en el castillo nos entrarán;


Si venciéremos la batalla,          riqueza nos crecerá;


Y vos, Pero Bermúdez,          la mi enseña tomad;


Como sois muy bueno,          la tendréis con lealtad;  690

Mas no aguijéis con ella,          si yo no os lo mandare.


Narrador



Al Cid besó la mano,          la enseña va a tomar.


Abrieron las puertas,          afuera salto dan.


Viéronlo los vigías de los moros,          a la Almofalla se van a tornar.


¡Qué prisa hay en los moros!,          y se tornaron a armar.  695

Ante el ruido de tambores,          la tierra quería quebrar;


Veríais armarse moros,          aprisa entran en haz.


De parte de los moros,          dos enseñas hay caudales


E hicieron dos haces de peones mezclados,          ¿quién los podría contar?


Los haces de los moros          ya se mueven adelante  700

Para a mío Cid y a los suyos          a manos los tomar.


Cid



Quedas sed, mesnadas,          aquí, en este lugar;


No se mueva ninguno          hasta que yo lo mande.


Narrador



Aquel Pero Bermúdez          no lo pudo aguantar;


La enseña tiene en mano,          empezó a espolear:  705

Bermúdez



¡El Criador os valga,          Cid Campeador leal!


Voy a meter vuestra enseña          en aquel mayor haz;


Los que el deber tenéis,          veremos cómo la socorráis.


Narrador



Dijo el Campeador:


Cid



¡No sea por Caridad!



Narrador



Repuso Pero Bermúdez:


Pero Bermúdez



¡Por nada quedará!
 710

Narrador



Espoleó al caballo          y metiole en el mayor haz;


Los moros le reciben          por la enseña ganar;


Danle grandes golpes,          mas no le pueden falsear.


Dijo el Campeador:


Cid



¡Valedle, por caridad!




35

Los del Cid socorren a Pero Bermúdez que lleva la enseña al grueso de los moros

Narrador



Embrazan los escudos          delante los corazones;  715

Bajan las lanzas,          envueltas de los pendones;


Inclinaron las caras,          arriba de los arzones;


Íbanlos a herir          con fuertes corazones.


Con grandes voces llama          el que en buena hora nació:


Cid



¡Heridlos, caballeros,          por amor de caridad!  720

¡Yo soy Ruy Díaz,          el Cid Campeador de Vivar!


Narrador



Todos hieren en el haz          donde está Pero Bermúdez;


Trescientas lanzas son,          todas tienen pendones;


Sendos moros mataron,          todos de sendos golpes;


A la tornada que hacen,          otros tantos son.  725


36

Descripción de la batalla



¡Veríais tantas lanzas          bajar y alzar;


Tanta adarga          horadar y traspasar;


Tanta loriga          romper y desmallar;


Tantos pendones blancos          salir bermejos de sangre;


Tantos buenos caballos          sin sus dueños andar!  730

Los moros llaman:


Moros



¡Mahoma!



Narrador



Y los cristianos:



Cristianos



¡Santi Yague!



Narrador



Caían en un poco de lugar          moros muertos mil y trescientos ya.



37

Mención de los caballeros que luchan con el Cid



¡Qué bien lidia          sobre dorado arzón


Mío Cid Ruy Díaz,          el buen lidiador!


Minaya Álvar Fáñez,          que Zorita mandó;  735

Martín Antolínez,          el burgalés de pro;


Muño Gustioz,          que su criado fue;


Martín Muñoz,          el que mandó a Montemayor;


Álvar Álvarez          y Álvar Salvadórez;


Galín García,          el bueno de Aragón;  740

Félez Muñoz,          sobrino del Campeador.


Desde allí adelante          cuantos allí son,


Socorren la enseña          y a mío Cid el Campeador.



38

El Cid socorre a Álvar Fáñez y lucha contra Fáriz



A Minaya Álvar Fáñez,          matáronle el caballo;


Bien le socorren          mesnadas de cristianos;  745

La lanza ha quebrado,          a la espada metió mano;


Aunque de pie,          buenos golpes va dando.


Violo mío Cid,          Ruy Díaz el castellano,


Arrimose a un alguacil,          que tenía buen caballo,


Diole tal golpe de espada          con el su diestro brazo,  750

Cortole por la cintura,          el medio echó en el campo;


A Minaya Álvar Fáñez,          íbale a dar el caballo:


Cid



¡Cabalgad, Minaya,          vos sois el mi diestro brazo!


