miércoles, 30 de julio de 2025

Blas de Otero a San Ignacio de Loyola

 Blas de Otero escribió en 1941 este poema dedicado a San Ignacio de Loyola:


Sustenta, capitán, nuestras entrañas

de fe, con tu valor insatisfecho

y pon la cruz del pelear al pecho

vacilante al nivel de las montañas.


Vuelve otra vez, por el dolor, las cañas

lanzas de combate firme y derecho,

que ya de nuevo le resulta estrecho

el mundo a la ambición de las Españas.


Mira a Varsovia y Portugal midiendo

la exactitud del orbe, en el espanto

del despertar terrible de Castilla.


Y, como tú, vamos aprendiendo

la humildad que nos llega del quebranto

de una bala de Dios en la rodilla.


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sábado, 26 de julio de 2025

Antonio Machado, 150 años (las mejores poesías en lengua española)

 Un veintiséis  de julio de hace 150 años nacía en Sevilla Antonio Machado, uno de nuestros mejores poetas.




Decía Blas de Otero:

“Machado es la figura más importante del siglo XX español. Uno de los dos o tres más importantes de la literatura en castellano. Y no hablo solo por mí. Toda la joven generación española dirá lo mismo. Porque en Machado está presente el pueblo y su patria. Porque Machado es un poeta de la realidad.”

En palabras de Menéndez Pidal:

"Machado es el mayor de entre los poetas españoles de nuestro siglo. De su arraigo en la indestructible sustancia popular, de su fidelidad al pueblo, a su sabiduría sedimentada, a su dolor y a su esperanza, procede sin duda esa extraordinaria robustez, esa fuerza de crecimiento y de expansión, esa hondura de humanidad total, que dura contra el tiempo en la poesía de Machado y que da tan sólidas raíces a su estatura de hombre singular y libre, de creador y de contemplador.

 Un homenaje a Machado resuena así, inevitablemente, como un homenaje al pueblo español, al pueblo simple y duradero, al trozo de humanidad con el que él mismo hubiera deseado fundirse para quedar como uno de aquellos poetas anónimos a los que continuamente apelaba como ejemplo de poesía verdadera."

El propio Antonio resume así sus primeros años de vida:

"Nací en Sevilla una noche de julio de 1875, en el célebre palacio de las Dueñas, sito en la calle del mismo nombre.

 Mis recuerdos de la ciudad natal son todos infantiles, porque a los ocho años pasé a Madrid, adonde mis padres se trasladaron, y me eduqué en la Institución Libre de enseñanza. A mis maestros les guardo vivo afecto y profunda gratitud. Mi adolescencia y mi juventud son madrileños. He viajado algo por Francia y por España. En 1907 obtuve cátedra de Lengua Francesa, que profesé durante cinco años en Soria. Allí me casé; allí murió mi esposa, cuyo recuerdo me acompaña siempre."

 

En su poema titulado Retrato nos va a hablar de cómo fue su vida:

 

Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla
y un huerto claro donde madura el limonero;

 

Su estancia en Castilla y el amor:


mi juventud, veinte años en tierra de Castilla;

mi historia, algunos casos que recordar no quiero.

  Ni un seductor Mañara ni un Bradomín he sido

—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—;

mas recibí la flecha que me asignó Cupido

y amé cuanto ellas pueden tener de hospitalario.

 

Su manera de ser:


Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,

pero mi verso brota de manantial sereno;

y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,

soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.

 

Su estilo:


Desdeño las romanzas de los tenores huecos

y el coro de los grillos que cantan a la luna.

A distinguir me paro las voces de los ecos,

y escucho solamente, entre las voces, una.

¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera

mi verso como deja el capitán su espada:

famosa por la mano viril que la blandiera,

no por el docto oficio del forjador preciada.

 

Su modo de vivir:


Converso con el hombre que siempre va conmigo

—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;

mi soliloquio es plática con este buen amigo

que me enseñó el secreto de la filantropía.

Y al cabo, nada os debo; me debéis cuanto he escrito.

A mi trabajo acudo, con mi dinero pago

el traje que me cubre y la mansión que habito,

el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.

