Dentro del ciclo Encuentros con Platero que
promueve la Fundación Zenobia Juan Ramón Jiménez en este año, ayer se celebró en
la casa museo de Moguer, una interesante conferencia en la que el profesor José
Andrés Álvaro Ocáriz explicó las claves del espíritu modernista que impregna las
páginas de ‘Platero y yo’.
La concejala de Cultura del Ayuntamiento de
Moguer, Lourdes Garrido, y el director de la Fundación del Nobel, Antonio
Ramírez Almanza, presentaron al profesor Álvaro Ocáriz destacando su intensa y
fructífera labor docente durante más de un cuarto de siglo, así como su faceta
de promotor y difusor de la cultura, con varias publicaciones y cientos de
conferencias y artículos sobre distintos aspectos y figuras literarias.
En la conferencia de ayer, que contó con una gran
asistencia de público, el profesor Álvaro Ocáriz analizó las relaciones y claves
modernistas presentes en la obra ‘Platero y yo’, explicando cómo muchos
trabajos del Nobel moguereño tienen un marcado acento modernista con el que el
poeta reclama una regeneración de la sociedad española, y una búsqueda de ese
«alma» del pueblo cuya idea nace a partir del romanticismo alemán. Así, en
libros como Entes y sombras de mi infancia, Por el cristal amarillo, Josefito
Figuraciones y por encima de todos, ‘Platero y yo’, Juan Ramón asume también esa
teoría, y de alguna manera, intenta encontrar ese «alma» en el paisaje.
Con el contacto cercano y casi espiritual con la
naturaleza Juan Ramón se suma a esa idea de que las naciones aparentemente
inferiores, como era en ese momento el caso de una España que había perdido ya
todas sus colonias y cuya sociedad arrastraba los males de una incultura
galopante, tenían, en contraste con las naciones poderosas y materialistas,
fuerzas espirituales especiales. Lo que no tenían en términos económicos lo
compensaban con ese «alma» y con esas virtudes espirituales que aún conservaba
el campo, la naturaleza.
Como afirmaba también el profesor Richard
Cardwell, ‘Platero y yo’ es el último libro modernista que escribió Juan Ramón,
y en él se combina el idealismo krausista con esta idea determinista-espiritual
de que en el paisaje y en la gente humilde quedan una espontaneidad creativa y
una fraternidad compasiva, que debe recuperar una nación, como aquella España de
principios del siglo XX, que ha perdido su sentido de identidad y que atravesaba
una profunda crisis.
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