Hoy en este día,          de vos habré gran amparo.


Firmes están los moros,          aún no se van del campo.  755

Narrador



Cabalgó Minaya,          la espada en la mano,


Por estas fuerzas          firmemente lidiando;


A los que alcanza,          valos matando.


Mío Cid Ruy Díaz,          el Campeador contado,


Al rey Fáriz,          tres golpes le había dado;  760

Los dos le fallan          y el uno le ha alcanzado;


Por la loriga abajo,          la sangre destellando;


Volvió las riendas          por írsele del campo.


Por aquel golpe          el ejército es derrotado.



39

Martín Antolínez lucha contra Galve. Huida de los moros



Martín Antolínez          un golpe dio a Galve;  765

Los rubíes del yelmo          echóselos aparte;


Cortole el yelmo,          que llegó a la carne.


Sabed, el otro          no se atrevió a esperarle.


Derrotado es          el rey Fáriz y Galve.


¡Tan buen día          para la cristiandad  770

Pues huyen los moros          de una y otra parte!


Los de mío Cid          hiriendo en alcance;


El rey Fáriz          en Terrer se fue a entrar,


Y, a Galve,          no le acogieron allá;


Para Calatayud,          cuanto puede se va.  775

El Campeador          íbalo en alcance;


Hasta Calatayud          duró el acosar.



40

Álvar Fáñez cumple su voto. Fin de la batalla. Reparto del botín. El Cid envía el primer donativo al rey



A Minaya Álvar Fáñez,          bien le anda el caballo;


De estos moros,          mató a treinta y cuatro;


Espada tajadora,          sangriento trae el brazo,  780

Por el codo abajo,          la sangre destellando.


Dice Minaya:


Minaya



Ahora soy pagado



Que a Castilla          irán buenos mandados,


Que mío Cid Ruy Díaz          lid campal ha ganado.


Narrador



Tantos moros yacen muertos          que pocos vivos han dejado,  785

Que en alcance          sin duda les fueron dando.


Ya se tornan          los del Campeador contado.


Andaba mío Cid          sobre su buen caballo;


La cofia fruncida,          ¡Dios, cómo es bien barbado!


El almófar a cuestas,          la espada en la mano,  790

Vio a los suyos          cómo van llegando.


Cid



¡Gracias a Dios,          aquel que está en alto,


Cuando tal batalla          hemos ganado!


Narrador



Este campamento,          los de mío Cid luego lo han robado


De escudos y de armas          y de otros haberes largos;  795

De los moriscos,          cuando son llegados,


Hallaron          quinientos diez caballos.10


Grande alegría hay          entre esos cristianos;


Más de quince de los suyos          de menos no hallaron.


Traen oro y plata,          que no saben cuánto;


Con esta ganancia,          rehechos son todos esos cristianos.  800

A sus castillos, a los moros          dentro los han tornado;


Mando mío Cid          aún que les diesen algo.


Gran gozo ha mío Cid          con todos sus vasallos.


Dio a partir estos dineros          y estos haberes largos;


En la su quinta,          al Cid caen cien caballos.  805

¡Dios, qué bien pagó          a todos sus vasallos,


A los peones          y a los encabalgados!


Bien lo dispone          el Campeador contado,


Cuantos él trae,          todos son pagados.


Cid



¡Oíd, Minaya,          sois mi diestro brazo!  810

De esta riqueza,          que el Criador nos ha dado,


A vuestra guisa          tomad con vuestra mano.


Enviaros quiero          a Castilla con mandado


De esta batalla          que hemos ganado.


Al rey Alfonso,          que me ha airado,  815

Quiérele enviar en don          treinta caballos;


Todos con sillas          y muy bien enfrenados;


Sendas espadas          de los arzones colgando.


Narrador



Dijo Minaya Álvar Fáñez:


Minaya



Esto haré yo de grado.




41

El Cid quiere cumplir el voto a Santa María

Cid



He aquí          oro y plata,  820

Una bota llena,          que nada no le menguaba.