 

Y, de una manera profética, sus últimos días y su muerte:


Y cuando llegue el día del último viaje

y esté a partir la nave que nunca ha de tornar,

me encontraréis a bordo ligero de equipaje,

casi desnudo, como los hijos de la mar.


En Madrid se inicia en el mundo cultural y en 1899 realiza su primer viaje a París para trabajar de traductor en una editorial. Vuelve a Madrid, donde publica sus primeros poemas y regresa de nuevo a la capital francesa, donde conocerá al poeta nicaragüense Rubén Darío, que es el líder del movimiento modernista. Machado le dedicará dos poemas:

El primero de ellos, en el apogeo del Modernismo:

 

Este noble poeta que ha escuchado

los ecos de la tarde y los violines

del otoño en Verlaine, y que ha cortado

las rosas de Ronsard en los jardines

de Francia, hoy, peregrino

de un Ultramar de Sol, nos trae el oro

de su verbo divino.

¡Salterios del loor vibran en coro!

La nave bien guarnida,

con fuerte casco y acerada proa,

de viento y luz la blanca vela henchida

surca, pronta a arribar, la mar sonora.

Y yo le grito “Salve” a la bandera

flamígera que tiene

esta hermosa galera,

que de una nueva España a España viene.

 

Y el segundo, cuando Rubén Darío fallece

 

 

Si era toda en tu verso la armonía del mundo,

¿dónde fuiste, Darío, la armonía a buscar?

Jardinero de Hesperia, ruiseñor de los mares,

corazón asombrado de la música astral,

¿te ha llevado Dionysos de su mano al infierno

y con las nuevas rosas triunfantes volverás?

¿Te han herido buscando la soñada Florida,

la fuente de la eterna juventud, capitán?

Que en esta lengua madre la clara historia quede;

corazones de todas las Españas, llorad.

Rubén Darío ha muerto en sus tierras de Oro,

esta nueva nos vino atravesando el mar.

Pongamos, españoles, en un severo mármol

su nombre, flauta y lira, y una inscripción no más:

Nadie esta lira pulse, si no es el mismo Apolo;

nadie esta flauta suene, si no es el mismo Pan.


Machado prepara oposiciones y obtiene la cátedra de Francés del Instituto de Soria. 


Años antes de llegar Machado a Soria se había producido el denominado desastre del 98. España va a perder sus últimas posesiones coloniales, que eran Cuba y Filipinas. Este va a producir un movimiento intelectual que propugne una vuelta a las esencias de lo español, una reivindicación de Castilla y de lo castellano. Esto es lo que va a significar la obra de Machado titulada Campos de Castilla, una reivindicación del paisaje castellano.

Blas de Otero dirá:


El paisaje de Castilla, en su estilo, es uno de los más impresionantes del mundo. Esos ocres, esos amarillos, esos pardos, esos cielos azules infinitos no se pueden mejorar. Acongojan el alma, la engrandecen, la atan a un deseo de mística ascensión. Viendo los campos yermos de Castilla se explica uno a Quevedo, a Antonio Machado, tan distintos, pero tan grandes en comunidad espiritual, en anhelos de perfección.

Machado se va a enamorar del paisaje castellano y ese amor se va a traslucir en sus poemas


He vuelto a ver los álamos dorados,
álamos del camino en la ribera
del Duero, entre San Polo y San Saturio,
tras las murallas viejas
de Soria -barbacana
hacia Aragón, en castellana tierra-.
   

Estos chopos del río, que acompañan
con el sonido de sus hojas secas
el son del agua, cuando el viento sopla,
tienen en sus cortezas
grabadas iniciales que son nombres
de enamorados, cifras que son fechas.


   ¡Álamos del amor que ayer tuvisteis
de ruiseñores vuestras ramas llenas;
álamos que seréis mañana liras
del viento perfumado en primavera;
álamos del amor cerca del agua
que corre y pasa y sueña,
álamos de las márgenes del Duero,
conmigo vais, mi corazón os lleva!


  ¡Oh!, sí, conmigo vais, campos de Soria,

tardes tranquilas, montes de violeta,

alamedas del río, verde sueño

del suelo gris y de la parda tierra,

agria melancolía

de la ciudad decrépita,

me habéis llegado al alma,

¿o acaso estabais en el fondo de ella?