En Santa María de Burgos,          pagad mil misas;


Lo que sobrare          dadlo a mi mujer y a mis hijas,


Que rueguen por mí          las noches y los días;


Si yo les viere,          serán dueñas ricas.  825


42

Álvar Fáñez se prepara para ir a Castilla

Narrador



Minaya Álvar Fáñez          de esto es pagado;


Para ir con él          hombres son designados.11


Ahora daban cebada,          ya la noche era entrada;


Mío Cid Ruy Díaz          con los suyos se acordaba:



43

El Cid se despide de Álvar Fáñez

Cid



¡Os vais, Minaya,          a Castilla la gentil!


A nuestros amigos,          bien les podéis decir:  830

Dios nos valió          y vencimos la lid.


A la vuelta,          si nos hallareis aquí,


Si no, do supiereis que estamos          a buscarnos id.


Por lanzas y por espadas          hemos de subsistir;


Si no, en esta tierra angosta,          no podríamos vivir.  835


44

Venta de Alcocer

Narrador



Ya está dispuesto,          por la mañana se fue Minaya;


Y el Campeador          quedó con su mesnada.


La tierra es angosta          y extremada de mala.


Todos los días,          a mío Cid espiaban


Moros de las fronteras          y unas gentes extrañas.  840

Sanó el rey Fáriz,          con él se aconsejaban.


Entre los de Teca          y los de Terrer la casa,


Y los de Calatayud,          que es más honrada,


Así lo han acordado          y registrado en carta:


Les ha vendido Alcocer          por tres mil marcos de plata.  845


45

El Cid reparte las ganancias



Mío Cid Ruy Díaz          a Alcocer ha venido.


¡Qué bien pagó          a sus vasallos mismos!


A caballeros y a peones,          hechos los ha ricos;


En todos los suyos,          no hallaréis un mezquino.


Quien a buen señor sirve          siempre vive en regocijo.  850


46

El Cid deja el valle del Jalón y entra en las tierras del Jiloca



Cuando mío Cid          el castillo quiso dejar,


Moros y moras          pusiéronse a quejar:


Moros



¿Te vas, mío Cid?          ¡Nuestras oraciones váyante delante!


Nos contentos quedamos,          señor, de la tu parte.


Narrador



Cuando dejó Alcocer          mío Cid el de Vivar,  855

Moros y moras          empezaron a llorar.


Alzó su enseña,          el Campeador se va;


Pasó Jalón abajo,          aguijó hacia adelante;


Al salir del Jalón,          hubo muy buenas aves.


Plugo a los de Terrer          y a los de Calatayud más;  860

Pesó a los de Alcocer          que pro les hacía grande


Aguijó mío Cid,          íbase hacia adelante;


Allí se asentó en un poyo          que está sobre Monreal;


Alto es el poyo,          maravilloso y grande;


No teme guerra,          sabed, de ninguna parte.  865

Metió en paria          a Daroca antes;


Después a Molina,          que está a la otra parte;


La tercera, Teruel,          que estaba delante;


En su mano tenía          a Celfa la del Canal.



47

Embajada de Minaya. El Rey acepta los regalos y perdona a Minaya, mas no al Cid



¡Mío Cid Ruy Díaz,          de Dios haya su gracia!  870

Ido es a Castilla          Álvar Fáñez Minaya,


Treinta caballos          al Rey los presentaba;


Violos el Rey,          hermoso se alegraba:


Rey



¿Quién me los dio estos?          ¡Así os valga Dios, Minaya!


Minaya



Mío Cid Ruy Díaz,          que en buena hora ciñó espada,  875

Venció dos reyes de moros          en esta batalla;


Sobejana es señor,          la su ganancia.


A vos, rey honrado,          este presente manda;


Bésaos los pies          y las manos ambas;


Que le hagáis merced,          ¡así el Criador os valga!  880

Narrador



Dijo el Rey:


Rey



¡Mucho es mañana,



Hombre airado,          que de señor no ha gracia,


Para acogerlo          al cabo de tres semanas!


Mas, ya que de moros fue,          tomo esta manda;


Aún me place de mío Cid          que hizo en tal ganancia.  885

Además de todo esto,          a vos libro, Minaya,


Honores y tierras          tenedlas condonadas;


Id y venid,          desde aquí os doy mi gracia;


Mas, del Cid Campeador,          yo no os digo nada.


Además de todo esto,          deciros quiero, Minaya:  890


48

El Rey autoriza a los guerreros a ir con el Cid



De todo mi reino,          los que quisieren marchar,


Buenos y valientes,          para mío Cid ayudar,


Suéltoles los cuerpos          y líbroles las heredades.


Narrador



Besole las manos          Minaya Álvar Fáñez.


Minaya



Gracias, Rey,          como a señor natural;  895

Esto haces ahora          más haréis adelante.



49

El Cid hace incursiones desde El Poyo. Luego, lo abandona y se asienta en el pinar de Tévar. Regreso de Minaya

Rey



Id por Castilla          y os dejen andar, Minaya;


Sin ningún estorbo,          id a mío Cid a buscar ganancia.


Narrador



Quiéroos decir          del que en buena hora ciñó espada:


Aquel Poyo,          en él tomó posada,  900

Mientras que sea el pueblo de moros          y de la gente cristiana,


El Poyo de mío Cid,          así le dirán por carta.


Estando allí,          mucha tierra saqueaba.


El valle del río Martín,          todo lo metió en parias;


A Zaragoza,          sus nuevas llegaban;  905

No place a los moros,          firmemente les pesaba.


Allí estuvo mío Cid          cumplidas quince semanas.


Cuando vio el caboso          que se tardaba Minaya,


Con todas sus gentes          hizo una trasnochada.


Dejó El Poyo,          todo lo desamparaba;  910

Allende Teruel,          don Rodrigo pasaba;


En el pinar de Tévar,          don Ruy Díaz posaba;


Todas esas tierras,          todas las depredaba;


A Zaragoza,          metido la ha en parias.


Cuando esto hubo hecho,          al cabo de tres semanas,  915

De Castilla,          ha venido Minaya;


Doscientos con él,          que todos ciñen espada;


No son en cuenta,          sabed, las peonadas.


Cuando vio mío Cid          asomar a Minaya,


Corriendo el caballo,          lo va a abrazar sin falla;  920

Besole la boca          y los ojos de la cara.


Todo se lo dice,          que no le encubre nada.


El Campeador          hermoso se alegraba:


Cid



¡Gracias a Dios          y a las sus virtudes santas!


Mientras vos viviereis,          bien me iré a mí, Minaya.  925


50

Alegría entre los del Cid por el regreso de Minaya

Narrador



¡Dios, cómo fue alegre          todo aquel fonsado,


Que Minaya Álvar Fáñez          así era llegado,


Trayéndoles saludos          de primos y de hermanos,


Y de sus compañas,          aquellas que habían dejado!



51

Regocijo del Cid



¡Dios, qué alegra está          la barba bellida,  930

Que Álvar Fáñez          pagó las mil misas,


Y que le trajo saludos          de su mujer y de sus hijas!


¡Dios cómo fue el Cid pagado          y mostró gran alegría!


Cid



¡Ya, Álvar Fáñez,          viváis muchos días!



52

Incursiones sobre Alcañiz

Narrador



No lo tardó          el Campeador contado;  935

Tierras de Alcañiz          negras las va dejando;


Y, en derredor,          todo lo va depredando.


Al tercer día,          donde salió allí ha tornado.



53

Las incursiones extienden la fama del Cid entre los moros



Ya va el mandado          por las tierras todas;


Pensando va          a los de Monzón y a los de Huesca;  940

Porque dan parias,          place a los de Zaragoza,


De mío Cid Ruy Díaz          que no temían ninguna deshonra.



54

El Cid se asienta en el puerto de Alucat. Siguen las incursiones por Huesca y Montalbán



Con estas ganancias          a la posada tornando se van;


Todos están alegres,          ganancias traen grandes;


Plugo a mío Cid          y mucho a Álvar Fáñez.  945

Sonriose el caboso          que no lo pudo aguantar:


Cid



Ya, caballeros,          os diré la verdad:


Quien en un lugar mora siempre          lo suyo puede menguar;


Mañana por la mañana,          pensemos en cabalgar;


Dejad estas posadas,          e iremos adelante.  950

Narrador



Entonces se mudó el Cid          al puerto de Alucat;


Desde allí, corre mío Cid          a Huesca y a Montalbán.


En esta corrida,          diez días vinieron a tardar.