¡Gentes del alto llano numantino

que a Dios guardáis como cristianas viejas,

que el sol de España os llene

de alegría, de luz y de riqueza!


¡Colinas plateadas,

grises alcores, cárdenas roquedas

por donde traza el Duero

su curva de ballesta

en torno a Soria, oscuros encinares,

ariscos pedregales, calvas sierras,

caminos blancos y álamos del río,

tardes de Soria, mística y guerrera,

hoy siento por vosotros, en el fondo

del corazón, tristeza,

tristeza que es amor! ¡Campos de Soria,

donde parece que las rocas sueñan,

conmigo vais! ¡Colinas plateadas,

grises alcores, cárdenas roquedas!...

 

Sobre su estancia en Soria dirá Machado:


Cinco años en la tierra de Soria, hoy para mí sagrada –allí me casé; allí perdí a mi esposa, a quien adoraba—, orientaron mis ojos y mi corazón hacia lo esencial castellano.


El 30 de julio de 1909 se casará con Leonor Izquierdo, hija de los dueños de la pensión donde se alojaba.





Pero, en un viaje que ambos realizan a París, Leonor sufre los primeros síntomas de su enfermedad.

Machado, al ver el milagro que la primavera ha producido en un árbol moribundo, pide a Dios que se produzca otro milagro y que su esposa sane


Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.

   ¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.

   No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.

   Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.

   Antes que te derribe, olmo del Duero,

con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas en alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.

Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,

otro milagro de la primavera



Pero Leonor fallece el uno de agosto de 1912, cuando sólo contaba 18 años de edad.

El dolor que Machado siente quedará plasmado en sus poemas:






Una noche de verano

—estaba abierto el balcón

y la puerta de mi casa—

la muerte en mi casa entró.

Se fue acercando a su lecho

—ni siquiera me miró—,

con unos dedos muy finos,

algo muy tenue rompió.

Silenciosa y sin mirarme,

la muerte otra vez pasó

delante de mí. ¿Qué has hecho?

La muerte no respondió.

Mi niña quedó tranquila,

dolido mi corazón.

¡Ay, lo que la muerte ha roto

era un hilo entre los dos!


Señor, ya me arrancaste lo que yo más quería.

Oye otra vez, Dios mío, mi corazón clamar.

Tu voluntad se hizo, Señor, contra la mía.

Señor, ya estamos solos mi corazón y el mar


Allá, en las tierras altas,

por donde traza el Duero

su curva de ballesta

en torno a Soria, entre plomizos cerros

y manchas de raídos encinares,

mi corazón está vagando, en sueños...

  ¿No ves, Leonor, los álamos del río

con sus ramajes yertos?

Mira el Moncayo azul y blanco; dame

tu mano y paseemos.

Por estos campos de la tierra mía,

bordados de olivares polvorientos,

voy caminando solo,

triste, cansado, pensativo y viejo


Soñé que tú me llevabas

por una blanca vereda,

en medio del campo verde,

hacia el azul de las sierras,

hacia los montes azules,

una mañana serena.

  Sentí tu mano en la mía,

tu mano de compañera,

tu voz de niña en mi oído

como una campana nueva,

como una campana virgen

de un alba de primavera.

¡Eran tu voz y tu mano,

en sueños, tan verdaderas!...

Vive, esperanza, ¡quién sabe

lo que se traga la tierra!


Adiós, campos de Soria

donde las rocas sueñan,

cerros del alto llano

y montes de ceniza y de violeta.

Adiós, ya con vosotros

quedó la flor más dulce de la tierra.

Ya no puedo cantaros.

No os canta ya mi corazón, os reza.

 

Machado pide el traslado a la ciudad andaluza de Baeza. Pero, antes, deja a su amigo José María Palacio el encargo de que cuide la tumba de Leonor.


Palacio, buen amigo,

¿está la primavera

vistiendo ya las ramas de los chopos

del río y los caminos? En la estepa

del alto Duero, Primavera tarda,

¡pero es tan bella y dulce cuando llega!...

¿Tienen los viejos olmos

algunas hojas nuevas?