Fueron los mandados          a todas partes:


Que el salido de Castilla          así los trae tan mal.  955

Los mandados son idos          a todas partes.



55

El conde de Barcelona se entera de que el Cid le corría la tierra amparada bajo su protección

Narrador



Llegaron las nuevas          al conde de Barcelona:


Que mío Cid Ruy Díaz          que le corría la tierra toda.


Tuvo gran pesar          y túvoselo a gran deshonra.



56

Bravatas y desafío del conde catalán y respuesta del Cid



El conde es muy follón          y dijo una vanidad:  960

Conde



Grandes tuertos me hace          mío Cid el de Vivar;


Dentro en mi corte          me hizo ofensa grande:


Hiriome el sobrino          y no lo enmendó más;


Ahora me corre las tierras          que en mi protección están.


No lo desafié,          ni le torné enemistad;  965

Mas, cuando él me lo busca,          se lo iré yo a demandar.


Narrador



Grandes son las fuerzas          y aprisa se van llegando;


Muchas gentes se le allegan          entre moros y cristianos;


Adeliñan tras mío Cid,          el bueno de Vivar;


Tres días y dos noches,          piensan en andar.  970

Alcanzaron a mío Cid          en Tévar y el pinar;


Así viene esforzado el conde          que a manos le pensó tomar.


Mío Cid don Rodrigo          trae ganancia grande;


Baja de una sierra          y llegaba a un valle.


Del conde don Remón          le ha venido mensaje.  975

Mío Cid, cuando lo oyó,          envió para allá:


Cid



Decid al conde          no lo tenga a mal;


De lo suyo no llevo nada,          déjeme ir en paz.


Narrador



Repuso el conde:


Conde



¡Esto no será verdad!



Lo de antes y de ahora          todo me lo pechará.  980

¡Sabrá el salido          a quién vino a deshonrar!


Narrador



Tornose el mandadero          cuanto pudo más;


Entonces lo conoce          mío Cid el de Vivar


Que a menos de batalla          no se pueden de allí escapar.



57

Arenga del Cid a sus tropas

Cid



Ya, caballeros,          aparte dejad la ganancia;  985

Aprisa guarneceos          y meteos en las armas;


El conde don Remón          nos dará gran batalla;


De moros y de cristianos,          gentes trae sobejanas;


A menos de batalla          no nos dejaría por nada.


Pues adelante irán tras nos,          aquí sea la batalla;  990

Apretad los caballos          y vestid las armas.


Ellos vienen cuesta abajo          y todos traen calzas,


Y las sillas ligeras          y las cinchas aflojadas;


Nosotros cabalgaremos sillas gallegas          y botas sobre calzas;


Cien caballeros          debemos vencer a aquellas mesnadas;  995

Antes que ellos lleguen al llano,          presentémosles las lanzas;


Por uno que hiráis          tres sillas irán sin carga.


¡Verá Remón Berenguer          tras quién vino a dar caza


Hoy, en este pinar de Tévar,          por quitarme la ganancia!



58

El Cid vence al conde de Barcelona y gana la espada Colada

Narrador



Todos están preparados,          cuando mío Cid esto hubo hablado;  1000

Habían tomado las armas          y estaban sobre los caballos.


Vieron cuesta abajo          la fuerza de los francos;


Al pie de la cuesta,          cerca está del llano,


Mandolos herir mío Cid,          el Campeador contado.


Esto hacen los suyos          de voluntad y de grado;  1005

Los pendones y las lanzas          tan bien los van empleando;


A los unos hiriendo          y a los otros derrocando.


Ha vencido esta batalla          el Campeador contado;


Al conde don Remón          a prisión le han tomado.


Allí ganó a Colada,          que vale más de mil marcos.  1010


59

El conde cae prisionero y empieza una huelga de hambre



Allí venció esta batalla          por lo que honró su barba.


Apresolo al conde,          para su tienda lo llevaba;


A sus servidores,          guardarlo mandaba.


Afuera de la tienda,          un salto daba;


De todas partes,          los suyos se juntaban;  1015

Plugo a mío Cid,          pues grandes son las ganancias.


A mío Cid don Rodrigo,          gran comida le adobaban;


El conde don Remón          no se lo precia nada;


Llévanle los manjares,          delante se los presentaban;


Él no lo quiere comer,          a todos los rechazaba:  1020

Conde



No comeré un bocado          por cuanto hay en toda España;


Antes perderé el cuerpo          y dejaré el alma,


Pues que tales malcalzados          me vencieron en batalla.



60

El Cid exhorta al conde a que coma

Narrador



Mío Cid Ruy Díaz          oiréis lo que dijo:


Cid



Comed, conde, de este pan          y bebed de este vino;  1025

Si lo que digo hiciereis,          saldréis de cautivo;


Si no, en todos vuestros días,          no veréis cristianismo.



61

El conde sigue la huelga de hambre

Narrador



Dijo el conde don Remón:


Conde



Comed, don Rodrigo, y pensad en holgar,



Que yo me dejaré morir,          que no quiero yantar.


Narrador



Hasta el tercer día,          no le pueden acordar;  1030

Ellos repartiendo          estas ganancias grandes,


No le pueden hacer comer          un bocado de pan.



62

Al fin, come el conde y el Cid le da la libertad



Dijo Mío Cid:


Cid



Comed, conde, algo,



Que, si no coméis,          no veréis cristianos;12


Y, si vos comiereis          como yo sea agradado,


A vos          y a dos hijosdalgo,  1035

Os libraré los cuerpos          y os daré de mano.13


Narrador



Cuando esto oyó el conde,          ya se iba alegrando.


Conde



Si lo hiciereis, Cid,          lo que habéis hablado.


Tanto cuanto yo viva,          seré de ello maravillado.


Cid



Pues, comed, conde,          y cuando hubiereis yantado,


A vos y a otros dos          os daré de mano.  1040

Mas, cuanto habéis perdido          y yo gané en el campo,


Sabed, no os daré a vos          un dinero malo;


Mas cuanto habéis perdido,          no os será dado,


Pues lo necesito          para éstos mis vasallos,


Que conmigo andan lacerados;          y no os será dado.  1045

Tomando de vos y de otros          nos iremos reparando;


Tendremos esta vida          mientras pluguiere al Padre Santo,


Como quien ira tiene de rey          y de tierra es echado.


Narrador



Alegre está el conde          y pidió agua para las manos,


Y pónenselo delante          y diéronselo apresurados.  1050

Con los caballeros          que el Cid le había dado,


Comiendo va el conde,          ¡Dios, qué de buen grado!


Cerca de él estaba          el Campeador contado:


Cid



Si bien no coméis, conde,          hasta ser de mi agrado,


Aquí haremos la morada,          no nos partiremos ambos.  1055

Narrador



Entonces dijo el conde:


Conde



¡De voluntad y de grado!



Narrador



Con estos dos caballeros          aprisa va yantando;


Contento está mío Cid,          que lo está mirando,


Porque el conde don Remón          tan bien movía las manos.


Conde



Si os agradare, mío Cid,          para ir estamos preparados;  1060

Mandad darnos las bestias          y cabalgaremos privado;


Desde el día que fui conde,          no yanté tan de buen grado;


El placer que de ello tengo          no será olvidado.


Narrador



Danle tres palafrenes          muy bien ensillados


Y buenas vestiduras          de pellizones y de mantos.  1065

El conde don Remón          entre los dos ha entrado;


Hasta el fin de la albergada,          los escoltó el castellano:


Cid



Ya os vais, conde,          a guisa de muy franco;


En gracia os lo tengo          lo que me habéis dejado.


Si os viniere en mente          que quisiereis vengarlo,  1070

Si me viniereis a buscar,          hallarme podréis,


y, si no, mandadme buscar:          o de lo vuestro me dejaréis


O de lo mío          llevaréis algo.


Conde



Holgad ya, mío Cid,          estáis en vuestro salvo;


Pagado os he          por todo este año;  1075

De veniros a buscar,          ni aún será pensado.



63

Partida recelosa del conde

Narrador



Aguijaba el conde          y pensaba en andar;


Tornando va la cabeza          y catando hacia atrás;


Miedo iba teniendo          que mío Cid se arrepentirá;


Lo que no haría el caboso          por cuanto en el mundo hay;  1080

¡Una deslealtad          que no la hizo a nadie!


Ido es el conde,          tornose el de Vivar;


Juntose con sus mesnadas,          comenzose a alegrar


De la gran ganancia que han hecho          maravillosa y grande.   

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