Aun las acacias estarán desnudas

y nevados los montes de las sierras.

¡Oh mole del Moncayo blanca y rosa,

allá en el cielo de Aragón, tan bella!

¿Hay zarzas florecidas

entre las grises peñas,

y blancas margaritas

entre la fina hierba?

Por esos campanarios

ya habrán ido llegando las cigüeñas.

Habrá trigales verdes,

y mulas pardas en las sementeras,

y labriegos que siembran los tardíos

con las lluvias de abril. Ya las abejas

libarán del tomillo y el romero.

¿Hay ciruelos en flor? ¿Quedan violetas?

Furtivos cazadores, los reclamos

de la perdiz bajo las capas luengas,

no faltarán. Palacio, buen amigo,

¿tienen ya ruiseñores las riberas?

Con los primeros lirios

y las primeras rosas de las huertas,

en una tarde azul, sube al Espino,

al alto Espino donde está su tierra...


Pedirá ir destinado a Baeza, de ahí a Segovia y de Segovia a Madrid.






En su poesía denunciará el inmovilismo de

 

Este hombre del casino provinciano

que vio a Carancha recibir un día,

tiene mustia la tez, el pelo cano,

ojos velados por melancolía

 

 Genuino representante de

 

 la España de charanga y pandereta,

cerrado y sacristía,

devota de Frascuelo y de María,

de espíritu burlón y de alma quieta,

 

Esa España vieja y tahúr,

zaragatera y triste;
esa España que ora y embiste,
cuando se digna usar la cabeza,

 

 e indicará  la presencia de

 

 otra España nace,

la España del cincel y de la maza,

con esa eterna juventud que se hace

del pasado macizo de la raza.

Una España implacable y redentora,

España que alborea

con un hacha en la mano vengadora,

España de la rabia y de la idea

 

Entre esas dos Españas situará Machado al español:

 

Hay un español que quiere

vivir y a vivir empieza,

entre una España que muere

y otra España que bosteza.

Españolito que vienes

al mundo, te guarde Dios.

Una de las dos Españas

ha de helarte el corazón.


De Madrid tiene que partir a Valencia , donde había leído este poema:


Se le vio, caminando entre fusiles,
por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas de la madrugada.
Mataron a Federico
cuando la luz asomaba.
El pelotón de verdugos
no osó mirarle la cara.
Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni Dios te salva!
Muerto cayó Federico
—sangre en la frente y plomo en las entrañas—
... Que fue en Granada el crimen
sabed —¡pobre Granada!—, en su Granada.

       

  Se le vio caminar solo con Ella,
sin miedo a su guadaña.
—Ya el sol en torre y torre, los martillos
en yunque— yunque y yunque de las fraguas.
Hablaba Federico,
requebrando a la muerte. Ella escuchaba.
«Porque ayer en mi verso, compañera,
sonaba el golpe de tus secas palmas,
y diste el hielo a mi cantar, y el filo
a mi tragedia de tu hoz de plata,
te cantaré la carne que no tienes,
los ojos que te faltan,
tus cabellos que el viento sacudía,
los rojos labios donde te besaban...
Hoy como ayer, gitana, muerte mía,
qué bien contigo a solas,
por estos aires de Granada, ¡mi Granada!»


  Se le vio caminar...
                      Labrad, amigos,
de piedra y sueño en el Alhambra,
un túmulo al poeta,
sobre una fuente donde llore el agua,
y eternamente diga:
el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!


Ante el avance de las fuerzas franquistas, en marzo de 1938 se traslada a Barcelona , donde se alojó en el hotel Majestic y en la Torre Castañer. Allí vivirá hasta que parta hacia su exilio en enero de 1939. En la tarde del día 28 de enero llega a la localidad francesa de Collioure  donde fallecerá el día 22 de febrero.





Allí resuenan aquellos versos machadianos:

Y cuando llegue el día del último viaje

y esté a partir la nave que nunca ha de tornar,

me encontraréis a bordo ligero de equipaje,

casi desnudo, como los hijos de la mar.




Aunque todos los momentos son buenos para recordar a Machado, tal vez este año sea especial al coincidir con el 150 aniversario de su nacimiento.

Os recomiendo mi libro.

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